El vacío empieza a sentirse principalmente en centros de salud, cuando denuncian que 92 mil profesionales se van del país en busca de mejores condiciones de vida y ambiente laboral.
La oposición venezolana y expertos confirman que los médicos, ingenieros, arquitectos y docentes encabezan esa lista de especialistas con una excelente formación académica, dispuestos a ofrecer sus conocimientos y experiencia en otros países. Los jóvenes han sido valientes de tomar esta decisión, al verse sin oportunidades ni el mínimo reconocimiento de su preparación.
Dicho terreno empezó a agrietarse con la desesperanza de esos nuevos profesionales, que terminan viendo un futuro truncado por una coyuntura país que arrastraba un difícil piso económico. El primer tropiezo es el salario, con un ingreso base que no cubre las necesidades por la hiperinflación galopante.
Una nube gris que se estacionó desde 2008 y fue cubriendo con la tormenta de necesidades hasta concretarse en un éxodo progresivo que no ha tenido clemencia en el sistema tradicional de salud.
A muchos les tocó desprenderse de sus raíces, dejando atrás a la familia, esa que inspira la lucha por un futuro de mejor estabilidad económica. Pero Venezuela también perdió valiosos cirujanos, anestesiólogos, emergenciólogos, traumatólogos, oftalmólogos y otros.
De allí, el diputado a la legítima Asamblea Nacional, Carlos Valero, resaltó esos 92 mil profesionales como una representativa fuga de talento en los últimos años. Un registro que forma parte de esos 5.7 millones de venezolanos de la data desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y que recuerda que Colombia ha sido el país vecino que ha recibido a más criollos al llegar a 1.7 millones, seguido Perú con más de un millón y Estados Unidos con un promedio de 465 venezolanos.
Dicho entramado ha envuelto con mayor fuerza al sector sanitario, por lo que Jaime Lorenzo, titular de la organización Médicos Unidos de Venezuela, confirma que la situación venía complicada, al punto que para marzo de 2020, justo antes de instalarse la pandemia por covid-19, ya se tenía la retirada de 32 mil médicos. Un vacío que termina por fundamentar el déficit de personal en centros asistenciales, cuando ya estimaba 60% de fallas en bioanalistas y hasta 70% en enfermería.
La realidad socioeconómica terminó de complicar el escenario, al tener desde finales de 2019 una incidencia de otra modalidad de migración, pero interna. Se trataba de una salida obligada que mantiene personal en los centros tradicionales del sistema público, pero como una manera de sobrevivir combinan la atención en consultorios privados, cuidados o servicios a domicilio y hasta incursionan en la venta de mercancía o cualquier otra opción de la economía informal.
Es un tránsito apremiante que Lorenzo lamenta, que ni siquiera se logran tener las cifras exactas. Todo a consecuencia de salidas tan desesperadas, que ni siquiera los colegios gremiales tienen las solicitudes de las cartas para salir del país. Pero se palpa en esa práctica diaria, que deja guardias con déficit de especialistas y enfermeras. Una carga asistencial que recae en el poco personal que aguanta en hospitales sin la debida dotación de insumos ni equipos médicos, sin protección con implementos de bioseguridad y con la responsabilidad de asumir turnos de hasta 24 horas.
Ruy Medina, exdirector regional de Salud, lamentó el abandono de especialistas y que hasta arropó a profesionales con más de 30 años de experiencia con aval de titular en docencia, pero con una jubilación al equivalente a $7.
Los bioanalistas también están en jaque en un sistema público desmantelado, tal como lo confirma Elena Torres, titular de este gremio, al quejarse del abandono de los laboratorios con deficiencias que empezaron por falta de reactivos, demás insumos y actualización de equipos.
Cuando José Félix Oletta, exministro de Salud, mide la magnitud de este problema, no se ubica en un futuro cercano, sino en la actualidad frente a las limitaciones en determinados servicios por la ausencia del capital humano. “Es tan triste con esta migración forzada y altamente capacitada. Venezuela se queda sin personal, mientras otros países los reciben con agrado“, denuncia.
Una crítica que fundamenta desde las causas de esta diáspora del recurso humano en la emergencia humanitaria del sector salud. Un pilar que se destruyó desde el hostigamiento a profesionales, trabajadores, gremios y sindicatos, al punto de violar los derechos laborales con sueldos que apenas llegaban a $6. Además de cuestionar la salida del régimen de Nicolás Maduro, con “experimentos fracasados, que no pueden sustituir con la improvisación”, denuncia de los médicos integrales.
Con información de LA PRENSA DE LARA