El reciente escaneo con un sonar del fondo del océano Índico, al sur de Indonesia, ha puesto al descubierto un magnífico cráter que hizo a sus descubridores australianos recordar el famoso Ojo de Sauron de la trilogía ‘El Señor de los Anillos’.
Por: RT
El gigantesco óvalo, de 6,2 por 4,8 kilómetros, está localizado a 280 kilómetros al sudeste de la isla de Navidad y tiene una profunda caldera. En medio de esa depresión resalta una cresta cónica de 300 metros de alto a la que se asoció con la pupila del ‘ojo’, mientras que los bordes que rodean la caldera, también de 300 metros de altura, serían los párpados de Sauron, según vio en las imágenes el investigador Tim O’Hara y recoge en artículo publicado en The Conversation.
El lecho oceánico tiene en esa zona cerca de 3.100 metros de profundidad, desde donde se levanta un grupo de montañas submarinas que era ya conocido por los geólogos. Se estima en más de 100 millones de años la edad de esa cordillera, que se habría formado en una época en que Australia estaba en otras latitudes, mucho más al sur, cerca de la Antártida.
El ‘ojo’ volcánico aparecido en el camino del barco científico RV Investigator, en el que durante este julio navegó O’Hara, no está aislado. Al descubrir en su entorno otras dos cimas submarinas, la expedición, que todavía no ha terminado, continuó con el homenaje a la obra de J.R.R. Tolkien y propuso para ellas los nombres Barad-dur (‘Fortaleza Negra’) y Ered Lithui (‘Montaña de Cenizas’).
La llamativa estructura del cráter no sorprendió a los científicos: una caldera como esa puede formarse cuando un volcán colapsa, recuerda el miembro del equipo descubridor. El magma en erupción se eleva dejando cámaras vacías y luego, al solidificarse exteriormente, la fina corteza de la cúpula se derrumba. A menudo, un nuevo y pequeño pico se forma en el centro a medida que el volcán sigue arrojando magma, como sucedió con el Krakatoa tras su desastrosa erupción de 1883.
Sin embargo, O’Hara ve un enigma geológico relacionado con la datación de la caldera, que le parece sorprendentemente nueva para una estructura que debe tener más de 100 millones de años. La montaña vecina, Ered Lithui, está cubierta por capas de arena y lodo de casi 100 metros de grosor, lo que incluye restos de múltiples organismos marinos. Pero este no es el caso del Ojo de Sauron, que con la misma tasa de sedimentación se habría nivelado y que posiblemente ha mantenido su forma debido a una actividad volcánica mucho más reciente.