El ciberespacio es el nuevo escenario de disputa, y el control del relato el objetivo. Rusia y China se han equipado poderosamente para manipular la información e imponer la verdad que les conviene a través de una eficiente narrativa. Maduro, con potentes asesorías, hace lo mismo. La investigación está disponible en https://venezuelazonagris.com
Por Ibéyise Pacheco
Lawrence Freedman, célebre profesor emérito de estudios de guerra, cuenta en su libro “La Guerra Futura” cómo los rusos entendieron rápidamente que la efectividad sobre los conflictos era superior cuando se combinaba con la información. “Los rusos comenzaron a invertir para la guerra de la información que les exigía conocimiento de ingeniería, informática y electrónica, y también de la cognición de la ciudadanía, entendida como propaganda. Entonces profundizaron en la manera de moldear la actitud de la población a través de las nuevas tecnologías”, revela el profesor.
A pesar del control mediático en su país, Rusia ha sido sensible al papel que pueden desempeñar medios extranjeros. Los rusos sabían desde el pasado que los periodistas occidentales eran capaces de agravar la crisis de legitimidad, así que sus esfuerzos apuntaron a vaciar en las redes sociales falsos mensajes y generar impresiones engañosas destinadas a debilitar a sus oponentes muy especialmente en la opinión pública.
Sacaron el máximo provecho al elevado nivel de interconexiones y también a la posibilidad de formar enjambres para mantener la cohesión mediante el establecimiento de un sólido conjunto de vínculos sociales. Y trabajaron en la construcción del relato, conscientes de que no solo daba significado a los acontecimientos, sino que podía moldear las respuestas convenientes.
A esa iniciativa se fueron sumando otros. Algunos teóricos consideran que la ambigüedad de la Zona Gris facilita que actores adopten estrategias multidimensionales y agresivas para el control del relato. Un estudio de la Universidad de Oxford demostró que al menos 70 países llevaron a cabo campañas de manipulación de la opinión pública con fines políticos a través de redes sociales en el 2019 (56 de ellas a través de Facebook). Estos actores estarían haciendo uso de lo que se denomina propaganda computacional, mediante el empleo de algoritmos, herramientas de automatización y big data. Los Estados más activos, según el estudio, fueron China, India, Irán, Pakistán, Rusia, Arabia Saudí y Venezuela.
Rusia y Venezuela
Rusia no ha limitado los negocios con Venezuela a las armas y el petróleo. La cercanía con el régimen de Maduro expresa su claro interés geopolítico y ha encontrado un cómodo recibimiento en el privilegiado ciberespacio venezolano.
Es amplio el camino que han ganado los rusos en los últimos tres años. Después del atentado de los drones el 4 de agosto de 2018, Maduro se convirtió en presa fácil para quien supiera explotar su paranoia. Para los rusos fue relativamente sencillo. Aprovecharon los lazos políticos aferrados a la asistencia armamentística para ofrecer un plan de seguridad global. Físicamente se instalaron al lado del bunker donde Maduro se resguardó después del atentado. Se trata de una zona militar al pie de una pequeña montaña en Manzanares, Baruta, aledaña a Fuerte Tiuna. El lugar seleccionado solo requería de comprar varias casas alrededor y los rusos se encargarían de monitorear el espectro.
Con velocidad, el equipo de los rusos se fue reforzando. En dos años tuvieron el diseño de un complejo plan que se completó en diciembre de 2020, cuando entre el 24 y el 27, arribaron 56 profesionales que se sumaron a otros 120 que ya estaban en diferentes zonas del país. La mayoría del nuevo equipo de rusos era de expertos en las áreas de comunicaciones, ciberdefensa, defensa aeroespacial e inteligencia estratégica. El resto fue distribuido en áreas de apoyo en el interior del país.
En ciberdefensa, Moscú viene llevando de la mano a Venezuela. Fuentes de inteligencia aseguran que los rusos supervisan al detalle la política en esa materia dentro de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, FANB. Un documento confidencial compartido por una fuente militar revela parte de un plan activado a partir del 2 de marzo de 2020 por el Comando Estratégico Operacional en las Regiones de Defensa Estratégica Integral, REDI, de la Fuerza Armada venezolana en todo el país. El documento, aparentemente rutinario, resulta revelador de cómo la información transmitida por la FANB también puede ser monitoreada por el Kremlin. Tres semanas antes de este instructivo, el 7 de febrero, Nicolás Maduro recibió en Miraflores al ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov.
El instructivo está firmado por el contralmirante César Martínez Salazar como director de Ciberdefensa de la REDI Central, desde Yagua estado Carabobo. Organiza la creación de la Red Centauro 2.0 y Red Sucre 3.0 de las redes sociales, “una nueva estrategia defensiva y ofensiva”. El texto describe esta situación: “(…) es evidente que toda la información y desinformación está disponible las venticuatro (24) horas del día en las redes sociales y que este es el nuevo escenario que en los últimos años está presente en la guerra. La ciberdefensa se hace imprescindible cuando el empleo de poder de las armas por sí solas no asegura el éxito de la misión, entonces se procura reducir al mínimo las pérdidas humanas y materiales (…)”.
El discurso copia la jerga del chavismo: Estados Unidos es culpable “de la amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad”. Detalla las funciones de operadores de cuentas en las redes sociales, Instagram, Facebook y Twitter que conformarán “el sistema territorial de medios sociales”, y también informa sobre cómo se pueden (y deben) burlar las reglas en las redes: “crear nombres ficticios, simular géneros o perfiles psicológicos”. El instructivo precisa que la responsabilidad de ataques contra la reputación de adversarios es responsabilidad del director.
RT avanza en la región
En Europa se produjo un debate en el 2019 que evidenció preocupación por la ventaja que ha tomado Rusia aprovechando las nuevas tecnologías y la propaganda travestida de información. Destacó en la evaluación, el crecimiento y la efectividad de Russia Today, un medio que maneja con sutileza su posición pro-rusa, que cumple una aparente pauta general y que es eficiente en el manejo de otros recursos que brinda Internet. La política de este medio está dirigida a desinformar a través de otros que presentan una misma información manipulada desde diferentes puntos de vista que, a su vez, orientan el comportamiento de los receptores del mensaje en una dirección concreta.
Vladimir Rouvinski, profesor de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales en la Universidad Icesi, Cali, Colombia, le llegó en el 2020 a la médula de Russia Today como la mejor muestra comunicacional de Rusia en América Latina y el Caribe.
Rouvinski presentó un informe esclarecedor: “En primer lugar, es necesario subrayar que todos los medios rusos que trabajan en la región están patrocinados por el gobierno de Putin: La versión en español del canal de televisión Russia Today (RT), la red de noticias Sputnik Mundo, además de un sitio web informativo llamado Russia Beyond”.
“RT se ha convertido en una verdadera historia de éxito. Es un medio considerado fuente de información principal en la región y su incidencia lo ha convertido en un importante formador de opinión en gran parte de la población. Muchos espectadores siguen su programación. RT está incluido en los paquetes básicos de la programación por cable y por satélites de por lo menos 340 proveedores. Además, también se ofrece como parte de la red de televisión pública en los casos de Argentina y Venezuela y varios de sus programas son retransmitidos por otros canales de televisión, entre ellos Telesur, lo que aumenta su número de televidentes potenciales. Es más, RT está disponible gratuitamente 24/7 y en alta calidad en línea”.
Es muy significativo el crecimiento en audiencia de RT. Para 2020 su sitio en Youtube (RT en español) tenía más de 3.6 millones de suscriptores. En septiembre 2021 ya había alcanzado 5,2 millones de suscriptores.
El análisis de la programación de RT realizado por Rouvinski ilustra sobre el talante del medio: “la mayor parte del contenido cuestiona el punto de vista de Estados Unidos y de sus aliados sobre temas políticamente sensibles para la audiencia (…) ataca los valores asociados a la democracia liberal y muestra una imagen positiva de Rusia, así como de otros regímenes afines a Moscú, intentando aumentar su influencia en el hemisferio occidental”.
“Hay pautas con ataque frontal; por ejemplo, durante la crisis en el 2019 todos sus programas tenían un eje central: Las dificultades de Venezuela son el resultado de acciones lideradas por Estados Unidos”.
Rouvinski enumera algunas razones de interés para explicar el éxito de RT: “tiene una gran calidad visual, sobre todo para su audiencia más joven. La mayor parte de la programación está producida por periodistas latinoamericanos por lo que los consumidores de la información no perciben que se trata de un canal extranjero. Además, su inmensa red de corresponsables en todo el mundo le garantiza capacidad de producir más información”.
Pablo Rey García, doctor en Comunicación, master en Paz, Seguridad y Defensa, y Jorge Miranda Galbe, también doctor en Comunicación, junto a un equipo de estudiantes de la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca, España, investigaron al canal RT en el 2019.
“Es un caso que permite comprender la propaganda posmoderna donde al espectador le resulta muy difícil distinguir los hechos y la información de las percepciones utilitarias pro-rusas o antioccidentales y de la propaganda. Está claro que la prioridad de RT es América Latina”.
La oferta de contenido de entretenimiento podría calificarse en apariencia de inofensiva y empática. Suele intercalar noticias curiosas, temas ecológicos y muchas expresiones de afecto hacia los animales.
En Venezuela el canal RT forma parte de la parrilla de varias cableras (Simple TV, Inter). En el canal oficialista VTV presentan dos veces al día el noticiero Actualidad RT y un programa “El mundo en contexto” con noticias frescas, principalmente curiosidades, efemérides y perfiles de personajes).
Más allá de RT, los expertos coinciden en destacar que Rusia ha tomado el escenario internacional con herramientas poderosas, capacidad tecnológica y una eficiente narrativa que buscan debilitar al adversario atacando puntos débiles en las democracias occidentales, sin necesidad de vender su propia imagen.
En Internet los rusos son fuertes a través de troles, cuentas operadas por personas reales que intentan dirigir las conversaciones online hacia determinadas formas de pensar o comportamientos que son adecuados para favorecer la propaganda rusa. Los troles son parte del sistema de propaganda del Kremlin y de las técnicas de la guerra de la información.
“Existe una inmensa cantidad de cuentas en Facebook o Twitter mantenidas por el sistema de información ruso que publica y comparte informaciones que no son totalmente ciertas. Estos usuarios que actúan a favor de la propaganda rusa se encuentran en lo que se denominan factorías de troles las cuales producen información de forma continua en turnos de doce horas. Estas factorías disponen de un departamento de creación de imágenes, un departamento de video y un diario online donde los troles desarrollan su labor”.
“También son fuertes con los bots, cuentas guiadas por personas pero que operan de forma automática publicando o compartiendo contenidos en función de una serie de algoritmos, empleados para marcar tendencias en las redes sociales, que detectan hashtags -#- menciones a determinadas cuentas o palabras marcadas de antemano”, documentó el equipo de la Universidad de Salamanca.
Los chinos también
China al igual que Rusia, asume la información como herramienta fundamental para la proyección del poder nacional y como uno de los principales activos para mantener su estabilidad política, social o moral frente a las influencias “nocivas” externas. Ambos países detectaron el peligro de las nuevas tecnologías. La posibilidad de que la población accediera a distintas fuentes de información amenazaba su control, era un potencial desestabilizador. Tenían que evitar, además, la dependencia tecnológica que se generaría con Estados Unidos, así que, en consecuencia, restringieron Internet (intentaron que la comunidad internacional apoyara su control) y crearon un sistema cibernético propio y potencialmente aislado del resto del mundo.
Este análisis de Guillem Colom, profesor en Ciencia Política en la Universidad Pablo de Olavide, España, plantea que las concepciones de Rusia y China sobre guerra informativa tienen similitudes y también importantes diferencias, lo que en el caso de Venezuela no ha sido razón para impedir que ambos países dirijan su ciberespacio.
China creó su propio sistema de innovación tecnológica y preparó al Ejército de Liberación Popular para la guerra informatizada. Su estrategia se centra en la vertiente psicológica, propagandística, legal y de opinión pública.
No hay duda de que para Rusia y para China, la ambigüedad de la Zona Gris es territorio propicio para sus estrategias.
Misión ciberespionaje
Desde mediados de 2017 los vecinos de la urbanización Las Acacias en Caracas, venían sufriendo por la remodelación del viejo edificio de CANTV en el sector. El trabajo llevaba mucho tiempo y generaba molestias que habían alterado la tranquilidad cuidadosamente conservada de vivir entre viejos conocidos que durante años han compartido alegrías y tristezas. Las 500 familias de la avenida prolongación Los Laureles habían soportado durante 9 meses el trajín de maquinarias pesadas y el intenso movimiento de personal durante 24 horas al día. Tres meses atrás la cosa se había puesto peor cuando instalaron 16 compresores de aire acondicionado, inmensos y potentes, que producían mucho ruido y generaban calor insoportable.
Hasta las hermosas guacamayas habían huido espantadas. Hartos de la situación llamaron a los periodistas, lo demás había fallado. Ninguna institución, incluida CANTV, había escuchado su solicitud para que insonorizaran los equipos y limitaran la jornada de los obreros y de unos 60 técnicos chinos que acudían diariamente al lugar. Solo una vez lograron hablar con el ingeniero de la obra que les explicó que los equipos instalados exigían para su funcionamiento muy bajas temperaturas. También les confesó que lo que allí se hacía era secreto de Estado.
El ingeniero dijo la verdad: era un gran secreto que muy pocos conocían. Toda esa incómoda movilización cumplía con el objetivo de modelar el complejo funcionamiento de un gran centro de ciberespionaje ejecutado por el gobierno chino ante la solicitud de Maduro de agilizar lo necesario para ejecutar el proyecto. La misión se la confió a su hijo Nicolás Maduro Guerra, al socio de éste, Santiago Morón, y al ministro del Despacho de la Presidencia, general Jorge Eliéser Márquez Monsalve a quien designó como el jefe. Márquez Monsalve es amigo íntimo de Maduro desde cuando era canciller. Tiene más de una década estrechando vínculos con China, donde también estudió. Compañeros de armas aseguran que fue el primer espía certificado por el gobierno chino.
Los trabajos del centro de ciberespionaje fueron coordinados por la empresa estatal CEIEC, Corporación Nacional de Importación y Exportación de productos electrónicos de China contratada por el despacho de Seguridad y Defensa de ese país. Entre 2006 y 2008 la CEIEC había sido objeto de sanciones en Washington bajo una ley que prohíbe las actividades consideradas como ayuda a la proliferación de armas de los regímenes de Irán y Siria. En diciembre de 2020, la Oficina de Control de Activos Extranjeros, OFAC en sus siglas en inglés, la ubicó en la lista negra por restringir servicio de Internet y realizar vigilancia digital y operaciones cibernéticas contra miembros de la oposición. Se trata de una empresa con más de 200 filiales en todo el mundo.
Maduro había decidido complementar con los chinos su agresiva política de control del ciberespacio adelantada con los rusos. En torno al edificio se habían efectuado trabajos complejos que los vecinos no imaginaban. Tal vez el más importante fue la instalación de la fibra óptica que por el subsuelo, ahora comunica con el edificio de la sede principal de CANTV en la avenida Libertador. Desde el nuevo centro se controla firewall -cuyo nombre secreto es Falcon-, conectado con los enlaces internacionales. En síntesis, desde Las Acacias se emiten las instrucciones informáticas.
Antes, se había planificado la selección del personal a ser entrenado: 24 civiles y militares fueron escogidos para recibir en China los conocimientos de la mano del hombre más respetado en el área, el profesor Fang Binxing, miembro de la Academia China de Ingeniería, expresidente de la Universidad de Correos y Telecomunicaciones de Beijing. El viaje significaba discreción y fidelidad registradas en un contrato de confidencialidad entregado por el director de Inteligencia Militar, Iván Hernández Dala. Tres grupos de ocho civiles y militares que no se conocían entre sí, fueron enviados en aviones distintos. El primer grupo salió de la rampa 4 el 5 de abril de 2017 en el avión presidencial. No dejó registro hasta Cuba, donde un avión de Aeroflot los trasladó a Rusia para luego en esa misma aerolínea seguir hacia Dongguan. El segundo equipo salió el 7 de abril de Maiquetía. Este sí registró el vuelo por Airturkish hasta Turquía y de allí con la misma línea aérea hasta Dongguan. El tercer grupo voló el 8 de abril de Caracas en Airfrance hasta Francia y en esa misma línea llegó a Dongguan. Todos viajaron con pasaporte diplomático y se alojaron en el Hotel Silver World en Dongguan.
Profesores del ejército chino asumieron entrenar al equipo durante 40 días. Los reclutados aprendieron sobre los llamados v8, sistemas informáticos que toman el control de las redes sociales, webs y foros; un grupo se especializó en el firewall chino, y otro grupo se volvió experto en hacking avanzado.
Maduro había decidido que el ciberespionaje chino solo fuera conocido por su entorno familiar. Aún hoy el ingreso de personas al edificio está estrictamente controlado por Márquez Monsalve.
El paquete software y hardware que el CEIEC aportó a la dictadura es una versión comercializada del great firewall o gran cortafuegos del complejo sistema de censura del régimen chino que sirve para bloquear páginas web y controlar la información externa a ese país, al tiempo que evita que internamente circule contenido que las autoridades chinas han clasificado de indeseable. En Venezuela hacen bloqueos y controlan la navegación de Internet de los ciudadanos. De eso se encarga la llamada área 1, dentro del edificio de ciberespionaje. Los miembros del área 2 se responsabilizan de las redes sociales y los del área 3, del hacking y de escudriñar la vida a personas incómodas para el régimen.
Para tal misión fueron seleccionados cinco personajes de confianza, entre los que destaca Shiuglen Kang, conocido como el chino, quien trabaja directamente con el ministro Márquez Monsalve que a su vez opera con el coronel Alexander Enrique Granko Arteaga, jefe de Asuntos Especiales de la Dirección General de Contrainteligencia Militar, DGCIM, acusado por asesinar al rebelde Oscar Pérez, inspector del Centro de Investigaciones Penales y Criminalísticas, CICPC. Expedientes en manos de organismos internacionales documentan a Granko como violador de los Derechos Humanos. Las fuentes de inteligencia detallan que el ministro Márquez Monsalve le indicaría a Granko qué personajes se van convirtiendo en incómodos, según los datos que arrojan los equipos chinos. Se sabe de conocidos influencers que han sido extorsionados y amenazados, y han terminado cediendo con su silencio.
El sistema ha mostrado su eficiencia hackeando todas las plataformas de registros ciudadanos planteadas por Juan Guaidó desde el gobierno interino, tales como Voluntarios por Venezuela o Héroes de la Salud. Centenares de portales periodísticos y web también han sido hackeados.
El Instituto de Prensa y Sociedad de Venezuela en su reporte anual registra 4 mil censuras digitales en el 2020. En poco tiempo, el control del régimen sobre el ciberespacio es ostensible, pero Maduro quiere más, decidido a bloquear por completo la comunicación de la oposición en el país. Su objetivo es que los venezolanos solo reciban la información que al régimen le interesa. También espera lograr un férreo control que aborte cualquier intento de conspiración y que corte a todo liderazgo que ponga en peligro su permanencia en el poder. Maduro quiere seguir en Miraflores sobre un pueblo sumiso y desinformado.
“Para ello, en este momento evalúa la posible adquisición de un sistema aún más complejo que también ofrece China y que promete detectar contenidos en Internet clasificando cuáles informaciones u organizaciones son peligrosas para el régimen. Ese sistema ofrece establecer sobre los datos registrados, la relación entre las personas a través del análisis de IP (la dirección protocolo de Internet), con los correos, teléfonos y cuentas en redes. Una vez procesada esa información, ´el sospechoso´ sería ubicado y precisado con los contenidos supuestamente peligrosos”, indica una fuente confidencial.
“Desde esta sede en Las Acacias, también se han dirigido operaciones para hackear las fuerzas de seguridad de Colombia y lo han hecho con éxito, aunque en ese terreno, los rusos son más agresivos”, precisó el informante.
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Irán se esfuerza
Stasa Salacanin, corresponsal senior del periódico de negocios de Qatar BQ Magazine y de Inside Arabia, especialista en temas internacionales y geopolíticos entrevistó a Elodie Brun, profesora-investigadora del Centro de Estudios Internacionales de Ciudad de México, quien considera que debe llamar la atención la proyección de la influencia iraní en esta región en las actividades diplomáticas de telecomunicaciones y audiovisuales.
Por su parte, Pierre Pahlavi y Eric Ouellet, del Real Colegio Militar de Canadá, advierten que Irán viene cultivando su imagen como “campeón de la resistencia islámica contra los países occidentales, tanto, que, de hecho, la diplomacia audiovisual de Teherán ha mejorado su reputación como fuerza antiimperialista en países no musulmanes”.
En ese sentido, en diciembre de 2013 se anunció el lanzamiento de Hispan-TV la red satelital en español de la radiodifusión de la República Islámica de Irán, apoyada por la mesa de “Medio Oriente” de la cadena de noticias en inglés Press-TV. Desde su lanzamiento, Hispan-TV también se ha beneficiado de una asociación estratégica con la cadena de televisión Telesur con sede en Venezuela. “En línea con el plan de defensa de Irán, este avance mediático en América Latina tiene como objetivo comunicarse directamente con los suramericanos y crear una huella permanente en el patio de los Estados Unidos”, cita el periodista Stasa Salacanin en un texto que titula, “Irán-Venezuela: relaciones peligrosas y una amenaza para Estados Unidos”.
Hispan TV se presenta como “un medio alternativo iraní en lengua española que refleja las realidades del mundo a través de noticias, reportajes, documentales y programas”. Es evidente su intención de procurar un nexo con lo latino y su esfuerzo por generar tendencias en la región. Cuenta con más de un millón de seguidores en Facebook.
En España hubo denuncias que señalaron a los fundadores del partido Podemos por haber recibido dinero de este medio. En ese sentido, Global 360 Media, la productora que habría sido financista, creció gracias a fondos iraníes.
En la política de medios del islamismo los actores no estatales están alimentando el fuego de las narrativas desde las plataformas. El relato que difundió el Estado Islámico, el Dáesh, adquirió proporciones paraestatales con la publicación de varias revistas en idiomas distintos, manuales y programas de noticias que servían de base al reclutamiento, formación, motivación y financiación de sus actividades. Su estructura organizativa en el aspecto mediático incluía profesionales altamente calificados. Las narrativas utilizadas apelaban constantemente a los sentimientos, a los afectos mucho más que a la razón, a la que dejan de lado de manera deliberada.
El ecosistema del madurismo
El régimen de Maduro ha construido un ecosistema de medios afines con el objetivo de difundir masivamente sus matrices propagandísticas y manejar a la opinión pública. Falsas noticias contribuyen a la construcción de narrativas interesadas en generar efectos manipulados. Se trata de un mundo muy bien diseñado que procura la difusión efectiva de sus contenidos a través de los canales con los que logran el efecto necesario.
Quienes dirigen la comunicación no dejan de asir el control del relato.
Ya es cotidiana la desinformación a través de bulos o de versiones contrapuestas muchas veces reforzadas con videos o falsas fotografías.
El régimen utiliza los social media como armas de persuasión masiva, echa mano de los influencers como los nuevos actores del ecosistema a quienes utiliza, así como los trolls, para provocar efectos negativos sobre la comunidad: enfrentamientos, confusión, desesperanza, desaliento. Sus potentes campañas de propaganda y de desinformación contribuyen a desviar la atención de los problemas sociales no atendidos o de delitos como la corrupción. Apuntan en cambio, contra un debilitado liderazgo político opositor, blanco constante de falsos señalamientos sobre el que se coloca una inmensa lupa que deforma o engrandece sus errores.
Por lo demás, la hegemonía comunicacional del régimen se impone sin resistencia posible. La adquisición de medios -a los que desbarata y reduce a canales de pésima factura- y la censura y persecución a periodistas y cualquier vocero que la dictadura encuentre amenazante, han distorsionado el mensaje que terminó convertido en un oscuro amasijo de datos guiado por el régimen que con su poder le llega a una audiencia que reacciona bajo la arbitrariedad de las emociones, sin percatarse de que está siendo manipulada.
El régimen ha dedicado tiempo y dinero para informar a sus activistas para lo que ellos mismos han llamado como “guerra no convencional”. En 2016, el ente oficialista Infocentro publicó un material de estudio para la Misión Robinson que señala la importancia de la “alfabetización digital” de la población. En el 2017 se filtró un documento denominado “Proyecto de formación del ejército de trolls de la revolución bolivariana para enfrentar la guerra mediática” que organiza equipos de militantes que deben responsabilizarse cada uno de 23 cuentas en redes sociales para defender al régimen. En ese documento se organizan cinco escuadras: de prensa para crear contenidos informativos, de diseño de contenidos audiovisuales, de sistemas, los incubadores (cuentas falsas) y las escuadras de ataque, encargadas de incitar y crear falsos positivos para confundir a la oposición.
Ya en el 2017 el régimen dio instrucciones de comprar cuentas en Twitter con más de 400 mil seguidores y en Instagram con más de 100 mil. Las cuentas de Twitter fueron agrupadas en cinco categorías: chavistas, neutrales, mujeres sexis, ataque y noticias.
Maduro también paga a su maquinaria y mantiene una regular política de incentivos. Para posicionar diariamente su línea en Twitter el régimen opera cuentas con la etiqueta pautada por el Ministerio de Comunicación e Información, publicando centenares de tweets diarios principalmente retwits. Estas cuentas reciben beneficios económicos en forma de bonos entregados a través del Carnet de la Patria tras cumplir con metas específicas de tweets semanales y mensuales. La gran mayoría de estas cuentas no son bots, aunque tienen un comportamiento aparentemente automatizado (se denominan ciborgs). Se trata de gente que cumple lineamientos de horarios de publicación, dispositivos, ubicaciones, y direcciones IP (dirección única que identifica un dispositivo de Internet). El equipo está organizado como una red auto-regenerable lo que significa que cuando una cuenta es bloqueada su operador debe crear una cuenta nueva para reemplazarla. Evaden así los bloqueos masivos cuando se detecta una gran cantidad de cuentas de una misma fecha o la generación de contenido desde una misma dirección IP.
El régimen hace un esfuerzo diario por articular en Twitter los Trending Topics y así imponer el tema cotidiano: en las distintas redes sociales orienta contenidos generando etiquetas manejadas para distraer a la audiencia o que apunten contra los adversarios, así como apelan a las fake news para ensuciar actividades opositoras.
Digital Forensic Research Lab, iniciativa del Atlantic Council publicó un informe sobre las acciones emprendidas por Twitter en 2019 para hacer contrapeso a la maquinaria de bots del régimen. El esfuerzo detectó en un día más de 8 millones de tweets de aproximadamente 1.200 cuentas que en su mayoría publicaban propaganda a favor de Maduro.
El jefe de integridad de Twitter, Yoel Roth, dijo en esa oportunidad que habían eliminado 1.196 cuentas ubicadas en Venezuela.
Es una maquinaria con la que la dictadura garantiza tener el el control del relato en el espacio creciente de Zona Gris donde la verdad es aniquilada en el reino del crimen organizado bajo la asesoría y apoyo de países con gobiernos autocráticos.
Link al video: https://dai.ly/x854qef
La investigación está disponible en https://venezuelazonagris.com