Hace 49 años la reveladora escena fue lo más parecido a esto. En Pamplona, España, un trabajador del ‘Diario de Navarra’ recibió un telefax con un titular inesperado: ‘Guerrillero navarro muerto en Colombia’.
Por eltiempo.com
El sorpresivo texto fue a parar a manos de Pablo Baigorri, otro hombre de la redacción regional.
Con tan solo sostener el texto, Baigorri debió sentir que las letras lo quemaban.
“¿Sabes que me has dado la noticia de la muerte de mi hermano?”, exclamó consternado.
Desde ese momento, han pasado décadas de incertidumbre por el desenlace que tuvo Pedro Baigorri, un ciudadano español que el ‘curso de la vida’ llevó a las selvas de Colombia.
Ahora, casi cincuenta años después de su fallecimiento, la zozobra de su familia podría terminar gracias al trabajo de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UPBD) en Curumaní, Cesar, a cerca de ocho mil kilómetros de su municipio natal en el ‘Viejo Continente’.
Nacido para usar uniforme
Una biografía aseguraría que Pedro Baigorri nació en los años treinta, en Zabaldika, una pequeña localidad de la comunidad de Navarra, en el norte de la península ibérica.
Los detalles históricos ahondarían en que, mientras él crecía divirtiéndose con otros niños, cientos de sus connacionales fallecieron en medio de la guerra civil que estalló en 1936 en España.
Es más: desde una mirada un tanto ‘escatológica’ se podría decir que había nacido para usar uniforme y por eso comenzó a interesarse desde muy joven en el arte de la cocina.
En todo caso, Pedro Baigorri comenzó trabajando como chef en San Sebastián, en el País Vasco, y tuvo su primer acercamiento certero con la historia durante los años cincuenta en el icónico Hotel María Cristina, de esa ciudad.
Un día, según relató el periodista vasco Unai Aranzadi en un reportaje, tuvo que cocinarle a Francisco Franco, el general que gobernaba el país desde 1936.
Luego, empacando su filipina, decidió viajar a París, la capital de Francia.
En la tierra de la ‘Liberté, Égalité, Fraternité’, su cocina empezó a llenarse de ingredientes políticos que, con el tiempo, apartaron a los gastronómicos.
Conocer Colombia y viajar a Cuba
En la segunda mitad del siglo XX, la capital francesa fue epicentro de decenas de almas revolucionarias latinoamericanas.
Entre ellas, varias cubanas, como la de Antonio Nuñez Jiménez, científico y militante que logró la victoria subversiva en 1959, cuando ocurrió lo que la historia ha consignado como la ‘Revolución cubana’ y la caída de Fulgencio Batista.
Con Nuñez, Baigorri entabló una relación que incluía una oferta para cultivar champiñones en Cuba y, según indican varios testimonios suspicaces, ‘forjar’ una incipiente afinidad ideológica.
Entrados los años sesenta, Baigorri decidió irse con Colombia Moya, una bailarina mexicana con la que vivió un romance sentimental y ‘filosófico’, a vivir a La Habana.
Allí, por lo que le contó la propia Moya al reportero Aranzadi, “Pedro empezó a codearse con lo más alto. Le tenían confianza todos. Fidel le apreciaba y también Raúl (Castro)”.
Según comentó Pablo, el hermano de Pedro, había fotos de aquel chef español con los líderes del movimiento comunista en Cuba:
“Pero es una pena, porque mi madre las quemó casi todas(…) eran los días del franquismo y tener un hijo metido en algo así, a tanto nivel, daba miedo”, puntualizó Pablo en la charla con Aranzadi.
Alrededor de 1965, su amorío con la mexicana terminó, su labor como cocinero de los Castro menguó y el nombre de su expareja cobró mayor relevancia.
El destino de su vida, según los relatos, gracias a la influencia de hombres como Tulio Bayer, médico y guerrillero caldense, se enfiló hacia ‘otra’ Colombia.
Llegó a este país.
‘Ponerse las botas’ y morir en Colombia
La experiencia de Pedro Baigorri con los movimientos subversivos en Colombia no está del todo clara.
Por lo que refieren varios recuentos, habría aterrizado en Bogotá para trabajar como chef en lugares como el entonces Hotel Presidente, en el centro de la ciudad.
Incluso, según le dijo uno de sus familiares a Ludys Ovalle, periodista de este diario, llegó a cocinarle en la capital colombiana al papa Pablo VI en su visita al país.
Con la solidificación de sus ideas ‘izquierdistas’ en tiempos de Guerra Fría, habría viajado al norte del país para emprender la lucha armada.
Mientras unos dicen que llegó a integrar las fuerzas del Eln, otros aseguran que nunca pudo entablar un contacto con los ‘elenos’ y montó su propio movimiento junto con otros subversivos.
Lo irrefutable entonces parece ser su participación en la lucha armada.
Por lo que le dijo uno de los sobrinos del fallecido Baigorri a la periodista colombiana Catalina Oquendo, de ‘El País’ de España, el padre de quien empezara como chef le escribió una carta en la que lo invitaba a ‘dejar esa vida’.
La respuesta de Pedro habría sido contundente: “Morir en un encierro en Pamplona no tiene sentido. En cambio vale la pena morir para que la gente pueda comer. Vivo fiel a mis principios y a mis ideas, y en el fondo es un homenaje principalmente a vosotros. Nacemos y morimos y lo único que queda es el recuerdo de los seres queridos, pero la vida es dejar algo más. La felicidad no es tal si no es para todos”.
Investigaciones de estudiosos del conflicto en Colombia mantienen que, el 6 de octubre de 1972, durante el gobierno de Misael Pastrana, Baigorri habría fallecido en una operación militar en ‘La Cigüeña’, jurisdicción de San Roque, corregimiento de Curumaní, en el departamento del Cesar.
La esperanza de dar con sus restos
El 30 de septiembre de este año, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) comenzó la intervención del Cementerio Santísima Trinidad de Curumaní, donde se esperan encontrar los restos de personas desaparecidas en aquella época.
Según reportó la entidad en un comunicado, “el universo inicial de víctimas de desaparición en el centro de Cesar es de 1.685 personas”.
Hasta el momento, dice la misiva, la UBPD ha recibido 106 solicitudes de búsqueda de personas desaparecidas. Entre ellas, la de la familia de Pedro Baigorri, quienes ven en esta búsqueda una oportunidad para conocer cómo murió y dónde están sus restos.
“Estamos esperanzados de que esto sea el comienzo que nos permita recuperar sus restos (…) esperamos cerrar el círculo de dolor que nuestra familia ha tenido con la muerte de Pedro”, dijo José Mendia Baigorri, sobrino del fallecido, en conversación con EL TIEMPO a inicios de mes.
De acuerdo con su propio reporte, el 10 de octubre, la Unidad de Búsqueda terminará sus trabajos.
Ese podría ser el comienzo de la ‘paz’ para los Baigorri después de casi cincuenta años preguntándose por el paradero del chef, del romancero y del presunto subversivo.