Uno de los pocos libros autobiográficos que he leído en donde el autor es absolutamente honesto.
No se “esconde“ en las palabras. Miguel Ángel Jusayú nos dice, desde la primera a la última letra, “aquí estoy, este soy yo”. Con un excelente lenguaje, sencillo y directo, se nos presenta:
“Así pues, yo había nacido en la vivienda de Yalü’yalü Jusayú a fines del año 1933, a la llegada de una noche tal vez muy oscura y silenciosa y al comienzo de la época lluviosa”. Me recordó el estilo del gran Juan Rulfo y su Pedro Páramo y El llano en llamas.
¿Puede un ser humano conocer su destino anticipadamente? En absoluto.
Seria negar el libre albedrío. y el azar. El tiempo y las circunstancias y quienes nos rodean y las personas con las cuales tropezaremos y nos cruzaremos en la vida, tampoco lo sabe nadie.
Nos vamos haciendo y deshaciendo, “gastando y desgastando”. San Agustín en sus “Confesiones” se nos presenta desde el alma o espíritu, viviendo en orfandad con respecto a Dios y “descubriéndolo” como ser y razón de ser para el resto de su vida.
Miguel Ángel Jusayú lo hace desde su realidad concreta, de guajiro, nacido y criado en la Guajira y su tragedia de la ceguera. En su testimonio, no hay queja ni lástima, al contrario identificación total consigo mismo, con su gente y su tierra, con sus costumbres, tradiciones y cultura.
Su realidad-mundo no era “bueno ni malo”, simplemente era y él formaba parte de esa realidad que él no juzgaba, al contrario se sentía bien porque era su hogar.
Para el guajiro su “patria” es la Guajira. Venezuela/Colombia son realidades fronterizas del hombre blanco, del alí’juna, del que no habla nuestra lengua.
Migue Ángel Jusayú, después de una vida de aventuras y desventuras. De joven guajiro en la Guajira pasa a invidente en el mundo alí’juna. Maracaibo, Machiques, Sur del Lago, Maracaibo, Caracas, Instituto para ciegos, aprendizaje del castellano, formación, amores, Medellín, otra vez Machiques y Maracaibo.
En la nativa Guajira pasaba muchas necesidades, como la mayoría, pero con los ali’juna era el “indiecito ciego y pobre y vendedor de lotería”. La discriminación racial y social que si existe en nuestra sociedad a pesar de la “modernización” y el discurso oficial.