Ramona Daltigre tiene 80 años de edad, y con sus piernas enfermas camina hacia el cerro con sus nietos para cortar leña. Se queja de estar cansada del trajín, pero aun así debe resolver cómo preparar el alimento diario para su familia.
Por Carmen Elisa Pecorelli / La Patilla
Tiene una cocina improvisada en el patio de su casa en el pueblo de Ocumare de la Costa en el estado Aragua. Allí descalza, a diario enciende la leña y por varias horas cocina los granos, que es uno de los productos que contiene las bolsas Clap. “La cosa esta difícil”, comenta.
Por eso trata de resolver con lo que tiene a la mano. En su casa conviven siete personas y trata de alargar los alimentos para que alcance y rendir la poca leña que tiene para cocinar, ya que además casi siempre falla el servicio eléctrico.
Begoña Arévalo también vive en este pueblo de la costa aragüeña. Denuncia que los servicios básicos que fallan a diario en ese lugar y que cocinar a leña requiere hacer un esfuerzo titánico. “Prácticamente todos en el pueblo cocinan con leña. El que puede, compra su cocina eléctrica, que además dura mientras los altos y bajos de la electricidad lo permitan, ya que esto quema la cocina y su vida es muy corta”.
Cuando llueve, es otro problema: la leña se humedece y ya no sirve. Esto complica la situación y el esfuerzo para conseguirla es mayor. “Tenemos el problema que se va la luz y siempre quedamos falla”, cuenta Begoña, quien dice que debe salir hacia el cerro a buscar leña con algún familiar para evitar comprarla y así evitar gastar más, porque el día a día “asfixia” su bolsillo.
Denuncia que no tiene servicio de Cantv ni internet, y el servicio de agua llega cada tres o cuatro días y por muy poco tiempo. Adicional a estas vicisitudes, no puede dejar de mencionar la falta de combustible en el pueblo y lo difícil que es trasladarse a la ciudad para comprar alimentos.
Yeini Medina es otra habitante de Ocumare de la Costa. Relata que cocina en pleno patio y bajo un techito, porque si llueve se le daña la leña que tanto esfuerzo le cuesta conseguir. Ella debe distribuir la leña con tres familias más que viven en la zona.
El esposo de Yeimi va a un sector conocido como La Conejera, exactamente detrás del cementerio. Junto con otras personas va tempranito, “agarra el machete, la carretilla y un mecate, arranca leña y baja”. Luego hace un trueque por alimentos con otros que necesitan leña. Así van resolviendo la comida del día a día. “Con eso es que nos vamos abasteciendo”, comenta la joven.
Cocinar a gas no es una opción, ya que cobran entre 20 y 25 dólares por una bombona pequeña. “Aquí estamos cuatro familias. Cocino yo y el resto va esperando su turno”, y así se distribuyen el tiempo para preparar la comida con la misma leña.
Bombonas inaccesibles
Iraima Alavarado vive en la comunidad La Herrereña en el municipio Irragory del estado Aragua. Ella dice que está cocinando con una “hornillita” eléctrica para resolver, porque las bombonas están cada vez más caras y la cobran en dólares. Cuando falla la electricidad no tiene más alternativa que esperar a que restituyan el servicio. “Yo no tengo leña para cocinar ni tampoco voy a cocinar así, porque no voy a retroceder 40 años atrás”.
Esta misma situación ha sido denunciada en varios municipios de la región aragüeña, y en Maracay, capital de Aragua, el problema con el gas doméstico es parte del día a día del ciudadano. Hay quienes no tienen cómo pagar la recarga de la bombona en divisas y hacen colas durante varios días en los centros populares para conseguir gas a precios accesibles, pero no siempre corren con suerte. Algunas personas cocinan en la casa de vecinos para compartir el gasto de la leña o que le presten la hornilla eléctrica.
Los aragüeños también han denunciado que por la necesidad han pagado sobreprecio en bombonas reguladas, que “bajo cuerda” representantes de los mismos consejos comunal les suministran cuando realizan algún operativo especial.
De la necesidad al negocio
El señor Ángel Hernández vive en Maracay, vende leña para sopas, hallacas y, ahora por la escasez de gas, también son sus clientes quienes no pueden acceder a una bombona. Trabaja desde su casa y la gente ya lo conoce. No quiso revelar de dónde sale esa leña, pero aseguró que siempre consigue para poder venderla.
En la comunidad de Guasimal existe una familia que se ha “rebuscado” con la fabricación de una cocina alta de hierro, de forma circular, donde introducen la leña en la parte inferior, la encienden y esto hace que el humo circule de una forma más adecuada y no perjudique de manera directa a quienes las usen. En principio, este invento surgió como una necesidad particular y luego se transformó en una forma de ingreso económico para esa familia maracayera.
En Aragua, la distribución y la venta de gas doméstico se lleva a cabo a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción que son conformados por el gobierno. También es vendido por los consejos comunales y las empresas privadas, que comercializan las bombonas en divisas, aun cuando las que vende el gobierno tienen precio regulado.
En Aragua solo existen tres plantas de distribución y llenado para atender a 10 de los 18 municipios de la entidad: Maracay 1, ubicada en la Zona Industrial Güere, en el municipio Mariño; Maracay 2, ubicada en Coropo, municipio Linares Alcántara, y el centro de llenado 4 de Febrero, ubicado en el municipio Zamora. Por lo general, hay dificultades para el llenado. Se debe que hacer largas colas de varios días, y hay quienes aseguran que hasta les cobran “vacuna” para asegurar el llenado.
La venta del gas doméstico se ha convertido en todo un “negocio”. Así lo expresó Mariana Pereira, habitante del barrio El Carmen en Maracay, quien señala que vive una “agonía” con ese tema. En su casa son cinco personas y deben cocinar, al menos, dos comidas diarias, ya que la misma situación económica no les permite a veces comer tres veces al día.
Dice cocinar con leña, porque la cocinita eléctrica se le quemó. Cuando su hijo que vive en Colombia le manda algo de dinero, ella puede recargar su “bombonita”. Las bombonas de 10 kg oscilan entre 5 y 10 dólares, las de 18 kilos entre 15 y 18 dólares, y la de 43 kilos entre 20 a 25 dólares.
Complicaciones de salud
Según el médico Vicente Pecorelli Motolla, cocinar con leña no es que sea más peligroso que usar gas u otro combustible, porque lo que se busca es el calor que permite la cocción de los alimentos. Sin embargo, la leña al ser quemada genera humo y en algunos casos esto sí es un riesgo.
En un ambiente cerrado, a corto plazo puede generar intoxicación o hasta la muerte por respirar el monóxido de carbono que se produce al utilizar la madera para cocinar. En un espacio abierto y a largo plazo, el respirar constantemente las partículas de alquitrán que expide el humo de la leña, puede complicar los tejidos pulmonares y producir enfermedades bronco-obstructivas.