La forma directa de votar por Maduro es mediante la tarjeta del Psuv. Pero hay dos formas indirectas de hacerlo. La primera de ellas es sufragando por aquellos partidos cuyas tarjetas fueron secuestradas por el TSJ para ponerlas al servicio de Nicolás Maduro y así pretender dividir el voto opositor. Este es el caso de candidatos a alcaldes a gobernadores en varios estados entre ellos Anzoátegui, Nueva Esparta, Zulia, entre otros. Se trata de una operación política que tiene un solo propósito: confundir a los electores para restar votos a los candidatos de la Unidad y así facilitar el triunfo del Psuv. No hay otra explicación al lanzamiento de esos candidatos cuyo mensaje no es la crítica y el cuestionamiento al régimen encabezado por Maduro, sino a las fuerzas de la Unidad Democrática. La otra manera de votar por Maduro y el Psuv es no votando. Quedándose en casa el día de las elecciones.
La política abstencionista, salvo coyunturas muy específicas, lleva a un solo camino: a un callejón sin salida de donde luego se sale retrocediendo. Imaginemos por un momento este escenario absurdo donde las fuerzas democráticas se abstienen de participar en las elecciones del 21 de noviembre y consiguientemente el Psuv gana todas las gobernaciones, todas las alcaldías y se hace con todos los concejales y diputados regionales. En esas condiciones, ¿estaremos en mejores o peores condiciones para activar un eventual referendo revocatorio en 2022 y concurrir a una elección presidencial? Claramente estaremos peor. Quienes llaman a la abstención no tienen nada que plantear para seguir en la lucha por liberar a Venezuela del régimen de Maduro. Su única propuesta es invocar a una combinación de más sanciones y la amenaza no creíble de una intervención militar extranjera, cada vez más lejana e improbable. Su otro argumento es la cacareada legitimidad de Maduro. Éste no se legitima por la participación o no en una elección.
Planteadas las cosas así, gente de buena fe que ha luchado por salir de esta tragedia en la cual está sumida Venezuela, al llamar a la abstención le está haciendo un favor enorme a Maduro, al restar votos a los candidatos de la Unidad. Este fenómeno, por cierto, está circunscrito principalmente a una clase media cada vez más reducida, por cuanto en los sectores populares, en palabras llanas, los pobres, la realidad es otra: la disposición a votar es mayor porque entienden que a ese derecho no se debe renunciar. En una elección polarizada, donde las diferencias pueden ser estrechas, quien llama a la abstención, está favoreciendo a Maduro. A pesar del ventajismo, nuestros candidatos están en la calle, movilizando a esa mayoría descontenta que es el pueblo venezolano. Ello contribuye a nuestro objetico de consolidar una gran fuerza popular para tomar el poder, restablecer la democracia y alcanzar la prosperidad en Venezuela.