La infraestructura de la segunda universidad más antigua del país literalmente se cae a pedazos. Angélica Ángel, vocera de la Federación de Estudiantes por los Derechos Humanos (Fedehu) en su seccional andina, presentó dos reportes de la crisis interna que atraviesan la facultad de Medicina en Mérida y el núcleo universitario “Pedro Rincón Gutiérrez” de la ULA en Táchira.
Por Corresponsalía La Patilla
En otras ocasiones, Mario Bonucci, rector de la Universidad de Los Andes (ULA), ha expresado que del presupuesto asignado en 2021 apenas se ha recibido un 4.3% del monto total, el cual fue entregado hace más de un año, en septiembre de 2020. Desde entonces, no se ha recibido más ingresos por parte del gobierno.
De acuerdo a Ángel, en el anfiteatro de la facultad de Medicina se imparte clases para los estudiantes de distintas carreras como Bioanálisis, Farmacia, Nutrición y Educación Física, además de Medicina. “Mientras se dictan las clases, con profesores y alumnos dentro, el techo de la cátedra de Anatomía se cae a pedazos. Hasta un hongo negro se está formando en las paredes, lo que pone en riesgo la salud de las personas”, resaltó.
Debido a ello, los estudiantes se han visto afectados para continuar con el progreso de sus materias. Solo un grupo reducido de estudiantes está viendo clases, y al resto se les vulnera su derecho a la educación por las condiciones de la infraestructura.
Igualmente, salones del edificio sur de la facultad se hallan inhabilitados por las frecuentes inundaciones provocadas por botes que no han sido reparados desde hace mucho tiempo.
Como parte de las soluciones propuestas, el financiamiento externo ha sido una alternativa. El proyecto Héroes sin Techos, organizado por la Federación Nacional de Estudiantes de Medicina, junto a otro fondo dirigido desde el decanato de la facultad, están canalizando las donaciones y materiales para los espacios. Sin embargo, no se ha presentado cuentas específicas de los donantes, material recibido o con qué se cuenta hasta ahora.
“A pesar de que no hay un reporte concreto de todo el daño, se estima que la Facultad de Medicina necesita de 500 a 1.000 rollos de manto asfáltico para resolver el problema de las filtraciones”, dijo Angélica Ángel.
Por su parte, la vocera también señaló que a causa de la asfixia presupuestaria que agobia a la universidad, el personal de seguridad ha sido de los más afectados. De 56 vigilantes inscritos en nómina, solo cinco se presentan a trabajar en la facultad. Estos asisten con el apoyo de bolsas de alimentos, e incluso transporte, ofrecido por profesores y estudiantes. Como consecuencia, los hurtos han aumentado en los últimos meses.
El trabajo de campo realizado por la organización en el núcleo de Táchira arrojó resultados críticos y desalentadores respecto a la situación de las instalaciones. La coordinadora de Fedehu hizo énfasis en el estado de abandono en que se encuentran algunos espacios universitarios.
“El edificio D del Táchira fue inaugurado en el año 2009, hace no tanto tiempo, y ahora se encuentra completamente abandonado, siendo objeto de constantes hurtos”, explicó Ángel.
Asimismo, agregó que en la edificación se encontraban los laboratorios de Biología que han sido saqueados por el hampa, así como otras aulas que facilitaban la educación en este núcleo. Por este motivo, Fedehu infirió que la educación de la juventud tachirense se haya en peligro al no contar con una infraestructura para sus clases.
Hace unos días hubo un incendio en el núcleo por una de las fogatas hechas por las personas que en las noches buscan refugio dentro del recinto universitario.
En una rueda de prensa ofrecida la semana pasada por el Consejo Universitario de la ULA, el rector Bonucci dijo que hay un 86,6% de la universidad activa en sus labores. No obstante, Fedehu sugiere que con sus recorridos por las distintas facultades y núcleos han comprobado que dicha cifra no concuerda con la realidad. Por eso piden a las autoridades univeristarias que den cuenta de los indicadores usados para recolectar la data, pues en los registros no han logrado acceder siquiera a la matrícula activa de estudiantes.