Su aprendizaje en vinos y Champagnes es el resultado de más 30 años de experiencia en este fascinante mundo. Tiene más de 42 años de experiencia, de los cuales 31 han sido al frente de empresas con sede en el extranjero. Maggie Henríquez ha conseguido empresas productoras y distribuidoras de vinos y licores en Venezuela, los productos agroalimentarios en México, y vinos espumosos en Argentina. Desde 2009, está al frente de Maison KRUG en Reims.
Comenzó su carrera en Venezuela como ingeniero de sistemas, un trabajo que duró 8 años. Esto le permitió comprender todo el funcionamiento interno de una empresa. La industria del vino no fue la primera elección profesional de Maggie Henríquez, aunque era parte de la tradición familiar. Su padre fue director del grupo Morris E. Curiel (Macosarto) en la división de cosméticos, que también distribuye vinos y licores. Empezó a trabajar con él, pero en el departamento de sistemas. Hizo un buen trabajo y, en 1982, siendo aún muy joven, le pidieron que se hiciera cargo de todos los sistemas de la empresa.
En 1986, se propuso a entrar en el mundo de los vinos y licores, y lo logró. En 1989, asumió la presidencia de una empresa de bebidas espirituosas, cargo que eventualmente evolucionó, en 1991, a la presidencia de Seagram Venezuela. En 1995, después de seis meses de formación en Harvard, se mudó a México para dirigir una empresa productora de galletas, una que enfrentaba serias dificultades, y en un país que estaba en medio de una depresión. Después de 18 meses, ninguno de los 3.500 empleados fue despedido y la empresa volvió a dar resultados positivos. A fines de 2001, se mudó a Argentina. Luego experimentó la más profunda de las crisis que logró superar con éxito. Esa experiencia le enseñó a tener una fuerte relación con los viñedos, la plantación de vino y el terruño. Fue testigo de la completa transformación de una industria que ha sabido reinventarse para producir vinos de renombre internacional. En 2009, en medio de una recesión mundial, le pidieron que se uniera a Krug Champagne, cuya situación era complicada.
Para Maggie Henríquez, el mundo del vino y los licores está “lleno de historia y tradición, mezclado con modernidad e intercambio: es una industria difícil de abandonar”. Recuerda que desde una edad muy temprana ya brindaba con un sorbo de Moët Chandon la víspera de Año Nuevo, lo cual desarrollaría con el tiempo su curiosidad por este negocio. Pero, inmediatamente, aclara que su bebida favorita es el champagne Krug.
Maggie describe su llegada a París como su etapa de adaptación más difícil lejos de Venezuela, su país natal. “Pero no fue a causa de la ciudad, sino por los retos que asumí. No podía implementar de inmediato, como estaba acostumbrada, lo que me había propuesto hacer en Krug. Siempre trabajé con marcas de primera calidad y con marcas jóvenes, pero no con la industria del lujo. Krug está llena de historia y de lujo, y ése era el reto: comunicar ese mensaje”, explica la empresaria, quien añade: “En el mundo del gran lujo, la comunicación está completamente relacionada con la historia de la marca y con sus fundadores”.
Para leer la nota completa pulse Aquí