A Maduro le está cayendo un aguacero que no amaina, a nivel internacional su credibilidad está por los suelos, internamente el descontento es enorme y para contener un poco la bola que montaña abajo amenaza con dejarlo en la calle, ha pisado el acelerador para pintar el mapa de rojo en las regionales del 21 de noviembre y así poder jugar con los resultados a su favor intentando disminuir los daños de la caída espectacular de legitimidad y confianza.
Las posibilidades que las oposiciones que decidieron participar salgan victoriosas son casi nulas, la extradición del ciudadano colombiano Alex Saab a los Estados Unidos y la casi segura del General Hugo Carvajal encendieron las alarmas en Caracas y La Habana, de tal forma que se levantaron del único escenario internacional que les daba un poco de reconocimiento, esta decisión deja por su parte en un limbo a la oposición liderada por Guaidó que insiste en la búsqueda de un acuerdo para salir de la crisis, una elección presidencial anticipada que de ninguna manera Maduro va a aceptar.
La estrategia de Maduro es arrasar en las regionales utilizando todo el ventajismo y las triquiñuelas que le han dado triunfos en el pasado, recordemos que la convocatoria a elecciones es ilegitima, ya que ha sido convocada por un CNE nombrado por un organismo que no tiene facultades para tal designación, pero como en la política venezolana de los últimos tiempos el gatopardismo es una práctica cotidiana, existen factores opositores que no están interesados en un verdadero cambio y se prestan por ambiciones personales a hacerle el juego a la estrategia de Maduro, que no es otra que demostrar que el país lo apoya para así poder sentarse de nuevo en México sin la amenaza de que lo presionen a una elección presidencial antes del 2024 y de paso restarle peso a un eventual revocatorio, ya que los resultados en las regionales serían suficiente argumento para negarse acordar nada en ese sentido.
Sin embargo el país no se acaba el 21 de noviembre y a pesar de la pequeña ayuda que está recibiendo de un sector desgastado de la política que insiste en la vía electoral sin garantías, condiciones y transparencia, la realidad es que los acontecimientos que se están suscitando pueden darle la vuelta a la realidad de manera sorpresiva, inesperada, porque hay mucho temor en la cúpula de poder y en los factores que lo sostienen. En estos pocos días que nos separan de las elecciones regionales pueden ocurrir muchas cosas, salir a flote muchos secretos que impliquen decisiones por parte de la justicia transnacional y del gobierno interino presidido por Juan Guaidó, quien se encuentra en una posición de debilidad porque el Acuerdo de Salvación Nacional está en el congelador y tiene en sus manos la responsabilidad histórica de preservar el apoyo internacional que en una convivencia con el régimen se diluiría rápidamente, no dudo que la decisión de encarar a Maduro dejándolo solo en el campo va a ser complicada a lo interno, pero es la única estrategia que garantiza la continuidad del interinato más allá de enero con el apoyo de los aliados y la esperanza de una transición que no se avizora, pero tampoco se descarta ocurra en cualquier momento, porque en Venezuela el clamor por justicia es mucha y el caldo que se está cocinando es explosivo y puede hacer volar la olla social en contra de un gobierno indolente e incapaz de atender las necesidades de los venezolanos.