Una nueva investigación publicada en Nature ha resuelto el misterio del calentamiento de la atmósfera de Júpiter, cuyo mecanismo ha desconcertado a los astrónomos durante décadas.
Situado a una distancia del Sol cinco veces superior que la Tierra, no se espera que Júpiter sea particularmente cálido. Según la cantidad de luz solar recibida, la temperatura promedio en la atmósfera superior del planeta debería ser de menos de 73 ºC. En cambio, el valor medido se eleva a alrededor de 426 ºC. La fuente de este calor adicional ha permanecido esquiva durante 50 años, lo que ha hecho que los científicos se refieran a esta discrepancia como una ‘crisis energética’ del planeta.
Recientemente, un equipo internacional reunió observaciones de la nave espacial Juno de la NASA, el satélite Hisaki de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) y el observatorio Keck en Maunakea en Hawái para descubrir la fuente probable del impulso térmico de Júpiter.
Los investigadores analizaron el conjunto de datos para crear el mapa de calor más detallado de la atmósfera superior del gigante gaseoso realizado hasta la fecha. Resultó que en las cercanías de las regiones donde se observan auroras, la temperatura de la atmósfera alcanza valores altos. Estas regiones, a pesar de ocupar menos del 10 % de la superficie de Júpiter, son las responsables de calentar todo el planeta.
Las auroras ocurren cuando partículas cargadas son atrapadas por el campo magnético de Júpiter. Se mueven en espiral a lo largo de líneas de campo hacia los polos magnéticos del planeta, chocando con átomos y moléculas en la atmósfera y liberando luz y energía. La fuerza de las auroras y el calentamiento inusual dependen del material expulsado de los volcanes de Ío, el satélite galileano más cercano a Júpiter.
Anteriormente, se pensaba que las atmósferas de los planetas gaseosos funcionaban como un refrigerador gigante, ya que la energía térmica se transporta desde el ecuador hasta el polo y entra en la atmósfera inferior en las regiones polares. Sin embargo, el nuevo modelo indica que hay un flujo opuesto de energía térmica que está calentando las regiones ecuatoriales.