Con la mirada perdida o sollozando, familias de los residentes del edificio derrumbado cerca de Miami pasaron el jueves esperando con angustia noticias de sus seres queridos, mientras algunos habitantes de la torre buscan dónde alojarse tras el desastre que dejó al menos un muerto y 99 desaparecidos.
Por Infobae
“Lo he perdido todo”, dice Erick de Moura, de 40 años, a las puertas del centro comunitario de Surfside, una pequeña localidad del condado de Miami-Dade donde intentará encontrar alojamiento durante los próximos días.
El brasileño llevaba tres años viviendo en el décimo piso del edificio Champlain Towers Complex, parte del cual se derrumbó en mitad de la noche por una razón indeterminada.
De Moura asegura que “sobrevivió de milagro” porque la noche pasada decidió dormir en casa de su novia en lugar de volver a su apartamento.
“Soy un sintecho, he perdido mis papeles, mi ropa, mi tarjeta de residencia, mi dinero”, explica, dividido entre la tristeza y la alegría por estar vivo. “Acabo de volver de ver el edificio, es un shock. Estoy muy triste pero me alegro de estar vivo”.
El brasileño se preocupa, sin embargo, por el destino de sus vecinos. “Todo se vino abajo. Creo que la gente de mi planta murió”, lamenta.
– Preocupación y consternación –
Los residentes de la parte del edificio que se derrumbó tenían la vista más hermosa, que daba directamente a la playa y al océano.
Los equipos de búsqueda -bomberos, policía, unidades caninas- pasaron el día tratando de encontrar supervivientes entre los escombros, mientras una grúa limpiaba y un helicóptero patrullaba el cielo.
El resto del edificio de 12 plantas quedó intacto, algunos balcones de hierro fueron arrancados, pero todos los residentes fueron evacuados por seguridad y la zona fue acordonada.
Los residentes se han reunido a pocas manzanas de distancia en el centro comunitario, que se ha convertido en una unidad de ayuda y refugio.
Allí están a la espera de ser reubicados, ya sea con familiares, parientes o en hoteles que hayan ofrecido habitaciones. Otros esperan noticias de sus familiares que vivían en el edificio.
Los voluntarios han llevado agua, café, cestas de comida, ropa y mantas, y los equipos de la Cruz Roja estadounidense y de los servicios de emergencia están allí para reconfortarlos.
La gente va y viene; algunos se quedan sentados, sin moverse, con la mirada perdida, otros luchan por reprimir los sollozos.
Más de 1.000 personas han pasado por el centro comunitario, explica Ron Ben Hayoun, un voluntario de 22 años.
Este residente de North Miami ha vuelto al barrio de su infancia para ayudar.
En esta ciudad con una gran comunidad judía, “ayudamos a todos, no hacemos excepciones”, dice. “Es una gran conmoción” para la comunidad y para la ciudad, añade el joven, que acaba de regresar de Israel, donde hizo el servicio militar.
Anteriormente, el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Yair Lapid, dijo que había hablado con el jefe de la comunidad judía de Miami y que Israel estaba haciendo “todo lo posible para ayudar a las fuerzas sobre el terreno, a los heridos y a las familias.”