La vicepresidenta de Nicolás Maduro, cuyo poder crece en simultáneo con el de su hermano, Jorge, lo hace todo en familia. Así que con Yussef Abou Nassif, a quien se le asocia como su pareja afectiva, y sus hermanos, ha sido generosa. Aún antes de que la relación pase a mayores, Cupido llegó con una alforja llena de contratos para el clan de origen libanés, que de la noche a la mañana construyó una maraña de empresas que desde 2017 se nutrió con al menos 413 millones en convenios para el suministro de los CLAP, y luego se extendió a otros negocios como bodegones, tarjetas de pago y venta de insumos médicos.
Por Roberto Deniz / armando.info
La dupla que conforman la vicepresidenta de la República, Delcy Rodríguez Gómez, y su hermano Jorge Rodríguez Gómez, presidente de la Asamblea Nacional (AN), constituye un verdadero centro de poder, quizás el que más en alza esté dentro de esa confederación de facciones que es hoy el chavismo. Y como suele ocurrir con los centros de poder en el chavismo, a su alrededor ha surgido una nueva generación de magnates.
El séquito empresarial de Delcy Rodríguez lo encabezan los hermanos Abou Nassif. El novel clan de origen libanés controla decenas de empresas, levantadas en los últimos años, justo cuando Venezuela iniciaba su prolongada agonía, pero también cuando los Rodríguez comenzaron su imparable ascenso dentro de la jerarquía chavista.
Se trata de Yussef Abou Nassif Smaili, Omar Abou Nassif Sruji y Jamal Abou Nassif Smaili. Hoy son dueños de un emporio con ramificaciones en compañías de construcción, de servicios turísticos, inmobiliarias, importadoras de alimentos o empaquetadoras, en las que intercambian roles de socios o directivos.
Del trío, es Yussef, de 36 años de edad, quien hace las veces de engranaje con el poder, y en esa tarea cuenta con una baza poderosa: se le tiene por la pareja sentimental de Delcy Rodríguez. Según lo que se ve en el registro del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), trabajó hasta 2010 en Interbursa, una casa de bolsa de Juan Domingo Cordero en sociedad con Raúl Gorrín. “Ganamos mucho dinero. En Venezuela se transaban 500 millones de dólares semanales y en Interbursa aprovechamos esa bonanza”, se jactó Gorrín ante la revista Producto. Pocos años después, Gorrín y Cordero adquirieron Globovisión, el canal 24 horas de noticias que hasta entonces había sido la bestia negra del chavismo, y domaron su línea editorial.
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