Estudiantes venezolanos esperan que se abra definitivamente el corredor humanitario para asistir a clases en Colombia

Estudiantes venezolanos esperan que se abra definitivamente el corredor humanitario para asistir a clases en Colombia

Crónica Uno

 

 

 





 

Una luz al final del túnel se observa de cara al inicio de las clases bajo la modalidad presencial en Colombia: la apertura del corredor humanitario. A partir del 25 de este mes, los niños y adolescentes venezolanos que viven en los municipios del estado Táchira, que cursan estudios en el vecino país, deberán regresar a sus planteles y, si no se abre el paso legal, tendrían que transitar por las trochas, lo que conlleva una serie de riesgos para llegar al departamento Norte de Santander, específicamente, a Villa del Rosario.

Ana Barrera // Crónica Uno

Y es que más de 5000 niños y adolescentes en edad escolar, de nacionalidad venezolana, hacen vida estudiantil en la nación neogranadina. Dos son las razones más importantes por las cuales los padres y representantes nacionales optan por inscribir a sus hijos en escuelas y colegios de Colombia, donde el pénsum académico es más riguroso. La primera de ellas, la proximidad entre los municipios Pedro María Ureña, Bolívar, Rafael Urdaneta y Capacho del Táchira; y la segunda, el deterioro del sistema educativo venezolano.

Alfredo Morales, padre de una pequeña que estudia en la población de Villa del Rosario, manifestó su preocupación por la negativa de la Guardia Nacional Bolivariana de dejar pasar a los niños cuando se inicien las clases en pocos días.

Fuimos varios padres a preguntar y aseguran que no les han dado instrucciones y que, si no les dicen nada, tocará que pasen por las trochas, y todos sabemos que estos lugares no son para que los niños estén pasando a cada rato”, se quejó.

Para nadie es un secreto que las trochas, o caminos verdes, son la vía usada por quienes deben ir a hacer alguna diligencia a la frontera por la negativa del régimen de Nicolás Maduro a abrir, al menos, el paso peatonal por los puentes internacionales Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y Unión, a pesar de que el Estado colombiano ya abrió el límite migratorio.

Alimentos, medicinas, remesas, comercio y demás son transportados a través de las innumerables trochas que conectan a ambos países, y donde la inseguridad impera, pues estos caminos son controlados por miembros de bandas armadas que se dedican a negocios ilícitos, entre ellos, cobrar “peaje” a todos los que por allí transitan.

A pesar de la “relativa calma” que a diario hay en estos pasos ilegales, cualquier inconveniente es resuelto a tiros, y en más de una oportunidad, en medio de un tiroteo entre irregulares colombianos y bandas venezolanas que buscan apoderarse de las mejores trochas, los transeúntes deben huir para salvar sus vidas.

Estos son parte de los riesgos que los pequeños deberán afrontar, en caso de que no se abra un paso humanitario para ellos, además de las intempestivas crecidas del río Táchira, que separa ambas naciones y que ha cobrado varias vidas. Aunque normalmente su cauce esté bajo, cuando cae una lluvia en la cabecera, aumenta su caudal, sin que la gente se percate, y se lleva todo a su paso.

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