Finalmente pude vacunarme. Conforme a las estadísticas más confiables, las emitidas por la Federación Médica de Venezolana, ahora soy parte del apenas 15% de ciudadanos vacunados con primeras dosis de alguna vacuna en plena tercera ola de Covid – 19. Antes de vacunarme me preguntaba ¿por qué va tan lenta la vacunación si es la única forma conocida hasta ahora para luchar contra la pandemia? Recuérdese que de las “góticas milagrosas de José Gregorio Hernández” ya ni hablan sus mismos patrocinadores. Pues bien, mi interrogante tuvo respuesta al asistir a la Medicatura de Tocuyito para inmunizarme.
Este sábado 9 de Octubre llegué a la cola para recibir la vacuna, la gente en la fila sin ningún tipo de guía permanecía muy junta, sin distanciamiento social, a la intemperie, con el sol picante de estas fechas y pasando horas de espera. Luego, una vez llegado el turno, entré a las instalaciones donde, por grupos de 10 personas, se hace una segunda cola para recibir la dosis. Pude ver a una funcionaria, supuse que la que estaba a cargo, indicando al resto de personal a eso de las 12 del mediodía, “listo por hoy, ya no reciban a nadie más”, es más que claro que esas expresiones denotan una carencia total de sentido de la emergencia y la responsabilidad que exige el contexto pandémico, al contrario, en su mente, estamos en un operativo más, un día normal del 2018.
Al llegar al punto para recibir la inyección, le pedí a la que supongo es una enfermera (no tenía ninguna identificación que me permitiera tener certeza) que me suministrara la etiqueta que tiene el envase de la dosis que me administró, me dijo que eso no se permite, que puede solo mostrarme el envase, saqué mi teléfono para tomarle una foto, me dijo que estaba prohibido tomar fotos. Ante tanto misterio, le dije que tengo derecho a saber qué me están colocando y la conversación terminó al ella decirme “estoy haciéndote un favor” y que dejara de “ser grosero”.
Los que me conocen no pueden decir que “grosero” sea una expresión que me pueda describir adecuadamente. Pero, suponiendo que hubiese incurrido en exigir “groseramente” la etiqueta de la dosis o al menos la foto de la etiqueta de la dosis, ¿eso habría anulado mi derecho a conocer qué fármaco estoy recibiendo?. Una persona de la cola me dijo “es que aquí parece que están vacunando pollos o cochinos en una finca” y, en efecto, más por la actitud que por el volumen de vacunados, tal parece que para nuestro sistema de salud no somos seres humanos.
Una de las enfermeras me confesó, “no permitimos fotos porque aquí nos han pasado muchas cosas, hasta el CICPC ha venido para acá, hemos pasado muchos sustos”. Entonces el asunto tiene otro matiz, ¿puede que el personal de salud actúe de esa forma por miedo? Si es así, ¿es justificable? Pues no. Es un derecho humano internacionalmente reconocido no ser sometido a experimentos científicos, para que ese derecho pueda defenderse, no hay de otra, los pacientes deben tener información de los fármacos que reciben y, en todo caso, otorgar un consentimiento informado para participar en un experimento. Si queremos que la gente vaya a vacunarse, cuestión que creo imprescindible, los ciudadanos deben sentir la confianza que da la transparencia no el miedo que da el misterio y lo oculto.
Mi segunda dosis debo recibirla el 30 de octubre, pues bien, me gustaría describir lo deseable en este servicio público. Me gustaría que el personal de seguridad del perímetro adyacente a la medicatura, indicara a las personas de la cola el distanciamiento social necesario, que suministrara hidratación y alcohol de forma constante a las personas en la fila, que al entrar los grupos de 10 a las instalaciones para suministrar las dosis, en esa espera, un personal capacitado e identificado le suministre información a los pacientes sobre la vacuna, las recomendaciones, las contraindicaciones y respondan las preguntas de los ciudadanos. ¿Es mucho pedir?
Por otra parte, nuestros mediocres números de vacunados no pueden mejorar si solo tenemos un punto de vacunación para todo el municipio Libertador. Pero, incluso teniendo solo a la medicatura para ello, ¿no es recomendable su funcionamiento por 24 horas los 7 días de la semana?, los domingos no se vacuna, los sábados no se vacuna después del mediodía, durante la semana también se cierra el servicio después de cierta hora… ¿es que acaso no se entiende que estamos en emergencia? ¿O la actitud predominante es que “nos están haciendo un favor” y, por tanto, debemos dejar de “ser groseros”?. ¿Cuál es el problema? ¿No se tiene personal?, ¿los sueldos son muy bajos?, ¿no hay responsable ni supervisor o los supervisores responsables no les interesa la vacunación?. Por cierto, a la fecha, ni el Alcalde, ni Insalud, ni nadie ha dicho cuantas vacunas se han suministrado en el municipio Libertador ¿nos sorprende? No nos sorprende.
Julio Castellanos / [email protected] / @rockypolitica