Los liberales de izquierdas propusieron en Países Bajos que todos los ministros hagan públicas sus participaciones financieras al asumir el cargo, tras conocerse que el ministro de Hacienda, Wopke Hoekstra, aparece en los papeles de Pandora con una inversión a través de una empresa fantasma con sede en un paraíso fiscal.
La compañía en la que Hoekstra había comprado 26.500 euros en acciones estaba ubicada en las Islas Vírgenes, un conocido paraíso fiscal, pero el actual ministro en funciones asegura que, cuando invirtió en 2009, no sabía dónde estaba ubicada la empresa y “debería haber investigado más” antes de poner ahí parte de sus ahorros.
Sin embargo, en octubre de 2017, cuando se empezó a rumorear su posible nombramiento como ministro de Hacienda en el tercer gabinete del liberal Mark Rutte, Hoekstra, consciente de lo delicado del tema, vendió sus acciones una semana antes de asumir el cargo.
Esa empresa pantalla de las Islas Vírgenes era, en realidad, accionista de otra compañía de safaris y turismo ecológico en Kenia y Tanzania, que había fundado un amigo de Hoekstra, y esa construcción fiscal evita el impuesto a los dividendos a los inversionistas, el mismo que llevó a Unilever a trasladar su oficina central a Londres, en lugar de a la neerlandesa Róterdam.
Esto se conoció gracias a los papeles de Pandora publicados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). Aunque esta inversión es estrictamente legal, las críticas se enfocan en cómo tener dinero en un paraíso fiscal socava la autoridad de Hoekstra como ministro y posible miembro del futuro Gobierno neerlandés.
Pero esta semana Hoekstra decidió revelar todas sus posesiones, lo que mostró que, además de esas acciones, vendió en 2017 una participación que tenía en un fondo de la consultora McKinsey, una provisión de pensión que le ofrecía su entonces empleador, aunque está registrado en Guernsey, una isla el Canal de la Mancha conocida por sus tasas impositivas bajas.
Hoekstra explicó que unos 30.000 socios y empleados de McKinsey participaron en ese fondo, que se creó porque los empleados de la compañía no estaban autorizados a invertir en acciones de otras sociedades cotizadas para evitar conflicto de intereses, pero que, antes de su nombramiento como ministro, consultó e informó a Rutte.
La oposición, en especial la izquierda (los socialdemócratas PvdA, el Partido Socialista, los Verdes, el Partido de los Animales, el anticapitalista Bij1), así como los proeuropeos Volt y la ultraderecha, cuestionan cómo un ministro que ha usado paraísos fiscales es creíble a la hora de luchar contra la evasión fiscal.
Pero Hoekstra ha defendido su credibilidad en todo momento, también ante el Parlamento, donde dijo que ha respetado las reglas, incluso cuando era senador democristiano (2011-2017), y que la inversión en las Islas Vírgenes no fue con ánimo de lucro, la incluyó en su declaración de la renta y donó las ganancias que obtuvo a una fundación de investigación del cáncer.
Además, recordó que la lista negra europea de paraísos fiscales no se elaboró hasta diciembre de 2017, dos meses después de su llegada al cargo, y esa lista sólo entró en vigor en Países Bajos en 2019.
En Países Bajos, los ministros ya están obligados a declarar sus participaciones financieras al primer ministro antes de ser nombrados, pero lo que quiere el partido progresista D66 es que estos detalles se hagan públicos, por lo que proponen introducir una nueva legislación de transparencia durante las negociaciones en marcha de la formación de Gobierno.
Este verano, el organismo anticorrupción del Consejo de Europa (GRECO) criticó a Países Bajos por no movilizarse mejor contra la corrupción y no poner en práctica ninguna de las recomendaciones de este organismo, como la introducción de un código de conducta a los ministros, para que declaren sus intereses económicos mientras estén en el cargo.
La elusión fiscal no es ilegal, puesto que se basa en el uso de vías legales para reducir al máximo el pago de impuestos, pero no los evade ocultando ingresos. Sin embargo, en los últimos años han aumentado las críticas sobre las multinacionales que utilizan paraísos fiscales para evitar pagar grandes cantidades de dinero a las autoridades estatales.
A pesar de las frecuentes críticas a su estructura fiscal, Países Bajos no se considera oficialmente un “paraíso fiscal” y “la evasión fiscal es un subproducto de tener un clima de inversión atractivo”, explicó a Efe Arjan Lejour, de la Oficina de Análisis de Política Económica (CPB) del Ministerio holandés de Economía. EFE