Lo que mas indigna es saber que miles de millones de dólares de factura venezolana terminen depositados en los paraísos fiscales que usan los delincuentes que han estafado a Venezuela en complicidad con unos gobernantes que se han dedicado a saquear al país, mientras mujeres venezolanas fallecen por carecer de servicios de quimioterapia para ganarle la batalla al cáncer de mama.
Las denuncias no paran y así se va uno enterando que la comida que compraban con esos dólares, no solo era de mala calidad y que en muchos casos estaba a punto de perecer, sino que las transacciones implicaban arreglos con sobre precios, sobre facturaciones o simplemente compras ficticias. ¿Puede alguien, que se aproveche de la crisis de un pueblo para sacar ganancias a costa de su hambruna, tener perdón de Dios?.
Lo doloroso es que por un lado van retumbando esas noticias que dan cuenta de lo que se robaron en CADIVI, de lo que estafaron en el Fondo Chino, o en los bancos que utilizaban como puentes para llevárselo todo, y por otra parte vamos viendo como mueren venezolanos por efectos de la fiebre amarilla y por la inclemencia del COVID-19, a la vez que seguimos viendo por las redes sociales los partos callejeros de madres venezolanas que no pueden ser atendidas en un centro materno digno de una mujer.