La Corporación Andina de Fomento (CAF) es un banco de Desarrollo Regional que maneja fondos por 28.000 millones de dólares. Se trata de un jugador financiero clave en América Latina, y más aún en tiempos de crisis económica y social causada por las sucesivas olas del COVID-19. Alberto Fernández deseaba nombrar a la Argentina en la conducción de la CAF, pero su objetivo geopolítico quedó sin lograrse por sus enfrentamientos diplomáticos con Jair Bolsonaro, Luis Lacalle y Mario Abdo Benítez, que en nombre de Brasil, Uruguay y Paraguay finalmente apoyaron al candidato colombiano Sergio Díaz-Granados. Ante la falta de apoyo y para “facilitar el consenso del bloque”, Argentina finalmente negoció bajar su postulación, a cambio de la vicepresidencia.
Por Román Lejtman | Infobae
Antes de la negociación final que se dio esta tarde en México, Alberto Fernández se apoyó en Bolivia, México y Venezuela para lograr que Christian Asinelli -subsecretario de Relaciones Financieras Internacionales- alcanzara la conducción de la CAF. Debido al rechazo inflexible del bloque mayoritario, finalmente los negociadores diplomáticos argentinos bajaron la postulación con el objetivo de acercar posiciones. La CAF tiene un total de 19 votos, de los cuales 10 votos pertenecen a los cinco países miembros fundadores, Bolivia, Ecuador, Perú, Venezuela y Colombia. Para lograr el consenso le ofrecieron la mejor vicepresidencia a la Argentina. Con ese acuerdo, finalmente todos los países -a excepción del régimen de Maduro que decidió no votar- avalaron la fórmula de acuerdo y la definición quedó 17-0.
Si el Presidente hubiera mantenido las relaciones institucionales con Bolsonaro, Lacalle y Benítez, Asinelli hoy hubiera tenido más posibilidades de vencer al colombiano Díaz Granados, que fue apoyado por Brasil, Paraguay y Uruguay -todos miembros del Mercosur-, Ecuador, Perú y los entidades financieras que integran el directorio de la CAF.
Pero Alberto Fernández tiene profundas diferencias personales e ideológicas con Bolsonaro, se enfrentó con Lacalle Pou por el futuro económico del Mercosur y no pudo convencer a Benítez, que se plegó a la posición de los presidentes de Brasil y Uruguay.
La diplomacia es un arte político que sirve para aplacar las diferencias a la búsqueda de un objetivo común, y en este caso, la Cancillería fue un resorte del estado que no funcionó. Mientras Gustavo Beliz -secretario de Asuntos Estratégicos- y Asinelli gastaban las baterías de sus celulares para juntar los votos, Felipe Solá participaba de reuniones en Austria vinculadas a las relaciones exteriores de la Argentina en el centro de Europa.
No hay manual de diplomacia mundial que exija a los mandatarios que no exhiban sus posiciones ideológicas y personales, pero todos los libros de texto sobre relaciones exteriores enseñan que en el cálculo de costos y beneficios es necesario buscar un equilibrio que permita -en este caso a la Argentina- alcanzar los objetivos geopolíticos trazados por el gobierno respectivo.
En este contexto, a la ausencia coyuntural del canciller, se suma la trayectoria de la hoja de ruta que trazó Alberto Fernández para la política exterior del país. El Presidente se aisló de los miembros del Mercosur cuando se trataron las violaciones de los derechos humanos de Venezuela y Nicaragua en la Organización de Estados Americanos (OEA), no logró un acercamiento táctico con los gobiernos liberales de Colombia y Ecuador, y se recostó con demasiado énfasis en la estrategia continental que aplica Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Conclusión: Asinelli sólo fue apoyado por Bolivia, México, Venezuela y Trinidad Tobago. Muy poco frente a la entente que Ivan Duque -presidente de Colombia- logró integrar con tres países del Mercosur -Brasil, Paraguay y Uruguay-, Ecuador, Panamá, Perú y los bancos que integran la CAF.
Pese a la derrota en la CAF, Alberto Fernández evalúa que su agenda internacional es correcta. El jefe de Estado considera que fue apropiada su posición en la OEA cuando se trató la condena a Nicaragua y Venezuela, y que no es momento de articular una flexibilidad tarifaria para el Mercosur, como exigen Brasil, Paraguay y Uruguay.
Alberto Fernández está satisfecho con las relaciones diplomáticas que protagoniza con Estados Unidos, China, Rusia y la Unión Europea, y comentó en la intimidad de Balcarce 50 que no tiene intenciones de cambiar su estrategia en las relaciones exteriores de la Argentina.