Una bicicleta a la que le anexaron una carreta con capacidad para dos personas en la parte trasera se convirtió en un nuevo modelo de transporte público en Maracaibo debido a la escasez de combustible y la desaparición de las unidades convencionales. Así lo reseñó El Pitazo.
Las llaman bicitaxis, ciclotaxis, carruchas o carretas. Están forradas con lona en las partes superior y lateral para cubrir a los pasajeros del sol; algunas tienen pequeños ventiladores y otras, hasta cornetas con música. Se ven por todo Maracaibo, capital de Zulia, pero abundan en la zona oeste, en el sector llamado la Curva de Molina.
#Zulia | Las bicitaxis surgen en #Maracaibo ante la escasez de #gasolina y la paralización del transporte público. #29Sep pic.twitter.com/LfSZIoOx15
— El Pitazo (@ElPitazoTV) September 29, 2021
Estas unidades de tres ruedas impulsadas por tracción humana son una ironía en Zulia, el estado donde se perforó hace más de un siglo, en 1914, el primer pozo petrolero de Venezuela, en donde la escasez de gasolina resulta tan contradictorio como que llegase a faltar el café en Colombia o la carne en Brasil.
Virgilio Mengual es conductor de una bicitaxi, por la que paga un diario de cuatro dólares a su propietario. “Esto está saliendo porque cada vez hay menos transporte público. Lo único que quedan son los buses, y la gente se monta en estos «nuevos» vehículos para llegar más rápido”, dijo mientras esperaba por algún cliente que necesitara su servicio.
El precio de los traslados depende de la distancia. Un trayecto corto, de unos 2 kilómetros, lo cobran en 2.000.000 de bolívares, mientras que por una distancia de 5 kilómetros hay que pagar un dólar. Son versátiles en las formas de pago. “Recibimos productos de comida, dólares, pesos, bolívares o pasamos el punto en una tienda”, aseguró Rafael González, otro conductor, quien dijo que ganan entre 7 y 10 dólares diarios.
Los choferes de estas unidades son jóvenes y delgados en su mayoría. “Esto cansa, no es fácil. Aquí uno se gana la plata bien sudado”, aseguró Mengual, de 28 años, quien antes trabajaba como colector de un autobús, que ahora no funciona porque su dueño no tiene dinero para repararlo.
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