Muchas de las personas en la lista de los más buscados por el FBI son rusas. Mientras que algunos presuntamente trabajan para el gobierno y ganan un salario normal, otros están acusados de hacer una fortuna con ataques de ransomware (secuestro de datos) y robo en línea. Si salieran de Rusia serían arrestados, pero en casa parecen tener vía libre.
Joe Tidy // BBC MUNDO
“Estamos perdiendo el tiempo”, pensé mientras veía a un gato lamer los restos de un pollo.
Seguramente ya no habría ningún rastro de un presunto ciberdelincuente multimillonario en esta ruinosa propiedad 700 kilómetros al este de Moscú.
Pero seguí adelante con un intérprete y un camarógrafo, ahuyentando al gato sarnoso de la entrada del bloque de pisos.
Cuando llamamos a una de las puertas, un joven respondió mientras una anciana curiosa nos miraba desde la cocina.
“¿Igor Turashev? No, no reconozco el nombre”, dijo.
“Su familia está registrada aquí. ¿Quién es usted?”, preguntamos.
Después de una charla amistosa, explicamos que éramos reporteros de la BBC, y su humor cambió de repente.
“No te voy a decir dónde está y no deberías intentar encontrarlo. No deberías haber venido aquí”, exclamó el joven enojado.
No dormí bien esa noche pensando en los consejos contradictorios que me habían dado las personas del sector de seguridad.
Algunos dijeron que tratar de localizar a los ciberdelincuentes buscados en su suelo natal era arriesgado.
“Tendrán guardias armados”, me dijeron. “Terminarás en una zanja en alguna parte”, advirtió otro.
Otros dijeron que estaría bien: “Solo son fanáticos de las computadoras”.
Todos coincidieron en que no podríamos acercarnos a ellos.
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