Entre tantos destinos que se pueden visitar en Europa, A Guarda es un pueblo gallego al sur de Galicia en el que su historia se remonta en los 10.000 a.C.
lapatilla.com | Katerín García
Los asentamientos humanos en A Guarda (en gallego) o La Guardia (en castellano), comenzaron en la era mesolítica, pasando por diferentes etapas evolutivas donde se concentraron las primeras tecnologías de la era de piedra con la industria lítica; luego la cultura de bronce y también el inicio de conflictos bélicos marítimos del mediterráneo con los fenicios y posteriormente los griegos. Estas eras consolidaron la edad del hierro que tuvo, según la historia, un esplendor único en esas tierras.
El arte arqueológico, religioso y civil, son innatos en A Guarda, que además posee playas fluviales y marinas las cuales en algunos casos, por su dualidad de aguas, pueden ser dulces o saladas, según la marea y por lo mismo son de temperaturas frías.
Mas adentro, en las montañas, Las fortalezas del siglo XVII, aún se ven casi perfectamente conservadas, castillo, conventos, internados son algunas de las estructuras que llaman al turismo, por ejemplo están el Castillo de Santa Cruz, la Iglesia de Santa María, la casa de Dos Alonsos o la Torre del Reloj en el casco central de este pueblo; pero el Monte de Santa Trega y el Mirador, son los que permiten ver desde los alto el puerto, todas las playas, el río Miño e incluso llevar la mirada hasta Portugal, país que se encuentra a un paso de la población más meridional de la provincia de Pontevedra y en donde, curiosamente, hay una ciudad llamada Guarda.
El pasado de la villa, está marcado además por invasiones, vandalismo y guerra tras la llegada de los vikingos, los portugueses, y los franceses; sin embargo actualmente esto solo es historia guardada en su biblioteca y ayuntamiento, para actualmente ser una colorida y atractiva localidad pesquera, labor que es admirada y reconocida tanto en hombre como en mujeres.
El litoral español cuenta con tan solo 20.5 kilómetros cuadrados de superficie, por lo que no existe el transporte público fluido, es decir hay dos horarios para el autobús que recorre todo el pueblo en la mañana y en tempranas horas de la noche; siendo para el turista un destino de paz y conexión con la naturaleza y la historia celta.