Miembros de una secta panameña fueron sentenciados a penas que suman 444 años de cárcel por matar a golpes y machetazos a seis niños y una mujer embarazada en una comunidad indígena, una de las zonas de riesgo del país para la proliferación de grupos sectarios violentos.
“El Tribunal de Juicio estableció la condena máxima, de 50 años de prisión, para cada una de las siete personas (acusadas)” por la matanza ocurrida en la comunidad indígena de El Terrón el 14 de enero de 2020, anunció este viernes la fiscalía panameña en un comunicado.
Además, otros dos acusados habían sido condenados previamente a 47 años de prisión cada uno, tras alcanzar un acuerdo de pena.
Según la fiscalía, durante el juicio oral celebrado en un tribunal de la localidad de Changuinola, en la provincia de Bocas del Toro (600 kilómetros al noroeste de la capital), se logró probar la culpabilidad de los acusados con más de 30 pruebas.
“Se impuso una pena acorde con los hechos criminales”, señaló el fiscal superior Humberto Rodríguez.
Según las acusaciones, los condenados, pertenecientes a la denominada iglesia “La Nueva Luz de Dios”, amarraron a sus víctimas y las golpearon con palos, biblias y machetes para “sacarles el demonio”.
Los hechos tuvieron lugar durante un ritual celebrado en la comunidad de difícil acceso de El Terrón, en la comarca indígena Ngäbe Buglé, al oeste del país.
Seis menores indígenas, de entre uno y 17 años, además de una mujer embarazada, madre de cinco de los niños, murieron a consecuencia de los golpes recibidos.
La madre, llevada a la fuerza a la iglesia, fue asesinada delante de sus hijos, que luego fueron ultimados ante todos los presentes.
Los cuerpos fueron hallados -amarrados y en avanzado estado de descomposición- en una fosa común en un cementerio ubicado a una hora del lugar de los hechos.
Según contaron los vecinos, la vegetación, las altas paredes del templo y el ruido de los rituales impidió a los lugareños percatarse de la matanza.
Sin embargo, varios presentes en el ritual lograron escapar heridos y alertar a la policía. Varios agentes acudieron a la iglesia y detuvieron a los miembros de la secta.
A su llegada, los condenados mantenían retenidas a otras 15 personas, entre ellas varios niños, lo que hizo sospechar a la Policía que también iban a ser sacrificados.
– Aumento de sectas –
En los últimos años han sido varios los casos en los que se han vinculado a miembros de sectas con el asesinato o secuestro de personas, especialmente en comunidades indígenas apartadas con escasa presencia del Estado.
Según la investigadora asociada del Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales de Panamá (Cieps) Claire Nevache, la retirada, principalmente de la Iglesia Católica, ha permitido la entrada en zonas indígenas remotas “de muchas otras iglesias, en las cuales se pueden filtrar organizaciones que tienen malas intenciones”.
En agosto de 2020, la policía panameña detuvo en la comarca Ngäbe Buglé, a unos 350 kilómetros al oeste de Ciudad de Panamá, a tres presuntos miembros de una secta acusados de secuestrar y violar a seis niños.
El cabecilla de este grupo fue detenido un mes después por fuerzas especiales de la policía, que halló posteriormente restos humanos en una fosa común ubicada en el área donde operaba esta secta.
Los agentes necesitaron caminar 10 horas por una zona montañosa de difícil acceso para dar con la fosa.
En enero de 2021, moradores de Llano Amador, de nuevo en la comarca Ngäbe Buglé, denunciaron ser acosados por otra secta religiosa.
Las personas con mayores necesidades “obviamente” son “más vulnerables a derivas sectarias, con lo cual en los territorios más apartados del país hay más riesgo de caer en ese tipo de trampas”, afirmó Nevache a la AFP.
AFP