Nicolás Maduro ha perdido definitivamente a uno de sus mayores aliados a manos de EE UU: el colombiano Álex Saab ha sido extraditado a Miami, donde le espera un juicio por lavado de dinero y enriquecimiento ilícito que lo podría condenar a 20 años en prisión. Sin él, el régimen chavista no solo deja de tener a un operador financiero fundamental sino el control sobre una inmensa cantidad de secretos de cómo funciona el andamiaje económico bolivariano.
Investigaciones periodísticas y de parlamentarios opositores han determinado que Saab, cuya relación económica con el chavismo comenzó hace casi una década, terminó convertido en una suerte de zar de los negocios. De construir viviendas de bajo coste e importar alimentos, enriqueciéndose con sobreprecios y entregando comida que incumplía estándares nutricionales, terminó siendo el responsable de triangular montones de importaciones a través de Turquía, Irán, Emiratos Árabes y Rusia, entre otros países.
Algunos, como el diputado opositor Carlos Paparoni, lo han llamado el ministro de Economía en las sombras de Maduro, encargado de operar conexiones del régimen venezolano en el mercado negro, una manera de sobreponerse a las sanciones que Washington impuso a la industria petrolera venezolana y a las importaciones estatales.
Cuando fue detenido en Cabo Verde, en Caracas se encendieron las alarmas: lo nombraron embajador, le dieron nacionalidad venezolana, afirmaron que tenía estatus diplomático y comenzó una intensa campaña publicitaria, amén del pago de su defensa encabezada por el ex juez español Baltasar Garzón que se calcula ha consumido unos 170 millones de dólares.
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