Hay una pregunta que tenemos que hacerles a los venezolanos que se han marchado en busca de un futuro mejor y una vida con esperanza para ellos y sus familias, la respuesta que pueden darnos esos 6 millones de compatriotas nos puede ayudar a encontrarle una o muchas respuestas a las interrogantes emocionales que nos hacemos los venezolanos con respecto al tema político, en particular del electoral de cara a las elecciones regionales de noviembre, que ha producido en el seno de la oposición, contradicciones importantes por el cambio de estrategia, que pasó de no participar en comicios convocados por autoridades ilegítimas, a exigir condiciones y garantías, para terminar participando como sea, es decir, con las condiciones del régimen. En ese camino de regreso hay mucha tela que cortar y no están todos los que son ni son todos los que están, hay posiciones a las cuales se les puede hacer observaciones y hasta manifestar desacuerdo, pero no se les puede señalar de incoherentes, María Corina Machado, Andrés Velázquez, Antonio Ledezma, Diego Arría, Henrique Salas Römer y otras importantes figuras de la oposición venezolana, han expresado hasta el cansancio, su desacuerdo y el error estratégico que ha cometido el llamado G4 de participar en las regionales de noviembre.
La pregunta que hay que formularle a los venezolanos que se han marchado y que por supuesto no pueden ejercer su derecho al voto dondequiera que estén, puede ayudar a entender la desesperanza que se siente, pidiéndoles que se coloquen la mano en el corazón les pregunto, si en algún momento antes de tomar la decisión de emigrar, pensaron que Maduro puede salir del poder por votos, controlando el CNE, el Plan República, el TSJ, Contraloría de la Nación, Fiscalía, medios de comunicación y las fuerzas armadas y policiales.
No se puede cuantificar las respuestas, pero si es posible deducir que muchos de los que se han marchado y aquí viene el drama, pensaron que a pesar de todos esos escollos, un pueblo unido con un liderazgo firme y una estrategia correcta, interna y externa puede desalojar del poder a estos facinerosos que han arruinado y saqueado el país. Entonces el problema no es lo que haga o deje de hacer Maduro, el problema es la percepción que se tiene de una parte de la dirigencia que por cambiar de caballo a mitad del río está dejando que la corriente arrastre la esperanza del cambio, al no tener claro qué hacer, o lo que es más grave, si lo sabe, pero prevalecen los intereses partidistas antes que los de todos los venezolanos.
Creo que la peor derrota que podemos sufrir no es la electoral, es la moral, demasiados venezolanos han perdido la vida por defender las libertades, han estado o están presos injustamente, han sido torturados, expropiados, sufren carencias de todo tipo, para que ahora nos salgan que vamos con las mismas caras de siempre a demostrarle al mundo que somos mayoría ganando unas pocas gobernaciones y alcaldías, que van a ser vaciadas de funciones y recursos sin poder cumplir nada de lo que están prometiendo, porque los protectorados evolucionaron hacia un centralismo militarista y de Estado Comunal que está en las nuevas leyes que han aprobado, de manera similar a las que describe el poema del poeta griego Constantino Cavafis “Esperando a los bárbaros”, es decir, a su antojo y conveniencia.
Maduro está acorralado, acosado y sin recursos, levantarse de la mesa en México lo expone a nuevas sanciones, no tengo claro cómo va ese proceso, a donde apunta, acompaño a Guaidó en los objetivos que mantiene, pero no tengo un buen presagio para algo que comenzó mal, continúa peor y tiene muy mal pronóstico.