Por ahí escuché o leí: “la visita del Fiscal de la CPI es un acontecimiento inédito en nuestro país. Ojalá que su presencia ayude a reforzar las evidencias que permitan un juicio y una condena ejemplar a quienes hayan violado las leyes”. Diría que es una aspiración equilibrada, en un escenario con tantas certezas como incertidumbres.
Una de las mayores certezas es que el régimen está preparado para recibir al fiscal Karim Khan, mientras muchos continúan inmersos en las expectativas de su visita. Otra certeza apunta a aprovechar la oportunidad de tenerlo en Venezuela, como diría mi profesor Jhon Magdaleno, por aumentar el costo de represión para el régimen mientras permanezca en Venezuela y, quien quita, después que se vaya también.
De momento, hemos visto ciertos efectos del alza de los costos de represión en la persona de presos políticos, a la par de temas que se han vuelto KK (casualmente las iniciales del fiscal) para el régimen, uno de ellos, las denuncias de 1.197 ejecuciones extrajudiciales en 9 meses, según Provea y otras Ong´s, ante las cuales afloró un arriesgado silencio oficial.
Digo arriesgado por demostrar debilidades en el régimen para encarar abiertamente, dada la proximidad del arribo esperado, temas o casos muy bien documentados, que, como es lógico, procurará evitar que lleguen a mano del Fiscal y su equipo técnico por la crudeza como constan en registros no oficiales en manos de Ong´s, menos aún querrá que escuchen de viva voz testimonios de excesos, atropellos y demás conductas violatorias de derechos humanos.
Sin embargo, el fiscal de la CPI y su delegación, por más conocimiento que tengan de la realidad judicial venezolana, de la institucionalidad judicial, de las víctimas del sistema judicial y de los organismos de seguridad, están obligados a fomentar confianza en Venezuela, por tanto, deben hablar con la ciudadanía venezolana, lo cual no sólo es un deseo sino un cometido inscrito en el plan de su visita. Veamos.
¿A qué viene el Sr. Karim A A Khan QC? A una visita oficial, que incluye “reuniones con distintos interesados”, entre los que se cuentan “organizaciones de la sociedad civil y no gubernamentales”, en el interés “del Fiscal Khan de intensificar las relaciones directas con la región y explorar vías de cooperación en consonancia con el principio de complementariedad.”
Y como el principio de complementariedad que rige a la CPI, actúa u opera cuando las autoridades judiciales nacionales no han investigado ni sancionado a responsables de delitos, precisamente lo que sucede en Venezuela, es posible que el Fiscal Khan tenga expectativas de que las autoridades venezolanas produzcan avances en la investigación, o como dice un amigo, tal vez quiera darles un último chance para que lo hagan.
En todo caso, hay que hacerle ver que podría caer en una ingenuidad, pues el régimen es diestro en “maquillaje” o “latonería y pintura”, como dice Tamara Sujú, para disimular, por ejemplo, “detenciones arbitrarias, represión y terror”. Muestras hemos visto en la antesala de la visita, como tácticas y estrategias sofisticadas para evadir sus responsabilidades.
En este punto, no debe haber sorpresas. Tarek William Saab ya lo dijo, Karim Khan, según él, viene a “evaluar de primera mano la buena marcha de nuestras instituciones y mantener un diálogo honesto con sus representantes”. Y llevan meses preparándose, ergo, tienen todo montado para mostrar avances insospechados en el marco de la lógica bizarra oficial.
¿Cómo contrarrestar esa treta? Desde Amnistía Internacional pidieron al fiscal de la CPI que “escuche a las víctimas”, un clamor con posibilidad de convertirse en el factor que coadyuve a lograr un espacio de encuentro con el alto funcionario, por su intensidad creciente, con proyecciones de hacerse ensordecedor tan pronto la delegación de la CPI pise suelo patrio.
Por ejemplo, desde ya las diferentes Ong´s defensoras de los derechos humanos están convocando a congregarse el viernes 29 en la sede del PNUD, ubicada en la Avenida Francisco de Miranda, Chacao, para solicitar al fiscal Khan que escuche a las víctimas y familiares que han sido sometidos a la violación de sus derechos humanos.
Esta es sólo una de las iniciativas en marcha, además de llamados a salir a protestar pacíficamente, pero con mucha fuerza, por todas las violaciones a los derechos humanos de las que somos víctimas a diario desde hace dos décadas. Por más aventurado que suene, habida cuenta de los altos costos que representaría para el régimen reprimir a quienes salgan a manifestar, podría representar un eventual punto de inflexión o quiebre.