Los tiroteos ocurridos en Caracas a manos de la banda delincuencial de alias “El Koki”, “El Vampi”, “El Garbi” y las “fuerzas de seguridad” del régimen de Maduro tienen antecedentes que sobrepasan el año.
Por Ana Guaita Barreto / LaPatilla.com
Desde el pasado 2020 se han registrado tiroteos que siembran terror en los habitantes de la Cota 905 y amenazan con malograr la integridad física de los caraqueños. Incluso el riesgo de muerte está latente ante las acciones de estas organizaciones delincuenciales que no han encontrado en las fuerzas de seguridad venezolanas una barrera que dé fin a sus actuaciones.
Poco antes de que la pandemia del coronavirus llegara a Venezuela en marzo de 2020, ya “El Koki” azotaba la capital del país frente a la vista perpleja y, en muchos casos, cómplice de unos “cuerpos de defensa” incapaces de proteger a sus propios ciudadanos.
Antecedentes
Los enfrentamientos criminales por el control del territorio caraqueño tienen años ocurriendo, sin embargo se han visto con mayor frecuencia durante estos últimos años.
Fue en febrero de 2020 y en la Cota 905 que se registró un tiroteo que dio inicio a un sin fin de enfrentamientos delincuenciales y policiales que no ha parado desde entonces, dejando decenas de heridos y fallecidos, en muchos casos sin pertenecer a ninguno de los bandos.
El 26 de ese mes, a plena luz del día, se produjo una balacera entre las Fuerzas de Acciones Especiales del régimen de Maduro y estas organizaciones criminales en la principal arteria vial de Caracas: la autopista Francisco Fajardo.
Pasaron solo dos meses en los que los habitantes de Caracas pudieron descansar sus oídos de las temibles detonaciones de las armas, más potentes incluso que las de las fuerzas represivas del régimen.
En mayo y junio otros enfrentamientos se llevaron a cabo con el grupo armado de “El Koki” y los funcionarios de los organismos de “seguridad”, que hasta ahora han sido incapaces de imponer su fuerza defensora frente a estos ataques.
A los pocos meses, en agosto Caracas fue testigo -nuevamente- de otra balacera protagonizada por la banda del “El Koki”, para mantener el control de ciertos sectores de la capital y no perder los privilegios de los que gozan al ser una “figura de respeto” entre los ciudadanos y la dictadura de Maduro.
En septiembre volvió el enfrentamiento entre funcionarios de diversos organismos de seguridad y delincuentes. En esta oportunidad fue la entrada de la Cota 905, en Caracas, el lugar en el que se inició el fuego. El periodista Román Camacho informó que las bandas de alias “El Koki” y “El Vampi” dispararon a funcionarios de las Faes, de la PNB y del Cicpc con fusiles de asalto.
El 2021 no se ha salvado
Durante este año los grupos armados de estas figuras delincuenciales han dejado claro que su pelea por los territorios caraqueños valen más que la vida de los civiles que puedan estar en el medio.
Vecinos de zonas como El Paraíso, La Vega, Montalbán, avenida Nueva Granada, avenida Victoria, San Martín y el centro en el más amplio término, viven en zozobra y escuchan con frecuencia fuertes detonaciones en estos lugares con armamento de alto calibre.
Y esto no solo representa “susto”, “pavor” o “pánico” para los ciudadanos de la capital venezolana, las pérdidas de vidas humanas son el riesgo fundamental en este conflicto armado delincuencial y policial.
“Conversaciones”
El representante del régimen, cuando de cuerpos policiales se trata, el Director del Cicpc, Douglas Rico, en un intento por “solucionar” la situación, hizo una propuesta que lo dejó muy mal parado ante la opinión pública.
Mientras los jóvenes estudiantes y adultos manifestantes están condenados frente a los ataques del régimen, Douglas Rico quiere “conversar” con “El Koki” para que “depongan las armas” y cese la violencia en la capital.
Frente a este panorama, el ex director de seguridad en Venezuela, Iván Simonovis dejó claro que “con los criminales no se negocia”, pero al parecer, el régimen tiene una visión distorsionada sobre quiénes son los reales delincuentes del país.