Se conocieron en Viña Del Mar cuando tenían 15. Durante 6 años mantuvieron un noviazgo por carta y solo se veían los veranos. Finalmente, la vida los llevó por diferentes caminos, pero hace 4 años los volvió a unir para siempre
Ximena Gray (60) nació en Viña Del Mar y Carlos Daniel Pérez (60) en Rivadavia, Mendoza. En su juventud, el argentino -que hoy es enólogo y propietario de una disco en esa provincia- pasaba las vacaciones de verano con su familia en esa ciudad de Chile, donde se conocieron cuando tenían 15 años.
Por Infobae
A pesar de que durante 6 años mantuvieron un noviazgo a la distancia, la pareja terminó con su relación -que durante el resto del año se sostenía a través de docenas de cartas- y cada uno hizo su vida.
Ximena -que hoy trabaja como terapeuta Gestalt- estuvo casada durante 20 años y es madre de dos hijos, Nicolás (33) y Andrea (31). Carlos se casó en una oportunidad y no tuvo hijos. Hoy, planean su propia boda y se casarán en segundas nupcias.
En 1977, Ximena tenía 15 años y aún hoy recuerda con nitidez cómo fue la primera vez que vio a Carlos en Viña Del Mar.
“Se alojaba con su familia en la casa de unos amigos, que eran mis vecinos. Ahí nos flechamos. Éramos chicos, pero nos cruzamos la mirada. Antes de volver a Mendoza, me dejó una pequeña carta para seguir en contacto. Nos seguimos escribiendo durante todo el año, hasta que volvió en el verano y empezamos a pololear. Una vez, su papá tuvo que ir a buscarlo porque no se quería volver (risas). Nos quedábamos juntos todo el verano pero claro, después de las vacaciones Carlos volvía a la Argentina y yo me quedaba en Chile. No nos veíamos en todo el año, pero manteníamos el noviazgo por carta”, le dijo Ximena a Infobae.
Durante 6 años, tuvieron una relación a la distancia, alimentada por las cientos de cartas que se enviaron y por los encuentros que sucedían todos los veranos en Chile. Ximena terminó la escuela en Viña Del Mar y se mudó a Santiago para estudiar Licenciatura en Arte, donde también se dedicó a cantar. Sin embargo, la relación por carta continuaba firme hasta que, en una oportunidad, ella le planteó que ya no sabía cuál era la realidad: si el noviazgo consistía en escribirse todo el año o, si se trataba de los pocos días al año que compartían cada verano.
“Empecé a dar vueltas sobre la relación y a pensar adónde íbamos. Entonces, el noviazgo se enfrió y dejamos de escribirnos. Yo había terminado la carrera y había empezado a trabajar, mientras Carlos aún estaba estudiando. Nunca sabía cuál era la realidad, porque pasábamos poco tiempo juntos. Nuestra realidad eran las cartas y, cada tanto, hablar por teléfono. Pero cada uno tenía su vida, yo en Chile y él en la Argentina. Eso sí, cada vez que nos veíamos, todo fluía. Siempre nos llevamos súper bien, antes y ahora”, dijo.
“Cuando perdimos la periodicidad de escribirnos, conocí a mi novio y, en 1985, me casé. A los tres años, tuve a mi primer hijo. Vivimos juntos durante 20 años. Cuando decidimos casarnos, Carlos fue a Viña y le conté de la boda. Se quedó atónito, pero no dijo nada. Fue un golpe fuerte, pero nunca habíamos hablado acerca de adónde íbamos con esa relación. Ahora recordamos ese momento y me dice que no se lo esperaba. Después de eso, nunca más hablamos y él me escribió una carta muy generosa, deseándome que fuera muy feliz. Jamás me pasó ninguna factura. Eso sí, después de esa carta, nunca más supimos nada el uno del otro”, expresó.
A pesar de que no volvieron a hablarse y que cada uno hizo su vida, ambos guardaron todas las cartas y las conservan hasta el día de hoy. Incluso, las tienen ordenadas por fecha. Y un día se sentaron juntos a releerlas.
Pero para el destino no estaba todo dicho y la vida les dio una segunda oportunidad. El reencuentro se produjo a través de la hermana de Carlos, quien le dijo que había visto a un amigo chileno en Facebook. Entonces, él le pidió que se fijara en los amigos en común.
“Al final de la lista, aparecí en una foto con mis hijos. Carlos le dijo a la hermana que tenía muchas ganas de verme, que quería saber qué había sido de mi vida, así que me escribió. Yo me tuve que sentar porque no lo podía creer… Habían pasado 33 años desde la última vez que nos vimos. En 2016, ya separados de nuestras segundas parejas, nos reencontramos. Al año siguiente, dejé Chile y me vine a vivir con él a Rivadavia. Nunca más nos separamos. Nos enganchamos súper rápido, pero no teníamos mucha expectativa. Hoy, nos llevamos de una manera increíble. Tenemos muy buen humor, nos reímos muchísimo juntos”, destacó.
Ximena mira para atrás y asegura que el reencuentro con Carlos fue maravilloso. “Estamos sorprendidos gratamente. Sentimos que nos reencontramos con otras personas porque claro, tenemos la misma base pero ahora tenemos toda la experiencia que nos dio la vida. Disfrutamos el día a día y nos va muy bien. Cada uno viene con sus heridas y marcas, pero todo eso nos sirvió para que hoy sepamos disfrutar de los momentos tan simples como sentarse a ver una película. Aprovechamos el presente”, expresó.
Carlos es el cocinero de la casa y disfruta preparando los platos favoritos de su mujer. Les gusta viajar, cocinar juntos, encontrarse con amigos y, sobre todo, comparten la pasión por el arte.
Se iban a casar antes de la pandemia pero tuvieron que posponer los planes, así que ya decidieron que en 2022 darán el “sí quiero” frente a toda la familia y con una gran fiesta en la disco de Carlos.
“Cuando nos volvimos a ver me di cuenta que era la persona de siempre… como si el tiempo no hubiera pasado. Tenemos un amor maduro y generoso. Nos cuidamos mucho de no rozar las heridas y repetir las cosas que nos hicieron doler con otras parejas. La felicidad tiene mucho que ver con estar en paz, con tener mucha alegría, compartir momentos… Me sorprende todos los días, me trae chocolates, me cocina… Hoy mi vida es acá, con él. Estamos felices de estar juntos y de tener la suerte de haber podido rehacer la vida a los 60 años. Tenemos la frescura de un amor nuevo y renovado. Y eso, es una tremenda fortuna”, finalizó.