Desmontado por activa y por pasiva el mantra de ‘el tamaño no importa’, podríamos pensar que bajo ese paraguas se han abrigado miles de hombres como excusa o pretexto -en lo bueno y en lo malo- para justificar su rendimiento amatorio. Sin embargo, el tamaño importa, e incluso lo hace mucho más cuando hablamos del orgasmo femenino, ese gran desconocido para muchos hombres, que puede llegar al éxtasis a una mujer por una doble vía.
Por JAIME DE LA HERAS / vozpopuli.com
La destreza de la pareja sexual (o de uno mismo), la genética (sí, la genética también influye), tamaño y distancia son protagonistas del idilio que una mujer pueda tener con su sexualidad. A ello hay que añadir, lógicamente, una pizca de libido que sirva para estimular la pasión (lo cual será más sencillo incluso a través de la dieta).
Pero hoy no hemos venido a hablar de las mañas para conseguir un mayor placer, ni a crear tips en torno a cómo ser un buen amante. Incluso no vamos a hablaros de lo que ciertos estudios alegan sobre la influencia genética para alcanzar más y mejores clímax. Hoy nos vamos a limitar a una aparente perogrullada, pero absolutamente real: el orgasmo de la mujer también depende, en cierto modo, de tamaños y distancias.
Para ello hay que poner el foco en el clítoris, parte fundamental de la sexualidad femenina, y cuya única funcionalidad es producir placer. No tiene funciones reproductivas y no juega ningún papel en el aparato excretor, sino que su único cometido es el de ser un placentero aliado durante las relaciones sexuales, un caso único en la fisonomía del ser humano.
Hablamos así de más de 8.000 terminaciones nerviosas concentradas en un aparente pequeño punto de apenas dos milímetros de largo, en una mezcla de tejido eréctil, músculo y nervios que exteriormente (lo que se conoce como glande) ofrece entre uno y dos centímetros de tamaño, pero que interiormente puede medir hasta 12 centímetros -aunque lo habitual es que su medida vaya desde los siete centímetros hasta los 12 citados, repartiéndose por todo el perineo interno, donde se aloja.
Ahí entramos en la batalla del tamaño y también en la producción de orgasmos, donde ciertas teorías refrendan que el placer en la mujer se da principalmente en el clítoris y de ahí se irradia a la vagina, que es la actriz secundaria en esta búsqueda de la felicidad. Razón por la que son más abundantes y frecuentes los clitorianos que los vaginales, lo cual hace que no siempre la penetración sea necesaria para alcanzar el clímax.
Orgasmo femenino: la importancia de distancia y tamaño en el clítoris
La felicidad puede medirse en centímetros. De hecho, podríamos decir que es casi una cuestión de milímetros. Así al menos lo refrendan algunos estudios que avalan que las posibilidades de llegar al clímax para las mujeres varían en distancia y tamaño, como ejes sobre los que el placer se rige y que están exentos -en parte- de la excitación ajena que puedan sentir o de una simple cuestión de pericia.
Encontramos así que tanto tamaño como distancia importan, y mucho. Los resultados provienen de un estudio conducido por investigadores del hospital Good Samaritan de Cincinnati (Estados Unidos) donde las encuestas a 30 mujeres premenopaúsicas indicaron que aquellas que sufrían anorgasmia (la imposibilidad de alcanzarlo) tenían clítoris más pequeños y más alejados de la vagina.
Un rubicón figurado que otros estudios han tratado y que supone comprobar que la distancia entre ambas partes también es fundamental para entender el placer en el caso de las mujeres. De hecho, este problema no es una cuestión moderna, sino que ya preocupaba hace más de un siglo. Concretamente a la psicoanalista e investigadora Marie Bonaparte (y nieta del emperador francés), que publicó un estudio (bajo pseudónimo) que medía la ubicación del clítoris y la abertura vaginal en más de 200 mujeres.
Los resultados, ahora quizá no tan sorprendentes, fue que había tres tipos de ubicación en función de la distancia. Paraclitoridianas para las mujeres donde la distancia era inferior a los 2,5 centímetros. Teleclitoridianas en las que es superior a esos 2,5 centímetros y mesoclitoridianas cuando son 2,5 centímetros exactos. La prueba, trasladada al empirismo y a las encuestas, dio como resultado que las mujeres paraclitoridianas tenían más orgasmos durante el coito que las dos anteriores, en especial las teleclitoridianas, que tenían más dificultad para alcanzar el clímax.
La teoría, llevada al siglo XXI, también ha sido trabajada por ese estudio del hospital Good Samaritan que se presentó en la reunión anual de la Sociedad de Cirujanos Ginecológicos de 2013, y que revela que la distancia sí importa. Todo ello resumido en una mera cuestión de proximidad, sosteniendo la teoría de que cuanto mayor fuera el glande y más cerca estuviera de la entrada de la vagina, se podría disfrutar con más facilidad porque la fricción sería más accesible.
Es lo que incluso algunos investigadores han bautizado como ‘regla del pulgar’. Es el caso de Kim Wallen, profesor de Psicología y de Neuroendocrinología del Comportamiento en la Universidad de Emory (Estados Unidos), que en 2008 sostenía que la medida áurea era la distancia de 2,5 centímetros entre clítoris y abertura vaginal, o lo que es lo mismo, la distancia entre la punta del pulgar y el nudillo.