Antes de la llegada del nazismo en la Alemania de la década de 1920 y 1930, un personaje criminal robó las miradas de todos y fue noticia de los medios teutones de aquella época: se trató de Peter Kurten, el llamado ” Vampiro de Düsseldorf”, quien fue hallado culpable de nueve asesinatos y otros siete en grado de tentativa, y su sobrenombre se debe a que en el momento en que fuera enjuiciado confesó haber bebido la sangre de algunas de sus víctimas.
Por: Crónica
Como cada vez que se estudia el perfil de un asesino, siempre se intenta hacerlo desde sus inicios, en su casa, escuela o vecindario, se busca saber cómo ha sido la infancia y juventud de un sujeto.
En el caso de Kurten, este asesino en serie nació a finales del siglo XIX en la ciudad alemana de Mülheim, y fue fruto de una humilde familia que tuvo a 15 integrantes (contados a los padres de este sujeto), sin embargo, el hogar estaba cargado de violencia en todo sentido, ya que su padre no sólo era un alcohólico perdido, sino que solía golpear a su esposa y hasta ha llegado a violar a algunas de sus hijas.
En ese terrible ambiente, el pequeño Peter se escapó de su casa a los ocho años y se dedicó a vagabundear en la calle, donde descargó toda la furia contenida en su casa con animales y personas. De hecho, se dice que a esa edad intentó ahogar a dos niños en el río Rin, pero los datos nunca fueron corroborados por la policía local.
Peter Kurten: sadismo desde pequeño
Además, al trabajar más tarde en una perrera, este despreciable sujeto torturaba, violaba y mataba perros por placer, adquiriendo ese tipo de situaciones como propias y la satisfacción de “ver sangre” de manera continua.
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