Ya es oficial: ‘Rumbo al infierno’ es la nueva sensación coreana de Netflix. Por supuesto, es dudoso que alcance las demenciales cifras de visionado de ‘El juego del calamar’, pero ya aparece en el Top de lo más visto de la plataforma, y algunas estimaciones externas a Netflix le otorgan un éxito inicial incluso más rápido que el de la popular serie de los letales juegos infantiles. El boca a boca está empezando a funcionar, y ya se habla de ella como la nueva serie fantástica que hay que ver en Netflix. De momento, hay unas cuantas claves muy evidentes para explicar su éxito.
Por xataka.com
1.- Obviamente, es coreana
Puede parecer una obviedad, pero entre el público, incluso el que no es necesariamente cinéfilo o aficionado a las cinematografías orientales, empieza a ser evidente que las producciones coreanas son distintas. El ritmo, la falta de prejuicios, la originalidad de sus argumentos: las series de Corea del Sur son comerciales y accesibles, pero a la vez distintas de las producciones occidentales. Gracias a ‘El juego del calamar’ su nacionalidad se ha convertido en un sello diferenciador, y el público masivo lo entiende del mismo modo que lo entienden los habituales de los festivales de cine desde hace años.
2.- Concisión e intensidad
La serie, pese a contar con los inevitables interludios dramáticos de alta intensidad, rozando el melodrama, va al grano desde el minuto uno presentando el conflicto que vertebra toda la trama: la aparición de unas criaturas que reducen a polvo a algunos humanos muy específicos, a los que aparentemente se llevan al infierno, y el aprovechamiento que de ello hace una secta ultrarreligiosa. Y desde ese momento, no levanta el pie del acelerador, no se pierde en subterfugios, y aunque los monstruos aparecen de forma muy puntual, los tenemos presentes de forma invisible en la trama. A lo que ayuda, por supuesto, su ajustada duración de apenas seis episodios.
3.- El youtuber
Hay un personaje muy interesante que surge desde prácticamente el principio de la serie, un youtuber / tiktoker disfrazado e integrista religioso que apoya los movimientos y creencias abusivas de la secta. A través de él la serie lanza un venenoso mensaje acerca de los medios de comunicación de masas y lo sencillo que es controlar las opiniones de la gente. En el tramo inicial de ‘Rumbo al infierno’, cuando se filtra la identidad de una mujer que teóricamente va a ser ejecutada por los monstruos, no es difícil encontrar en el linchamiento mediático que viene a continuación paralelismos con sucesos escalofriantemente reales.
4.- Yeon Sang-ho
El director de ‘Rumbo al infierno’ es uno de los creadores coreanos de mayor relevancia internacional. Suyas son películas de animación de culto como ‘The Fake’ o ‘Seoul Station’, estéticamente tan oscuras como esta nueva serie. Y sus mayores éxitos internacionales son la magnífica ‘Train to Busan’ y su secuela ‘Península’, que dieron buena cuenta de su pericia para mezclar tensión, drama, acción brutal y terror puro. Todos ellos, ingredientes que vuelven a darse cita en esta serie.
5.- El atractivo del mal: la secta
Todo lo que rodea a la secta y sus actividades es el auténtico núcleo de la historia, por encima de las apariciones espectrales. Esto es gracias a su forma de controlar los comportamientos de sus fieles, y también la imaginería que pone en marcha, con momentos temáticos y visuales tan fascinantes como todo el aparato para asistir a la ejecución de una pecadora al final del capítulo 2. Buena parte del interés de esta parte de la trama reside en la interpretación como líder de la organización de Yoo Ah-in, una superestrella coreana aclamada internacionalmente por su trabajo en la excenete ‘Burning’, y que da lo mejor de sí en el clímax del capítulo 3.
6.- Un tono abrumadoramente deprimente
‘Rumbo al infierno’ no es la alegría de la huerta. De hecho, ha sido criticada por su desesperanzador mensaje y por su tono oscuro. Películas de Yeon Sang-ho como la turbia ‘The Fake’ ya abundaban en ese estilo, pero ‘Rumbo al infierno’ lo refuerza con el uso de la mitología católica para reflexionar sobre la culpa y la venganza. Además, la serie posee imágenes y momentos durísimos, como la paliza que recibe uno de los personajes secundarios en el capítulo 3, absolutamente espeluznante.
7.- El descarnado ambiente apocalíptico
La sensación de inevitabilidad ante los ataques de los monstruos le da al conjunto una espectral atmósfera de fin del mundo que va creando ecos en los personajes desesperados, en el comportamiento de los sectarios y, sobre todo, en la idea de que estamos todos condenados y no hay escapatoria. Yeon Sang-ho ya habló del tema en ‘Train to Busan’ y todas sus derivaciones, y aquí insiste desde una perspectiva mucho más macabra: aunque no está describiendo el fin del mundo como tal, la sensación del espectador es que se está asomando al principio del fin.