Hambre y comercio clandestino en el epicentro de la Covid-19 en Vietnam

Hambre y comercio clandestino en el epicentro de la Covid-19 en Vietnam

EFE/EPA/CLAUS BECH/Archivo

 

Tras meses de confinamiento en distintos grados para frenar la pandemia, miles de personas apenas pueden cubrir sus necesidades básicas en la urbe vietnamita de Ho Chi Minh, donde los vecinos han puesto en marcha redes de solidaridad y comercio clandestino que compensan las carencias del sistema.

“Hasta ahora he salido varias veces a comprar para unas 15 personas que viven cerca de mi casa y no tienen nada. Se lo he llevado cuatro veces, pero ahora no puedo porque hay controles policiales y no me dejan pasar”, dice Chau, una joven residente en Ho Chi Minh (antigua Saigón).





Ella ha conseguido eludir la vigilancia gracias a un vecino policía que puede pasar por los puntos de control y hacer la entrega, un ejemplo de cómo las redes de solidaridad informales usan la picaresca para pasar por encima de las rigideces del sistema impuesto por las autoridades.

Desde el pasado 23 de agosto, está prohibido salir de casa en toda la ciudad, salvo por motivos médicos o actividad esencial, como el reparto de alimentos o bienes de primera necesidad, pero desde principios de julio los movimientos están restringidos y los restaurantes y locales de ocio llevan cerrados desde junio.

Con un control tan estricto y las redes de solidaridad vecinal muy disminuidas, son grupos organizados con los permisos gubernamentales para pasar de una parte a otra de la ciudad los que realizan esta labor, complementaria a los paquetes de ayuda gubernamentales, que no siempre llegan.

“EL CRITERIO DEL HAMBRE”

“Antes había organizado donaciones para víctimas de tifones, pero vi lo que pasaba en la ciudad con gente sin hogar, personas que llevaban meses sin poder trabajar y decidí ayudarles. Otros grupos se han centrado en enfermos de covid, en llevar medicinas y oxígeno, pero nosotros hemos seguido el criterio del hambre”, dice a Efe Rosi Happi, fundadora del grupo Social Changemakers.

A través de eventos online, esta pequeña organización ha recaudado en julio y agosto unos 150 millones de dongs (6.600 dólares o 5.560 euros) que han ayudado a alimentar a un millar de familias de la ciudad.

Aunque las autoridades han prometido paquetes de ayuda mensual y el Ejército reparte comida gratuita en algunos vecindarios, las ayudas no llegan a todo el mundo, perdidas en el laberinto burocrático de la administración comunista vietnamita.

“Son familias que viven en casas de 20 metros cuadrados y que ni siquiera pueden pagar el alquiler. Las ayudas no llegan a todo el mundo, hay gente que por distintos motivos no está registrada. Sin embargo, hay ayudas que llegan a gente registrada que no las necesita”, explica Happi.

COMERCIO EN LOS APARTAMENTOS

Si bien las calles principales están prácticamente desiertas, dentro de los complejos de apartamentos y de las intrincadas callejuelas de la ciudad, se ha puesto en marcha un mercado paralelo en el que vecinos consiguen alimentos y se los venden unos a otros.

“Algunas familias tienen a miembros que trabajan como repartidores para supermercados o tiendas. O tienen conexiones personales con gente en el gobierno local para conseguir un permiso para circular. Ocurre por toda la ciudad”, explica Giang, un fotógrafo de 29 años.

Los vecinos se organizan generalmente a través de Zalo, la aplicación de mensajería más popular, donde el vendedor anuncia los productos de los que va a disponer cada semana y los vecinos interesados rellenan un formulario para realizar el pedido.

Aunque a veces la entrega se realiza dejando la mercancía en un lugar acordado y pagando por transferencia bancaria, es frecuente que vendedor y comprador se encuentren para la transacción, en contra de la consigna de las autoridades de no mantener contacto más que con las personas con las que se convive.

Estas redes informales son la alternativa al reparto a domicilio puesto en marcha por los supermercados, a menudo con pedidos conjuntos para grupos de vecinos, pero los controles policiales dificultan la llegada de mercancías desde las provincias agrícolas de los alrededores, la demanda es alta y la oferta escasea, lo que ocasiona retrasos y una inflación galopante de productos básicos.

Según el periódico Thanh Nien, los precios de algunas frutas y verduras se han multiplicado por cuatro y elementos esenciales de la dieta vietnamita como los fideos o la carne de cerdo han doblado su precio.

VACUNACIÓN

Conscientes de las desastrosas consecuencias económicas de la crisis, las autoridades han acelerado esta semana la vacunación, tras la llegada de nuevas dosis y prevén una reapertura progresiva de la ciudad a partir del 15 de septiembre mientras avanzan hacia el objetivo de que todos los mayores de 18 años reciban la pauta completa.

Ho Chi Minh y las provincias vecinas de Dong Nai y Binh Duong acumulan la mayoría de los más de 570.000 casos y las 14.470 muertes por covid-19 en el país, que hasta mayo apenas había registrado 35 fallecimientos.

Más del 20 % de los 97 millones de vietnamitas ha recibido al menos una dosis de la vacuna, pero apenas el 4 % ha recibido la pauta completa, una cifra que las autoridades esperan aumentar en los próximos meses hasta alcanzar el 70 % la próxima primavera. EFE