El sufragio sufrió incontables modificaciones, discriminatorias y democráticas. La elección popular de mandatarios y legisladores fue una de las innovaciones que trajo consigo la independencia política y llegó a constituir un rasgo fundamental de la vida nacional.
En sus inicios, el proceso electoral no era democrático siquiera en la apariencia y tampoco faltaban episodios de fraude o violencia que desvirtuaban la expresión de la voluntad ciudadana.
En el Diccionario de la Fundación Polar, se indica que las elecciones se convirtieron en uno de los mecanismos ordinarios de selección y relevo de gobernantes y la reglamentación del sufragio, se haya o no aplicado al pie de la letra, ha sido, en sí misma, fiel reflejo de las ideas y prejuicios de los grupos dominantes.
La primera constitución de la primera junta gubernativa, en abril de 1810, no tuvo su origen en un proceso electoral formal, pero poco después, convocó a elecciones para el Congreso Nacional que se reuniría en marzo de 1811.
Inhabilitada una gran población
Estas elecciones otorgaron el sufragio a una franja muy reducida de pobladores, inhabilitando no sólo a las mujeres y a menores de 25 años, según Boris Bunimov Parra en Elecciones del siglo XIX.
Igualmente dice este escritor, se le impidió el derecho al voto a las personas “que no tuvieran casa abierta o poblada, esto es, que vivan en la de otro… a su salario y expensas, o en actual servicio suyo; a menos que sean propietarios por lo menos de 2.000 pesos en bienes muebles o raíces libres”.
Elecciones indirectas
La Venezuela colonial acogió el sistema de elecciones indirectas, o de segundo grado, de modo que el sufragante individual no votaría sino por unos electores que harían la selección final de diputados.
Apunta Bunimov Parra, que tanto a este respecto, como en la imposición de estrictas limitaciones socioeconómicas, la primera reglamentación sentó unos precedentes que conservarían su vigencia hasta después de mediados del siglo.
Los primeros comicios nacionales se desarrollaron en medio de un ambiente tranquilo y de buen orden que fueron los rasgos menos característicos del proceso.
Una reforma electoral
La Constitución Federal de 1811, rebajó a 21 años la edad mínima para poder ejercer el voto y el monto requerido de propiedad a una cifra que oscilaba entre 200 y 600 pesos, según se trataba de un votante casado o soltero, domiciliado en una capital de provincia o en una población menor.
Pero estas disposiciones fueron efímeras, por cuanto sobrevino la reconquista española y la vida electoral del país pudo renacer solamente en el territorio en posesión de los patriotas: los Llanos y el Oriente del país, cuando llegó el momento de escoger los legisladores del Congreso de Angostura en 1819.
Los militares también votaban
Como efecto de lo anterior, dice el destacado periodista Jesús Sanoja Hernández, en su libro Historia electoral de Venezuela 1810-1998, se dio entonces un contraste bien definido con la tendencia aristocratizante de la Primera República, porque esta vez, se les concedió el sufragio a propietarios y arrendatarios sin especular ningún monto determinado de propiedad o renta.
A los militares, con el rango de cabo para arriba, aunque no reunieran ningún requisito específico de carácter socioeconómico.
A los individuos de tropa se les exigían cualidades adicionales, sólo porque su participación masiva en los comicios podría conllevar atraso del servicio.
Estas elecciones no tuvieron lugar en la parte más poblada del país, por cuanto estaba ocupada por los realistas, “pero en todo caso, el proceso electoral dejaba entrever la suerte de populismo militar que por aquella época auspiciaba el Libertador Simón Bolívar”.
Saber leer y escribir
El nuevo Congreso electo no vaciló en dar al traste con la democratización del sufragio en la media república que gobernaban los patriotas.
La nueva Constitución nacional, más liberal que la de 1811, incorporó, por vez primera, además de condiciones socioeconómicas para votar, la de saber leer y escribir. No obstante, este requisito se dejó en suspenso hasta el año de 1830, para dejarle a los analfabetos un lapso prudencial para subsanar el defecto.
Esta Constitución quedó sin efecto casi de inmediato y el Congreso de Cúcuta expidió una nueva Carta Magna definitiva para Colombia la grande, en 1821.
La carta grancolombiana
En lo referente al sufragio, la nueva Constitución expedida por el Congreso de Cúcuta, determinaba que para ejercer el sufragio se exigían 100 pesos de propiedad, que era una cantidad bien moderada o el ejercicio de un oficio útil, con tal que no fuera de jornalero o sirviente, y la efectividad del alfabetismo se postergó nuevamente, hasta 1841.
Según el estudioso Sanoja Hernández, con la Constitución de Cúcuta, promulgada el 30 de agosto de 1821, el país experimentaría por vez primera el significado de una vida “más o menos normal”.
La primera elección de presidente y vicepresidente fue hecha por el Congreso Constituyente, pero la reelección en 1825, de Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, se efectuó por votación popular indirecta.
Nueva Constitución para Venezuela
Disuelta la Gran Colombia, Venezuela acoge una nueva Constitución en 1830, que reglamentó el sufragio durante un cuarto de siglo, y a pesar de la ley fundamental de la llamada oligarquía conservadora, representó un avance democrático en materia electoral.
Para votar se exigía una propiedad con renta anual de 50 pesos u oficio útil que produjera 100 pesos anuales.
Igual que la anterior, se estableció que el oficio no podía ser en calidad de sirviente doméstico, eliminado la discriminación explícita contra los jornaleros.
El requisito de analfabetismo regiría sólo a partir de una fecha futura que fijaría el Congreso por una ley que jamás se expidió.
Siglo XX
Con el derrocamiento del gobierno de Ignacio Andrade en 1899, la apertura de los procesos electorales, evidenciada por la práctica del sufragio universal, mujeres excluidas, sufre un cambio radical.
El 3 de octubre de 1900, el gobierno restaurador de Cipriano Castro, llama por medio de Decreto a un Congreso Constituyente.
Los representantes de esa instancia deliberante serían elegidos por cuerpos electorales bipersonales de los concejos municipales de cada jurisdicción, lo cual produjo que el 26 de marzo de 1901, la asamblea sancionara la nueva Carta Magna. En esta, la práctica del voto universal fue excluida y todo vestigio de intervención popular.
En 1904, una reforma a la Constitución elimina la modalidad de elegir al presidente por los votos de los concejos municipales y las legislaturas. En 1909, se restituye este principio poco democrático.
Durante el gobierno de Juan Vicente Gómez, los concejos municipales serían los encargados de elegir los diputados; las asambleas legislativas de los estados elegirían a los senadores y el congreso quedaría encargado de escoger al presidente
de la República.
En el periodo de 1936-1945, el país presencia los primeros cambios en el sistema electoral con la creación del Consejo Supremo Electoral, órgano que reglamenta la organización y supervisión de los comicios mediante las Juntas Electorales.
La reforma constitucional de 1945 ofrendó el otorgamiento del voto directo de los varones mayores de 21 años y alfabetos para la elección de diputados al congreso y le concede el voto a las mujeres que llenaran los mismo requisitos pero limitado a los concejos municipales.
El 15 de marzo de 1946, la Junta Revolucionaria de Gobierno convocó a elecciones para una Asamblea Constituyente, la cual promulgaría el derecho al sufragio de todos los venezolanos, hombres y mujeres, mayores de 18 años.
Tras el golpe de Estado a Rómulo Gallegos, el régimen electoral venezolano dio un salto atrás, cuando un nuevo estatuto electoral, promulgado el 19 de abril de 1951, eleva a 21 años la edad mínima para votar.
El derrocamiento del general Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958, abre la etapa vigente del proceso electoral venezolano: el sufragio universal, directo y secreto establecido en 1946.
Foto: Archivo Diario EL IMPULSO de Barquisimeto
Fuente: Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar, 1998
Jesús Sanoja Hernández. Historia Electoral de Venezuela 1810-1998
Los Libros de El Nacional, 1998
Centro Interno de Documentación del Diario EL IMPULSO