Han pasado ocho largos y tormentosos años desde que Nicolás Maduro prometió como heredero del comunismo acabar con la delincuencia en Venezuela, siendo esta una de sus peores promesas incumplidas.
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En un mitin de campaña a la presidencia en 2013, el que era mandatario interino del país debido a la muerte de Hugo Chávez, utilizó esto como una de sus campañas políticas más populistas, a sabiendas que hablar de criminalidad era un tabú en la mal llamada revolución bolivariana que venia de fracaso en fracaso.
Nicolás Maduro que para entonces se enfrentaba al candidato opositor Henrique Capriles, le pidió directamente al político de izquierda Elías Jaua – hoy un desterrado del chavismo -, ir tocando “puerta por puerta” en cada barrio y hasta aseguró que iría él mismo a Petare para sacar a todos los delincuentes.
“Jaua organiza una visita al barrio más peligroso Petare. Vamos a tocarle la puerta a los narcotraficantes y les pediremos que se desarmen”, afirmó.
La insólita petición fue reseñada por la prensa mundial para entonces y causó risa entre sus rivales y no seguidores, quienes parecían vaticinar lo que años después es una realidad en el país, los barrios y principales estados fronterizos son comandados por el hampa y la burda promesa quedó en el olvido.
Venezuela en 2021 ha vivido uno de los ciclos más violentos, teniendo nuevas caras en el crimen organizado, quienes han decidido convivir con la dictadura del ilegítimo y hacer lo que quieren.
En Petare todavía esperan la presencia de Maduro, quien no sale de su “bunker” ni para hacer sus bailecitos con Cilia Flores.