Es muy evidente que las angustias que le quitan el sueño a Nicolás Maduro son muy diferentes a los desconsuelos que mortifican a la ciudadanía en un país en dónde se da “la triple corona del desastre”, tal como lo presenta en cifras el experto y analista financiero Jesús Casique, al concluir que tenemos castigando al pueblo, juntitas, la hiperinflación más alta del planeta, mientras nuestra economía acusa el más alto desplome del producto interno bruto y, si eso no basta o no les parece más que suficiente, al mismo tiempo, se registra en Venezuela la más alta tasa de desempleo del mundo. ¡Tremendos récords!
Esos desajustes traen consigo más miseria, desde luego más hambre, más miedo, más muertes y más venezolanos huyendo de esa catástrofe para sumarse a los más de seis millones de peregrinos que deambulan por toda la tierra. Pero esa zozobra no le mueve el pesado cuerpo a Maduro. Él está muy ocupado con el asunto de su testaferro de oro. Para Maduro la agenda de su gabinete ministerial se reduce a ver como evita que el tesorero de las mafias no sea extraditado a los mismísimos Estados Unidos en dónde es requerido por la justicia de ese país. No hay nada más importante para el régimen dictatorial que lidera Maduro que rescatar a su pieza clave en eso de manejar las caletas con el tesoro que representa todo ese caudal de dinero proveniente de las operaciones oscuras que se dan en ese entramado delincuencial.
Por eso es que mientras los padres y representantes se baten en las librerías para ver como consiguen pagar en dólares los pocos útiles escolares al alcance de sus menguados presupuestos familiares, Maduro mueve cielo y tierra y paga costosos honorarios, a bufetes especializados en montar trabas para dilatar el proceso de extradición de su testaferro.
¡Esa es su angustia! Mientras que la de los productores agropecuarios de Mucuchíes, es ver cómo consiguen algo de combustible para mover sus estropeados tractores para sacar sus cosechas y, además, deben lidiar con los contrabandistas de hortalizas que amparan Bernal y su banda en la zona fronteriza con Colombia.
La paradoja se acrecienta cuando vemos a los dolientes de la otrora gran universidad Simón Bolívar protestar indignados, enterándose como Maduro impone a través de su Consejo Nacional de Universidades (CNU) nuevo Rector interino y designan, sorpresivamente, a los Vice-Rectores, consumando una intervención que tiene sus inconfesables fines políticos.
Para los defensores del régimen dictatorial venezolano lo que debe ser atendido prioritariamente es su nuevo fraude electoral pautado para el próximo 21 de noviembre, mientras simultáneamente cometen todo tipo de desmanes mediante ataques a los miembros de los medios de comunicación del país, tal como lo ha denunciado el Secretario General del Colegio de Periodistas de Caracas, Licenciado Edgar Cárdenas, que detalló cómo se han ejecutado mas de 143 ataques contra periodistas, fotógrafos, camarógrafos, editores, equipos y edificios relacionados con el cumplimiento de la actividad de las comunicaciones periodísticas.
Desde luego que es de suponer que Nicolás Maduro no podrá evitar el incremento de sus dolores de cabeza como consecuencia del reciente informe dado a conocer por La Misión Internacional Independiente de Determinación de los hechos de las Naciones Unidas. ¡Ay mi Dios, lo que dice ese informe es descomunal! A eso se agregan los acontecimientos que se están dando en otras partes del mundo, como el proceso que cursa en La Haya, sede de La Corte Penal Internacional y de la detención de individualidades que dicen saber muchísimo de los desafueros cometidos en la era del chavomadurismo. Veremos cómo termina todo esto. Esperamos que con la definitiva caída de esa tiranía. ¡Dios mediante!