La Amazonía, un paraíso casi perdido (FOTOS)

La Amazonía, un paraíso casi perdido (FOTOS)

Vista aérea que muestra el humo de un incendio ilegal que destruyó la selva tropical de la Amazonia en Porto Velho, estado de Rondonia, Brasil, el 15 de septiembre de 2021. – La Amazonía, la selva tropical más grande del mundo, los llamados “pulmones de la Tierra”, en la que se encuentra la humanidad. Contando con inhalar nuestra contaminación, ahora está emitiendo más carbono del que absorbe. La destrucción se ha acelerado -especialmente en Brasil- donde el presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro empuja para abrir tierras protegidas y resguardos indígenas a la agroindustria y la minería (Foto de MAURO PIMENTEL / AFP)

 

Desde el aire, la Amazonía aparece como una ilimitada extensión verde oscuro, un lugar rebosante de vida salvaje surcado por ríos azules.

Ilimitada hasta que deja de serlo. En los márgenes de la mayor selva tropical del mundo, surgen cual cicatrices vastas manchas marrones, resultado de la deforestación y los incendios provocados para abrir paso a carreteras, minas de oro, cultivos y especialmente fincas de ganado.





Es lo que se conoce como el “arco de deforestación”, que avanza rápidamente por Sudamérica y supone un cataclismo para el planeta.

Vista general de un área quemada de la selva amazónica en los alrededores de la ciudad de Porto Velho, estado de Rondonia, Brasil, el 15 de septiembre de 2021. – La cuenca del Amazonas ha absorbido, hasta hace poco, grandes cantidades de las emisiones de carbono de la humanidad, contribuyendo a evitar la pesadilla del cambio climático desenfrenado. Pero los estudios indican que la selva tropical se está precipitando hacia un “punto de inflexión”, en el que se secará y se convertirá en sabana, con 390 mil millones de árboles muriendo en masa. La destrucción ya se está acelerando, especialmente desde que el presidente Jair Bolsonaro asumió el cargo en 2019 en Brasil, hogar del 60 por ciento de la Amazonía, con un impulso para abrir tierras protegidas a la agroindustria y la minería. (Foto de MAURO PIMENTEL / AFP)

 

Hasta hace poco, gracias a su frondosa vegetación y al milagro de la fotosíntesis, la cuenca amazónica absorbía masivas cantidades de las emisiones de CO2 provocadas por el hombre, lo que permitía retrasar la pesadilla del cambio climático.

Pero varios estudios indican que el bosque tropical avanza hacia un “punto de inflexión”, en el que se convertirá en sabana con la muerte masiva de sus 390.000 millones de árboles.

La destrucción se acelera, especialmente desde que el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro llegó al poder en 2019 en Brasil, que alberga el 60% de la Amazonía, con planes de abrir las tierras protegidas al agronegocio y la minería.

Entre sus primeras víctimas figura el entramado de especies interdependientes, que suman más de tres millones, incluidas la majestuosa águila arpía y el fascinante jaguar.

Un capibara se muestra en Porto Jofre, Pantanal, estado de Mato Grosso, Brasil, el 1 de septiembre de 2021. – La cuenca del Amazonas, hasta hace poco, absorbió grandes cantidades de las crecientes emisiones de carbono de la humanidad, ayudando a evitar la pesadilla del cambio climático descontrolado. Pero los estudios indican que la selva tropical se está precipitando hacia un “punto de inflexión”, en el que se secará y se convertirá en sabana, con 390 mil millones de árboles muriendo en masa. La destrucción ya se está acelerando, especialmente desde que el presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro asumió el cargo en 2019 en Brasil, hogar del 60 por ciento de la Amazonía, con un impulso para abrir tierras protegidas a la agroindustria y la minería. (Foto de CARL DE SOUZA / AFP)

 

Las violentas incursiones de los mineros ilegales en tierras indígenas se ensañan además con los pueblos nativos, garantes de la selva gracias a sus conocimientos tradicionales y su respeto por la naturaleza.

Pero la catástrofe no acaba aquí.

Si la Amazonía alcanza el punto de no retorno, en vez de ayudar a frenar el calentamiento global, lo acelerará, expulsando el equivalente a una década de emisiones de dióxido de carbono en la atmósfera. “Estamos matando la Amazonía”, advierte la química atmosférica brasileña Luciana Gatti.

“Por muy negativas que sean las previsiones (sobre el cambio climático), de hecho son optimistas”. “Alcanzaremos ese escenario horrible mucho antes” de lo previsto, afirma Gatti.

(ARCHIVOS) En esta foto de archivo tomada el 15 de marzo de 2020 una lancha acelera sobre el río Jurura en el municipio de Carauari, en el corazón de la Selva Amazónica brasileña. – La Amazonía, la selva tropical más grande del mundo -los llamados “pulmones de la Tierra- en el que la humanidad cuenta para inhalar nuestra contaminación, ahora emite más carbono del que absorbe. La destrucción se ha acelerado -especialmente en Brasil- donde mucho -El presidente de derecha Jair Bolsonaro impulsa la apertura de tierras protegidas y reservas indígenas a la agroindustria y la minería (Foto de Florence GOISNARD / AFP)

 

Por un lado, esta es una historia de villanos: de hombres violentos con sombreros de vaquero que explotan una tierra sin ley, de corrupción política, de desigualdades masivas y de un apetito por el dinero obtenido a partir de las riquezas de la tierra.

Pero también incumbe a toda la humanidad, al cuestionar desde nuestra relación con la naturaleza, hasta nuestro frenesí consumista.

El agricultor brasileño Regino da Silva posa frente a su casa donde vive dentro de la selva amazónica en la ciudad de Sao Felix do Xingu, estado de Pará, Brasil, el 20 de septiembre de 2021. – La Amazonía, la selva tropical más grande del mundo -la so- llamados “pulmones de la Tierra”, en los que la humanidad cuenta para inhalar nuestra contaminación, ahora está emitiendo más carbono del que absorbe. La destrucción se ha acelerado -especialmente en Brasil- donde el presidente Jair Bolsonaro presiona para abrir las tierras protegidas y los indígenas. reservas a la agroindustria y la minería (Foto MAURO PIMENTEL / AFP)

 

Después de todo, el oro, la madera, la soja y la carne que destruyen la selva es una cuestión de oferta y demanda.

Los productos que están matando la Amazonía se encuentran en las casas del mundo entero. /AFP