Imaginemos por un momento un exprimidor de naranjas. Ahora pensemos en que en vez de naranjas lo que exprimimos son neuronas. Sí: así actúa la cocaína, una de las drogas mas destructivas, en el cerebro. Para decirlo de otro modo: el cerebro de un adicto va sufriendo pequeños infartos puntiformes, y cuando eso sucede es señal de una alarma que merece -y debe- ser escuchada.
Por Infobae
Las adicciones no son fáciles y eso está claro. Sin embargo, no son muchos los que saben -o por lo menos el tema no se encuentra hoy como un eje de discusión pública en materia de información-, que caer en una adicción a las drogas trae consecuencias extremadamente negativas para todo el organismo, sobre todo para el más importante que es el cerebro.
Se considera que una persona es adicta cuando se desarrolla una dependencia psicológica, es decir, una conducta repetitiva y compulsiva con respecto al uso de una sustancia. Coexisten la dependencia psicológica y física –que es la respuesta del cuerpo ante esa sustancia-. En sí, la definición de adicción aplica a la compulsión y repetición del uso de alcohol, nicotina, drogas opiáceas como la heroína, también la cocaína y otros estimulantes.
La adicción a drogas, el juego o hasta el cigarrillo<, causa cientos de cambios en la anatomía del cerebro, su química y la señalización de célula a célula, incluso en las brechas entre las neuronas llamadas sinapsis.
Esta semana, el tema de las adicciones, una problemática que atraviesa a todos los estratos sociales, volvió a quedar en la agenda después de un episodio protagonizado por el cantante Santiago “Chano” Moreno Charpentier, quien vivió un episodio de crisis de salud mental que terminó con una bala en su cuerpo. En la noche del pasado domingo 25 de julio, el músico se enfrentó en su casa del Barrio Parque La Verdad de Exaltación de la Cruz a policías de la Comisaría 2da de la localidad de Parada Robles, que se trasladaron al lugar luego de un llamado de su madre.
Cuando intentaron dialogar sin éxito con él, según versiones de los policías, el artista los enfrentó y amenazó con un cuchillo,} tras lo cual uno de los efectivos de la Policía Bonaerense le disparó en el abdomen, hiriéndolo gravemente. El ex de Tan Biónica, internado hoy en el Sanatorio Otamendi, se despertó en la noche del viernes 30 tras su sedación y se esperaba -al momento de salida de esta nota- su evolución para trasladarlo a una sala común luego de esta varios días en terapia intensiva.
Aumento del consumo
Más allá de Chano, quien desde hace varios años viene luchando contra las adicciones, el consumo de drogas se presenta como una problemática cada vez más común y en la Argentina está en crecimiento, según explican desde la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación (SEDRONAR). “
El uso de sustancias crece porque sigue habilitado el consumo. Se ha naturalizado. Además nos atravesó la pandemia y eso tuvo que ver en parte con el crecimiento”, grafica la Licenciada Gabriela Torres, titular de SEDRONAR.
Sin embargo, Torres hace una aclaración importante: no se puede hablar de consumo problemático sino se analizan tres variables de la relación de la persona con su entorno. “Una arista es el cuerpo, quién es ese cuerpo, qué historia hay en esa persona. En segundo lugar el consumo no está ligado solo a alguien, uno no nace siendo sujeto, el lazo social se construye, es otra dimensión que hay que tener en cuenta para este tema. Y lo tercero es el contexto y la época que acepta una sociedad o no, que está vigente, que se tolera. Los problemas de drogas no se pueden dejar de ver en una sociedad de consumo”, explica Torres.
La línea 141 es un servicio telefónico gratuito y nacional que brinda información y asistencia las 24 horas los 365 días del año. Los llamados lo pueden realizar personas que se encuentren en una situación de consumo (consulta directa), personas que estén buscando ayuda para acompañar a un familiar (consultas indirectas) o cualquier persona que quiera obtener informaciones específicas sobre prevención o asistencia (pedido de información). De acuerdo a un informe de SEDRONAR al que accedió Infobae, con datos comparativos entre 2019, 2020 y lo que va de 2021, se registra un aumento de un 18 % en la cantidad de llamados a la línea, llegando a un promedio de atención de 521 llamados por día.
Si bien la mayoría de las consultas son de familiares pidiendo ayuda o información por primera vez desde que funciona la línea se registró un aumento de un 4% de las consultas directas (personas que se encuentran en situación de consumo) consolidando una estrategia prioritaria de la línea que es funcionar como una respuesta asistencia para aquellas personas en situación de consumo problemático.
En las consultas directas (personas que se encuentran en situación de consumo) “el 78,17% de las llamadas son de varones mientras que el 21,54% de mujeres, siendo la franja etaria que mayor se comunica a la línea la que va de los 24 a los 34 años”, dice el informe. De estos llamadas directos la mayoría de quienes consultan manifiestan haber realizado uno o más tratamientos previos por consumo problemático de sustancias. Situación apuesta es lo que sucede en las llamadas indirectas (personas que estén buscando ayuda para acompañar a un familiar) en donde el 85,12% son mujeres y tan solo el 14,83% son varones.
Durante el periodo ASPO se observa una tendencia histórica sobre que la mayoría de las consultas realizadas por mujeres, sin embargo, sólo el 8,0% lo hicieron refiriendo a sí mismas, mientras el 92% restante lo hizo por el problema de consumo de un tercero (hijo o pareja). También según el vínculo nuevamente se observó una notable presencia femenina: mientras que casi el 43% de los llamados corresponden a madres, sólo el 8,7% corresponde a padres.
Las diferencias de género entre los grupos de varones y mujeres en relación con los cuidados de sí misma/o y/o de otros/as, con el trabajo y con las tareas domésticas, aparecieron como centrales para entender las particularidades del consumo de sustancias en relación con el ASPO. “Así, entre quienes manifestaron haber consumido medicamentos de forma autoadministrada se destaca el testimonio de mujeres adultas que refirieron encontrarse sobrecargadas por ver multiplicadas la cantidad e intensidad de las tareas de cuidado propio y familiar a partir del período de ASPO. Para estas mujeres, el hecho de haber iniciado o retomado el consumo de psicofármacos apareció relacionado a situaciones de estrés o ansiedad ligadas a la sobretarea cotidiana”, reza el informe de SEDRONAR.
En este universo de consumo, afloran todo tipo de drogas, pero la cocaína, la marihuana y la drogas sintéticas como el éxtasis, son las más comunes. “La cocaína se consume cada vez más de forma repetida y en dosis cada vez más mayores porque hay tolerancia, uno se va acostumbrando y luego necesitas más dosis para tener el mismo efecto”, apunta a Infobae Alejandro Andersson, médico neurólogo (MN: 65.836), director del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA)
Existe una relación estrecha entre drogas y salud mental. El consumo, sobre todo el de la cocaína, termina conduciendo a un estado de irritabilidad, inquietud, paranoia y un delirio persecutorio, y muchas veces un cuadro de psicosis. “Se pierde el sentido de la realidad y hasta puede haber alucinaciones en la medida que la cocaína tiene una subida más rápida, el efecto de adicción es mayor por eso es que la vida media del crack es más corta. Y en la medida que baja más rápidamente, la necesidad de volver a consumir también es mayor, estas son características del crack. Ambas formas tienen el problema, pero es más acentuado en las formas cristales de cocaína que se fuman”, apunta Andersson, quien en consultorio ha tratado con personas adictas a esta droga. “Cuando se inhala muy frecuentemente los pacientes se refieren a que el olfato les cambió, o que lo perdieron. Pueden tener hemorragias nasales, úlceras, la nariz les gotea frecuentemente y tiene problemas para tragar y problemas respiratorios cuando lo fuman, incluso tiene el riego de contraer enfermedades rea la neumonía”, apunta el médico.
Envejecer el cerebro
El cerebro es un sistema biológico ubicado dentro del cráneo de muchas especies animales incluyendo la especie humana, cuya función es producir, organizar, sostener, integrar, dirigir, anticipar y proyectar una enorme cantidad y calidad de procesos que llamamos cerebromentales. “Es el órgano en el que se produce la continuidad desde el aspecto físico hacía la emergencia de la polaridad mental”, explica a Infobae Claudio Bernard Dresl, medico especialista en Psiquiatría, ex médico psiquiatra interno del Hospital Sainte Anne, Paris, Francia.
Y sigue: “Las llamadas “drogas de adicción” son sustancias que afectan la energía electroquímica con la que el cerebro funciona habitualmente y le induce a producir fenómenos sensoriales, emocionales, conductuales y cognitivos anormales con su uso regular, generan daños en el tejido cerebral, y sufrimiento para el que las consume y en su entorno Las drogas de adicción inducen a esta unidad cerebromental a dirigir sus acciones alejándolas de su dirección evolutiva natural, tanto histórica como biológica”.
En el caso de drogas como la Cocaína o el Paco, son drogas que resultan altamente destructivas para el funcionamiento del cerebro. “La cocaína es básicamente una sustancia estimulante y su mayor efecto lo ejerce facilitando la liberación de dopamina al mismo tiempo que inhibe su recaptación en las sinapsis de las vías que funcionan con este neurotransmisor, por lo que facilita todas las conductas, emociones y sensaciones mediatizadas por este. También aumenta la liberación e inhibe la recaptación de noradrenalina y serotonina por lo que adiciona efectos conductuales propios de estos. Actúa como “exprimiendo” neuronas para que liberen estas sustancias, facilitando euforia, sensaciones de poder, exaltación, agitación psicomotriz ,aceleración del pensamiento que lleva, al desorganizar su coherencia interna, a la producción ideación paranoide hasta la constitución de delirios paranoides y pérdida del contacto con la realidad”, explica Dresl.
Este “forzamiento” de la función neuronal, indica el médico, lleva a la pérdida de su estado de equilibrio y comienzan daños progresivos en su estructura hasta la hipofunción y posterior muerte neuronal. “Confluyen aquí el efecto vasoconstrictor en los vasos sanguíneos más finos del cerebro disminuyendo el aporte de oxigeno a las neuronas que entran en “distrés respiratorio” produciéndose microinfartos cerebrales con el consiguiente deterioro prematuro”, explica Dresl.
Se dilatan entonces las pupilas, aumenta la temperatura, aumenta la frecuencia cardiaca, viene la hipertensión arterial, y por supuesto, con los efectos eufóricos de la cocaína, reduce la fatiga, hay una falsa sensación de claridad mental. Esto es lo que le pasa a una persona que consume cocaína. “Varían con la dosis y con la forma de administración. Pero cuanto más rápida es la absorción, más intenso es el estímulo, por eso que cuando usas la vida respiratoria que tiene como una membrana de 70 metros cuadrados entonces la absorción es sumamente rápida, pero también es rápido el descenso. Después viene el desasosiego, la irritación, la ansiedad, la falta de energía, el desarrollo de la tolerancia donde se necesitan cada vez más dosis y repartirlas, y la verdad es que los pacientes como es tan potente este producto, como tiene un refuerzo neuropsicología tan fuerte, lleva a la persona al uso continuo a pesar de saber las consecuencias físicas y sociales nocivas, básicamente como que el producto estimula para que uno funcione mucho el cerebro su metabolismo de forma acelerada y el corazón también, pero por la vasoconstricción en realidad estamos recibiendo menos oxígeno y eso facilita que aparezcan múltiples infartos cerebrales y cardíacos”, aporta Andersson.
Es común que las personas que consumen cocaína utilicen también alcohol. “Algo que se descubrió hace unos años es que el consumo de ambos productos mezclados, agrava el peligro que presenta cada droga. Se hace un especie de experimento químico. El hígado combina combina el alcohol con la coca y fabrica una tercera sustancia que es el etileno de Cocaína y es ahí cuando se intensifican los efectos eutróficos de la Cocaína y claramente aumenta el riesgo de muerte súbita”, dice el neurólogo.
En el caso de el “Paco”, es el último residuo de la cocción para fabricar cocaína. “Esta hecho de resto quemado de pasta base de cocaína, se separa esta como clorhidrato y quedan estos residuos que son alcaloides puros, se les agrega cafeína, anfetaminas, bicarbonato, otras sustancias y hasta vidrio molido junto con adulterantes en la fase de comercialización. Su punto de volatilización es bajo y por eso es posible fumarlo, atraviesa la barrera hematoencefálica fácilmente y en apenas 5 a 10 segundos comienza a tener efectos en el cerebro”, aporta Dresl.
Su efecto es efímero y produce reiteración inmediata del consumo y rápida dependencia. “La alteración del sistema de recompensas en cerebros jóvenes altera el proceso del neurodesarrollo iniciando rápidamente lo que llamamos un síndrome de neurodesconexion Se refuerza así un estilo comportamental de tipo sociopático, ansioso, agresivo, impulsivo, con inmediatez en el deseo, compulsivo, intolerante y, al deteriorarse el área de la Corteza Prefrontal, se afectan : la escala valorativa, la inhibición de conductas, la tolerancia a la frustración y la planificación y organización del futuro. Concluye esto, si se le agrega un contexto de baja cohesión social y anomia, en la formación de adultos de características cognitivas deterioradas, actitudes fuertemente sociopáticas”, agrega Dresl.
Sin dudas, un apartado especial merece la Marihuana, la droga ilegal más consumida en los diferentes estratos sociales. La realidad es que poco se sabía sobre sus verdaderos efectos en el cerebro humano en particular en las áreas implicadas en las adicciones: el Núcleo Accumbens y las Amígdalas cerebrales. En un estudio muy importante publicado en “The Journal of Neuroscience” se demostró que ya el consumo recreacional de marihuana (de uno a dos cigarrillos por semana) produce efectos notorios en estas áreas y otras, que van acrecentando cuando se aumenta el consumo induciendo la conducta adictiva.
Otro estudio de 2012, en el Instituto de Investigaciones Murdoch, Australia, ya había demostrado que el consumo a largo plazo de cigarrillos de marihuana produce variaciones notables y daños objetivables en las zonas cerebrales correspondientes a las funciones de memoria y aprendizaje, especialmente en consumidores que comienzan a fumar a edad temprana. Al mismo tiempo, en dicha edad, puede desencadenar sobre personas con predisposición genética latente desde episodios psicóticos hasta el pleno despertar de patología del espectro de la esquizofrenia. El déficit en la memoria de trabajo y en la metacognición que produce sumados a la abulia o desinterés generalizado que se agrega llevan a un biotipo pueril , desmotivado e indiferente.
El engaño peligroso de la cocaína
Pero, ¿qué hace exactamente la cocaína en el cerebro para que tenga esa adicción tan fuerte? Lo que descubrieron los investigadores es que hay regiones del cerebro que se excitan por todo tipo de estímulos gratificantes, como puede ser el sexo, la comida, o hasta un logro. Uno de los sistemas neuronales que tiene que ver con esto se llama área tegmental ventral. “Las neuronas de esa estructura se contentan con un núcleo que es el núcleo Accumbens, que es el área clave que involucrada en la gratificación. Cuando ocurre alguna de esta situaciones, hacen que se liberen en el núcleo accumbens un neurotransmisor que es la dopamina. Se libera en una sinapsis, que es el espacio que hay entre las neuronas. La dopamina es un mensajero químico y resulta que esa dopamina que te manda el estímulo gratificante normal luego es eliminada, se degrada”, explica Andersson.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando uno tiene la presencia de la cocaína que no se puede eliminar? “Queda acumulada y entonces la concentración de la dopamina y el estímulo de la dopamina, es enorme, mucho más de los estímulos habituales. Este nivel entonces de gratificación, esta concentración enorme de dopamina y que no la podes reemplazar con cuestiones de la vida normal, es lo que hace que los pacientes se enganchen con este producto. Por supuesto está además el tema de la tolerancia que es necesitar cada vez mas dosis mayores. Lo peor es que cuando uno hace esto, se daña el organismo. Tiene un montón de problemas médicos, neurológicos, cardiovasculares, digestivos y además envejece antes de tiempo”, advierte el neurólogo.
Un consumo sostenido, sobre todo de cocaína y paco, al se expuesto expuesto repetidamente el cerebro, comienza a adaptarse a la misma y las vías de recompensa se vuelven menos sensibles a los refuerzos naturales y a la droga en sí. “Esto significa que cada vez necesitará más droga para lograr las sensaciones esperadas, hay entonces una multiplicación de vías por las que se llega al distress neuronal, las propias del efecto directo de la cocaína y por otro lado lo microangiopatía vascular que produce el efecto vasoconstrictor de la cocaína, disminuye el aporte de oxigeno a las neuronas en forma generalizada, llevándolas al envejecimiento prematuro con pérdida de muchas de ellas”, aporta Dresl.
En cuanto al paco, los efectos en el tejido cerebral son casi inmediatos, las consecuencias producen un biotipo de características de desfrontalización que se manifiestan en las conductas sociopáticas resultantes.
La gran pregunta es: ¿se pueden recuperar todos esos daños que se produjeron en el cerebro por el consumo de drogas o es irreversible? “Como el cerebro es un órgano es constante modificación de su estructura y conectividad interna, los daños en esta tienen una dimensión de gradualidad y temporalidad. En general podemos decir que los primeros cambios se dan en el plano de la disfuncionalidad y progresivamente llegan a la estructuralidad, o sea que existe un tiempo donde es posible la recuperación que progresa, cuando se mantiene el consumo, a la irreversibilidad”, dice Dresl.
Anderson hace hincapié en las secuelas psicológicas y psiquiátricas. “Vemos una clara falta de motivación por las situaciones normales de la vida. Y una depresión. Hay que sumar las que tienen que ver con la estructura social, familiar, capacidad laboral y perjuicio económico”, dice. En relación a si se puede revertir, el neurólogo apunta: “Se puede, pero lo primero obviamente es dejar de consumir, para que el deterioro en diferentes áreas no progrese. Y luego, organizar un adecuado tratamiento médico y neurológico y psiquiátrico, para ir recuperando el organismo y desintoxicándose. Dependerá siempre del paciente, de los años de consumo y de la propia biología”, explica el médico.