Solo hay angustia entre las familias después de conocer que, durante doce años, un electricista abusó sexualmente de, al menos, 100 cadáveres de mujeres, incluidas niñas, mientras trabajaba en hospitales. David Fuller se grabó y fotografío a sí mismo junto a los cuerpos, mientras también admitía haber asesinado a dos mujeres en 1987 en Reino Unido.
Por La Razón
Las 99 víctimas conocidas se encontraban repartidas en depósitos de cadáveres en el Hospital de Kent y Sussex en Tunbridge Wells, que cerró en septiembre de 2011, y en el Hospital Tunbridge Wells de reemplazo en la cercana Pembury. Su último ataque versaría en noviembre del año pasado. Los policías admiten que nunca sabrán cuántas mujeres fallecidas fueron violadas, y no se descarta que haya miles de víctimas más, pero no se han identificado. “Nunca habíamos visto nada como esto”, aseguran. En ocasiones, regresaba durante varios días para violar a la misma víctima.
A principios de 2015, se vio obligado a una verificación de antecedentes penales por primera vez, después de que se revelara que había agredido sexualmente a pacientes. Pero siguió cometiendo estas atrocidades durante más de cinco años. Él admitió sus crímenes, llevaba un diario detallado de sus agresiones sexuales, escrito con su propia letra y guardado en una habitación secreta en la casa familiar que compartía con su esposa. El tener la ventaja de poder acceder a cualquier parte del hospital hizo posible que pudiera cometer esas atrocidades. Se sabe que en la zona de la morgue, había entrada miles de veces.
Fuller, de 67 años, trabajó en mantenimiento eléctrico en hospitales desde 1989 y estuvo en el Hospital de Kent y Sussex, hasta que cerró en septiembre de 2011. Fue trasladado al Hospital Tunbridge Wells en Pembury, donde los delitos continuaron hasta su arresto. La policía encontró cuatro discos duros llenos de imágenes y vídeos de abuso cuando le arrestaron en su casa, además de tarjetas de memoria, disquetes y DVD. Sospechaban de asesinar a Wendy y Caroline, las dos fallecidas hace más de 30 años, aunque ignoraron la sospecha de Fuller durante décadas. Pero nunca llegaron a pensar esos sucesos.
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