Las mortales explosiones en el aeropuerto de Kabul el jueves provocaron “pánico” entre los afganos que se concentraban en el exterior del recinto con la esperanza de escapar del régimen talibán que tomó el control de Afganistán.
Un denso humo se elevaba en el cielo mientras afganos con las ropas empapadas de sangre intentaban huir del lugar del atentado. Los heridos graves eran transportados en carretillas. En las redes sociales se podía ver a un niño aferrado al brazo de un hombre con una herida en la cabeza.
“Supervivientes, cuerpos y trozos de carne fueron echados a un canal cercano” describió un testigo presencial, Milad, a la AFP.
“Cuando la gente escuchó la explosión fue el pánico. Los talibanes empezaron a disparar al aire para dispersar a la gente”, añadió un segundo testigo. “Vi a un hombre corriendo con un bebé herido en sus brazos”.
Este hombre aseguró que en la confusión perdió todos los documentos que le hubieran permitido abordar un vuelo con su mujer y tres hijos.
“No quiero volver al aeropuerto nunca más. Maldito sea Estados Unidos, su evacuación y sus visados”, exclamó.
Apenas cinco días antes de la fecha límite marcada por Estados Unidos para su retirada, el 31 de agosto, las agencias de inteligencia Occidentales alertaban de un ataque inminente, y Joe Biden, hizo referencia al riesgo de atentado de la rama regional del Estado Islámico.
Los dos artefactos explotaron con la caída del sol, dejando al menos seis muertos y numerosos heridos, según el Hospital de Emergencias de Kabul. Los talibanes hablaron de entre 13 y 20 fallecidos.
El Pentágono afirmó que una de las explosiones tuvo lugar frente a la Abbey Gate del aeropuerto y la otra cerca del Hotel Baron.
Abbey Gate es uno de los tres puntos de acceso al aeropuerto internacional Hamid Karzai, donde miles de afganos se han aglomerado en los últimos días buscando huir de los islamistas radicales.
El Hotel Baron, a unos 200 metros de Abbey Gate, había sido utilizado por algunas naciones occidentales para organizar las evacuaciones aéreas que comenzaron el 14 de agosto.
Poco después de los atentados, un fotógrafo de la AFP vio cómo varios cuerpos llegaban a un hospital de Kabul, así como docenas de heridos.
Mujeres con el rostro y la ropa manchadas de sangre lloraban cuando se llevaban a los heridos al hospital.
Otro testigo, Akram Lubega de 26 años y que trabaja para una empresa de restauración dijo haber escuchado la explosión sin saber lo que pasaba.
“Claro que tuvimos miedo”, afirmó este ciudad ugandés. “Todo el mundo está muy tenso y el ejército está tomando posiciones cerca del aeropuerto”.
AFP