José Gregorio Contreras: La ética de la responsabilidad del político liberal

José Gregorio Contreras: La ética de la responsabilidad del político liberal

Más que proponer un minucioso “paradigma” para entender la realidad política venezolana y actuar conforme a sus demandas, me atrevo a sugerir unas ideas que son el resultado de la observación, el análisis de los datos más resaltantes y la ponderada reflexión de esa realidad política venezolana, durante las dos últimas décadas; en este sentido, mi modesto aporte consistirá más bien en el trazado de unas líneas gruesas acerca de lo que considero la estructura ética fundamental para la realización de ese paradigma.
Líneas basadas fundamentalmente en la evaluación que tienen las decisiones políticas en sus múltiples consecuencias para la praxis política. Lo hago inspirado en las exigencias que hace Weber al político cuando le plantea que la ética de las intenciones no equivale en modo alguno a la ausencia de responsabilidad, ni mucho menos a la falta de convicciones.

La nueva etapa que seguramente vivirá Venezuela, una vez superada la actual desgracia, exigirá ciudadanos que ejerzan la política conscientes de sus responsabilidades y obligaciones, pues las buenas intenciones no bastan para garantizar una buena política, ejemplo ya tenemos bastante de aquellos que ofreciendo una lucha a favor de los pobres lo que han hecho es generar más pobreza, y lo que es peor aún robarle su libertad. La nueva política requiere no solo de la valoración de las consecuencias previstas, sino también la valoración de las consecuencias accesorias no prevista de modo alguno, ya que el que pretenda actuar bien sin tener en cuenta las posibles consecuencias negativas, o lo que es peor cargando la culpa de su fracaso a otros, no merece estar en la política
Esto es lo que se ha experimentado en Venezuela en estos últimos veintidós años, un modelo del socialismo del siglo XXI, que ha vendido un falso idealismo de lucha y bienestar en pro de los pobres, y lo que ha hecho es extraviar a nuestro pueblo y conducirlo a una pobreza extrema nunca vista en nuestra historia republicana, responsabilizando de este catastrófico resultado a otros, aludiendo a causas extrañas no imputables a sus representantes y siempre imputables a otros factores internos y externos que han conspirado en su contra. Esta experiencia nos sirve para argumentar que lo importante no son solo los motivos, sino los resultados. También para constatar que la responsabilidad como atributo ético en la acción política brilla por su ausencia, tanto desde la perspectiva del que incurre en error como desde la perspectiva del reclamo constructivo y organizado o de la denuncia responsable.
Más que una propuesta de un nuevo paradigma político, se trata de que la sociedad, en su gran mayoría, converja en una exigencia ética: la necesidad de que, en el ejercicio de la política, sus actores valoren y enarbolen la ética de la responsabilidad, esto es, que vinculen convincentemente el cálculo político con el juicio ético. La política tiene que ser concebida entonces como el medio ético y sustancial a través del cual se aproveche el potencial humano a favor de su propio bienestar y desarrollo del país.

También se debe tener muy claro que en este nuevo modelo el individuo debe jugar un rol muy importante, debe ser un hombre libre que no ha de preguntarse qué puede hacer su país por él, ni tampoco (como dijo el presidente Kennedy) que puede él hacer por su país, sino como lo dijo Friedman: “¿qué podemos hacer mis compatriotas y yo con la ayuda del gobierno, dentro de nuestro deberes individuales, para conseguir nuestros distintos objetivos y finalidades y sobre todo para salvaguardar nuestra libertad?”.





En definitiva proponemos una política y políticos que tengan muy claro los postulados de nuestro héroe civil Juan Germán Roscio: “Tú libertad sin embargo se halla circunscripta por los límites que separan el bien del mal: infinita para obrar el bien, ella es importante y nula para el mal (…)”. Ha llegado la hora del individuo, de hacer posible el sueño de nuestros padres fundadores: ser verdaderamente libres, y para ello se hace necesario preponderar realmente la importancia a la oportunidad real que tiene cada persona para llevar (sujeta a la condición de la viabilidad) la vida que erigirá, solo a través de esta libertad ha de ser posible la evaluación social de los individuos. Bajo esta perspectiva debe estar orientada la política y los políticos, pues ya no los dejó señalado Roscio, cuando escribe, en su obra, “El triunfo de la libertad sobre el despotismo”, que: “…la prosperidad de un pueblo no consiste en la cantidad de oro que posee, sino en el número de talentos y de brazos que emplea con utilidad, a esto se atendrá para calificarse de grande y poderoso”. Pero para ello se requiere poner en marcha en nuestra querida Venezuela las ideas de libertad.