Cada cierto tiempo aparece una idea o un concepto que se vuelve popular y no hay forma de detener su avance; es como una epidemia que contagia a una población o a un grupo de personas y que, con las características adecuadas, puede volverse global. El bitcoin es una de esas ideas.
Por: Infobae
La pasada semana, El Salvador inició esa globalización de las criptomonedas convirtiendo al bitcoin en moneda de cambio oficial. En España, mientras el asunto se monitoriza al detalle desde instituciones como el Banco de España, el particular sentido del humor hispano prefiere adentrarse en el mundo de las criptomonedas con otros enfoques. La economía española se despertó hace unos días con la noticia del nacimiento de las Ayusocoins, una respuesta cañí al Bitcoin (en realidad construida sobre su principal plataforma rival, Ethereum) y que marca el nacimiento de una nueva “divisa”.
Pero en realidad la mujer que les da nombre, Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, no tiene nada que ver con el nacimiento de estas monedas invisibles. Se trata de una iniciativa privada, concebida por un ingeniero, “creada para enseñar a nuestros políticos cómo funcionan las criptomonedas y contratos electrónicos”, como aseguran en su web. Allí es posible hacerse con varias de estas A¥USO (denominación oficial, con el símbolo del yen) de forma gratuita.
El nombre se lo puso el ingeniero experto en Big Data Íñigo González, que ya había dejado caer en junio en sus redes que algo estaba preparando. Como asegura en la web, fue “cariñosamente”, “para que llame la atención de nuestros políticos, sea cual sea su partido y su ideología”. Es decir, sin la participación de la presidenta de Madrid, de su partido, o de cualquier organismo oficial.
El ingeniero ha reconoce que el nombre no es más que una estrategia para llamar más la atención, y que en parte también le motivaba la ausencia de criptomonedas en las declaraciones de bienes de los políticos. Parte del objetivo es comprensible, hasta cierto punto: una de las quejas recurrentes entre los entusiastas de las criptomonedas es que nuestros líderes entienden poco o nada de su funcionamiento, ya sea en el aspecto de divisa, o como herramienta para ejecutar los llamados “contratos inteligentes” virtuales (teóricamente más seguros y verificables que los tradicionales).
Sin embargo, el asunto es espinoso. De momento, las nuevas monedas (creadas en un número de 47.000 millones, para que en teoría cada español pueda tener sus 1.000 ayusos gratis), carecen de valor, no se usan para la especulación, y nadie podría comprar nada con ellas en ninguna parte. De momento. Es quizás lo que pueda salvar a su inventor de meterse en problemas al utilizar un nombre que puede inducir a confusión –en este caso, la idea de que la propia Ayuso esté detrás de o consienta el nuevo invento–.
Sin embargo, los objetivos marcados no parecen fáciles de conseguir: la propia web no explica muy bien los requisitos previos para poder hacerse con las ayusocoins (contar con una cartera electrónica preparada para Ethereum, por ejemplo, la plataforma cripto sobre la que se han creado los ayusos). Para entendernos, si usted no sabe nada hoy de criptomonedas y se da un paseo por la web oficial de los ayusos, saldrá sabiendo exactamente lo mismo que cuando entró: que hay que tener cosas instaladas –a las que no hay enlace directo– e, irónicamente, que incluso hace falta que usted ya tenga algo de criptomonedas en su criptobolsillo (de Ethereum, en concreto) para poder adquirir las ayusocoins.
El propio creador ya advierte de que, en un futuro, se eliminara el límite existente hoy (de 10.000 ayusos por cartera) para evitar la especulación. Que es más o menos el fin último actual de casi cada criptodivisa existente.