El norte del país está repleto de misticismo, con leyendas de duendes y lobos llenando sus calles. En una entrevista reciente, la enfermera y apasionada del mountain bike Marcela Natalia Guaymá compartió lo que llamó una de las carreras más memorables de su vida, no por lograr alcanzar el primer lugar en el podio sino por la extraña vivencia paranormal que casi la deja fuera del torneo.
Por Crónica
La salteña de 38 años, oriunda de Cerrillos, contó a El Tribuno lo que experimentó durante un torneo nocturno llevado a cabo en su localidad a finales de octubre. La carrera comenzó desde la Estación Experimental Agropecuaria INTA, desde donde los grupos partieron ya pasadas las nueve de la noche, primero los hombres y luego las mujeres. En el tramo de 13 kilómetros, Guaymá tuvo una experiencia que la dejó perpleja.
“Era una noche fantástica. Tenía la bicicleta en buenas condiciones, con las luces que se usan en estas carreras y todo lo necesario para la travesía. Yo me encontraba en excelente estado físico. A poco de largar fui ganando lugares en la primera vuelta, hasta que en la segunda me desprendí de la manga de mujeres y comencé a alcanzar a los hombres que habían largado con anterioridad”, recordó la pedalista cerrillana.
Un terrorífico compañero de viaje
Antes de alcanzar el primer grupo de motociclistas, sin embargo, Guaymá se encontró sola en el medio de la oscuridad. Fue en el silencio de la noche que escuchó un extraño ruido: “Sentí de repente a mis espaldas, que unas cadenas comenzaban a sonar muy feo, como si se atascara en un piñón averiado. Era un ruido muy especial. A los pocos segundos pude percibir que respiraban agitadamente muy cerca de mí”, recordó la mujer.
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