El pasado domingo 21 de noviembre una buena parte de los venezolanos acudimos a “votar” en las elecciones regionales. Un conjunto de elecciones que por fuerza del diseño del “algoritmo” de votación, el tiempo disponible y la condición de “no repetición” del tiempo de votación, para aquel que no votara en los 3 minutos establecidos, en cuyo caso, la máquina emitía (al menos en el estado Miranda) un voto “MUD”, que se transformaba en “nulo” en el conteo, terminaron convertidas en una elección “por lista”, donde el elector no tenía acceso a cada “tarjetón”, sino por defecto y de una manera muy engorrosa. Me refiero a que si se está eligiendo a un gobernador “uninominalmente”, debía presentarse ante la acción de voto, el tarjetón de los gobernadores y posteriormente, si se va a elegir al alcalde, se presentara en consecuencia el tarjetón con los alcaldes. Eso, en estas elecciones, no pasó. Usted pulsaba por un partido político y el algoritmo le presentaba toda la lista de candidatos de ese partido y usted votaba totalmente “entubado”. Si se deseaba emitir un voto “cruzado”, debía entonces usted “intuir” que pulsando de entre la lista de candidatos del partido que pulsó por vez primera, aquel propuesto para el cargo que usted deseaba “cambiar”, entonces al hacerlo, el algoritmo lo remitía al tarjetón correspondiente.
¿Y los miembros de mesa lo sabían?
No. De hecho en el centro electoral donde voto, ellos decían que no se podía votar sino “entubado”. UN ALGORITMO PÉSIMO SEÑORES DEL CONSEJO NACIONAL ELECTORAL. No vuelvan a hacer una cosa así de nuevo.
Lo bueno
En primer lugar, se cumplieron (en general) las normas de “distanciamiento social” y la logística del proceso sin mayores inconvenientes. En segundo lugar, los votos escrutados son una buena representación de la votación (nadie ha salido por ahí a cantar destempladamente, fraude en el conteo y en los resultados). En tercer lugar, el aumento de la participación en la votación con respecto a las elecciones de la Asamblea Nacional que, aún siendo insuficiente para vencer ese 28 por ciento del “voto rojo” que disciplinadamente vota, y cuyo voto no se divide, es alentador para procesos futuros. Debemos lograr en las próximas elecciones, una participación de al menos 55 por ciento para poder celebrar a lo grande. En cuarto lugar, la actitud cívica que prevaleció en la votación, así como el “Plan República”.
¿Y los resultados qué?
Circunscritos a lo que estaba en la mesa electoral, el gobierno arrasó. Si ampliamos el marco referencial, el aumento de la participación favoreció a la oposición, que sumada totalizó una cifra muy superior a los votos obtenidos por el gobierno. También queda claro que esta elección, en la cual “Fuerza Vecinal” creció formidablemente, no fortaleció ningún liderazgo opositor, pensando en una posible elección presidencial. Los que se asomaban en esta arena, perdieron las elecciones en sus estados y municipios como consecuencia de la “división del voto”, es muy claro este caso en el estado Lara, por dar un ejemplo. Por otra parte, la “Alianza Democrática” no logró posicionarse mejor. Pero en general, estoy satisfecho de los logros que esta elección nos permite vislumbrar. Y al señor García: NEGOCIACIÓN Y VOTO
¿Y las presidenciales en Chile?
Están buenísimas. Van a segunda vuelta. Un “forcejeo ideológico” fuerte, y por supuesto, los ejemplos de Venezuela, Nicaragua y Cuba, que no podían faltar.
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