La vida de un marine está envuelta en grandes batallas. La única forma de avanzar es con inteligencia, compromiso, perseverancia y valentía. Impulsado por un espíritu de lucha, David Mantilla logró superar numerosos obstáculos en el suelo estadounidense y se enfrentó a una de sus misiones más arriesgadas en Afganistán. “Había días en los que uno no sabía si iba a ser el último”, contó.
En medio de este conflicto, abrumado por la incertidumbre, fue testigo de trágicos acontecimientos que marcaron su trayectoria. Después de un año en el país afgano, su perspectiva cambió por completo. En esta plática reveladora, conocerás al hombre que defiende con honor más allá de un distintivo: Su orgullo de ser venezolano.
Por Elizabeth Gutiérrez/ lapatilla.com
La niñez y adolescencia de David Mantilla transcurrieron en Los Magallanes de Catia. En 2004 decidió irse a Estados Unidos en busca de un futuro estable para desarrollarse profesionalmente y respaldar económicamente a su familia. Las probabilidades de fracasar eran numerosas, pero no descansó hasta encontrar un empleo digno.
“Era rudo conseguir un trabajo honrado, que me generara dinero para poder ayudar a mi familia en Venezuela y sobrevivir en este país. Comencé trabajando en construcción, lavando platos en restaurantes, parqueando carros en un hotel, paleando nieve, arreglando aire acondicionado y limpiando piscinas”, expresó.
Luego de una etapa difícil, fijó su nuevo destino para pertenecer a la Marina de Estados Unidos. Como buen guerrero, lo logró. “Llegó un momento en mi vida en el que me sentía estancado, no veía una evolución. Tenía familiares que estaban en la Marina y me decían. También, veía lo que habían hecho. Entonces, esperé a que mis documentos estuvieran en regla, trabajé para hablar bien el inglés e inicié el proceso”, manifestó.
Mantilla alcanzó un rango como sargento de arma y está a cargo de la seguridad de la base en Virginia. En marzo de este año consiguió una de sus metas más anheladas, que era conseguir su título en Seguridad Cibernética. Actualmente, continúa asistiendo a la universidad para obtener una maestría y comparte con entusiasmo su progreso.
“He tenido mis entrenamientos en sitios que nunca imaginé. Conozco varios países, estados dentro de EEUU, he tenido muy buena experiencia, he aprendido muchas cosas: Artes marciales, disparar diferentes armas y otras cosas que jamás pensé que iba a hacer”, relató.
La misión en Afganistán
David estuvo entre las tropas estadounidenses que combatieron durante las hostilidades en Afganistán. Representó un reto físico y al mismo tiempo, emocional. Se preparó para todo, menos para la pérdida de sus compañeros.
“Quedamos encargados de la provincia Hilmand, en el sur de Afganistán. Lo más difícil fue sufrir la pérdida de mis compañeros durante el ataque que se hizo antes que salieran todas las tropas. Pega sentimentalmente ver que vas con cierta cantidad de compañeros y lamentablemente, no todos regresan con vida. Aunque se entiende el objetivo”, dijo.
En su retorno a Estados Unidos, se dio cuenta de la magnitud del conflicto y cómo esa vivencia lo transformó. Aseguró que es la misión que más le ha marcado. Incluso, en muchos momentos de angustia, temió por su vida.
“Fue fuerte. Estando en la guerra uno nunca sabe lo que pueda pasar. Gracias a Dios estoy completo, con mi familia. Es una vivencia única que no todo el mundo puede contar y aprendí mucho sobre ella. Me ayudó a crecer como persona, como militar, como líder y a ver la vida de una manera distinta”, detalló.
“Quiero reflejar de dónde soy”
David Mantilla no olvida su origen y lo presume sin recelo alguno. “Quiero reflejar de dónde soy, que vean mi historia, mi motivación, que llevo el nombre de Los Magallanes de Catia con mucho orgullo y que de ahí, con mucho trabajo, dedicación y mucha creencia en ti mismo, puedes lograr lo que quieras”, afirmó.
Asimismo, compartió su esperanza por regresar a Venezuela para recorrer los destinos turísticos que antes no pudo conocer por sus “bajos recursos” como Margarita, Los Médanos de Coro, Mérida el Salto Ángel y otros más. No obstante, confesó cómo se visualiza a futuro. “Me imagino graduado con mi maestría y buscando otra carrera. Quisiera abrir una compañía de seguridad, enseñarle a la gente cómo ser responsable con sus armas, realizar entrenamientos con defensas personales y usar la experiencia de mis títulos universitarios”.