Despojados de ciertas pertenencias por la distancia física, los sujetos migrantes portan un bagaje cultural que actúa como mecanismo de supervivencia. Su música puede resultar una salida económica, un sostén de identidad, un mecanismo socializador y también un refugio emocional.
Por Óscar Bermeo Ocaña/ El Comercio
Estas son algunas historias migrantes atravesadas por canciones. Como lenguaje de las emociones, la música viene dando señales de cómo hacer más fluido nuestro diálogo intercultural.
El hombre que fabrica esperanzas
Cuando el amor llega así de esta manera
uno no se da ni cuenta
el carutal reverdece
el guamachito florece
y la soga se revienta
Luis Alexander Mujica podía ver en los pedazos de madera tirados lo que otros no veían. En las caminatas diarias, que había trazado junto con su esposa por los recovecos de San Juan de Lurigancho, tenía paradas obligadas frente a algunos talleres de carpintería.
Al llegar al Perú, en el 2019, había frecuentado varios de ellos buscando una oportunidad laboral. “No me daban trabajo por la edad y porque no me conocían, supongo que era desconfianza”, recuerda el hombre nacido hace 55 años en Barquisimeto.
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