Drones de ataque, de vigilancia, de destrucción de naves similares y hasta “suicidas”. Marruecos está articulando, dentro de su entramado de defensa-ataque, un sofisticado sistema con la ayuda inestimable de Israel, convertido en su gran aliado, aunque también compra ingenios de este tipo a otros países, como Turquía y Estados Unidos.
Por La Razón
Jerusalén ha anunciado, incluso, la instalación de fábricas de armamento en territorio magrebí, en las que no se puede descartar que se incluyan las de mantenimiento y perfeccionamiento de los drones. Se habla de la instalación de una base conjunta en Drius, cerca de Melilla…y así un largo etcétera.
Lo cierto, es que los drones se han convertido en un arma esencial del Ejército marroquí para cubrir los distintos frentes estratégicos en los que se desarrolla su aparato defensivo y de vigilancia de fronteras, con especial atención a los flujos de inmigración y el narcotráfico.
El primero, por ser un conflicto bélico en marcha, es el del Sáhara Occidental y la guerra que, desde hace más de un año, declaró a Rabat el Frente Polisario, con el apoyo militar y logístico de Argelia. Se trata de una “guerra” singular, en la que los saharauis emplean, sobre todo, lanzacohetes y misiles mientras que Marruecos defiende sus posiciones con la utilización de drones, tanto desde el punto de vista de la vigilancia como de ataque.
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