Pero hoy, el mismo apellido hace historia en la persona de un joven tachirense, por razones totalmente ajenas a las de su legendario tocayo. Su nombre, Javier Tarazona, defensor de derechos humanos, profesor, doctorado en Filosofía, quien con la ONG Fundaredes, bajo su dirección, ha ensamblado el más documentado y contundente Yo acuso, que denuncia anuencia y complicidad del régimen con facciones de la narco guerrilla colombiana en nuestro territorio, causantes de daños terribles a la población civil. Por su declarada convicción de “derrotar la indiferencia, el miedo y el dolor”, Javier Tarazona ha tenido la valentía de desafiar la malignidad represiva de militares y civiles en el poder.
Con incontestables evidencias puso al desnudo la inacción por afinidad de las fuerzas armadas con alguna de las facciones de bandoleros, así como su torpe y menguada capacidad de respuesta frente a las bandas adversarias en el Estado Apure. Presentó pruebas gráficas del entendimiento entre conocidos jerarcas oficialistas y jefes guerrilleros, por lo cual, acusado de terrorista y traidor a la patria, fue encarcelado el pasado dos de julio.
Esta semana, la burla judicial ha suspendido por duodécima vez su audiencia preliminar. Javier Tarazona, sin ínfulas de líder y con una sencillez tan sólida como su convicción democrática, es un héroe auténtico de la resistencia contra la bellaca dictadura.