Desplegados en el territorio nacional existen alrededor de 240 centros asistenciales de salud, de los cuales 62 poseen morgues, pero funcionan solamente 37. El resto presenta innumerables fallas técnicas y condiciones no óptimas, lo que condujo al cierre de muchos de estos espacios. Mérida no es la excepción. La morgue de su principal centro de salud, el Instituto Autónomo Hospital Universitario de los Andes, funciona a medias y en condiciones muy precarias.
Por Corresponsalía
El tema de la situación hospitalaria en el país es muy álgido y los trabajadores del sistema sanitario viven llenos de temor, porque denunciar o simplemente mostrar a los medios de comunicación lo que ocurre allí, los pone en peligro de perder la libertad o su trabajo, pésimamente remunerado y expuesto a muchos riesgos.
En la morgue del hospital merideño no existe dotación de uniformes o equipos de bioseguridad, acordes con el momento de pandemia que vive el mundo. Solo reciben tapabocas básicos y alcohol. Los reclamos en cuanto a estas carencias no son posibles, porque ya en varias oportunidades los trabajadores han sido amenazados. Las autoridades ignoran sus peticiones, mientras la salud de los empleados corre riesgos todos los días.
La pandemia ha agravado la condición de los centros de salud y también ha colapsado sus agonizantes morgues por la cantidad de fallecidos que se presentan a diario. Sin condiciones óptimas de tratamiento y sin protocolos seguros, el personal labora sin insumos y con alta probabilidades de contaminarse, pues las medidas de bioseguridad son precarias.
Fallecidos por Covid-19
Preparar un cadáver y trasladarlo es costoso, y de eso se encargan las funerarias registradas dentro del municipio Libertador del estado Mérida. El costo por incineración varía, pero podría alcanzar los 600 dólares.
No hay descuentos en estos servicios funerarios y a veces cometen graves faltas, que van desde la pérdida o confusión de cadáveres hasta el cremado erróneo de fallecidos, tal como ocurrió recientemente con Yonis Urbina, cuyo cuerpo fue cremado y entregado por equivocación a otra familia de la población de Tovar.
En principio, los familiares de Yonis Urbina no recibieron una respuesta sobre la desaparición del cuerpo, y debieron denunciar el incidente ante los medios de comunicación y redes sociales para que la funeraria, el Iahula y los cuerpos de seguridad enmendaran el error y encontraran las cenizas correctas.
Un momento tan duro para la familia, empeoró con toda esta situación tan lamentable y que demuestra el caos reinante a lo interno y externo de la morgue del hospital.
Por falta de insumos, el personal omite los protocolos para el manejo de cadáveres presuntamente diagnosticados con Covid-19, y los trasladan con rótulos y nota de defunción para evitar confusiones, como la ya descrita.
Los difuntos son trasladados completamente envueltos en sabanas y cobijas con el rótulo en el pecho para que las funerarias determinen en mucho de los casos el orden de cremación o entierro, según los recursos de sus familiares.
Trasladan a los fallecidos por el único ascensor que funciona en servicios generales, usado
para el transporte de los escasos alimentos que se proporciona a los pacientes, así como también es utilizado por pacientes, personal médico y familiares.
Los equipos e implementos de bioseguridad son escasos, aunque existen protocolos, no son puestos en práctica, ya que es necesario sacar al fallecido para dar cupo a otro paciente.
Colapso total
La situación en la morgue del principal centro asistencial de Mérida es caótica. Al no existir un sistema de refrigeración adecuado, los cadáveres se aglomeran en camillas, incluso se amontonan hasta cinco cadáveres por camilla. El personal es insuficiente para laborar y carecen del equipamiento mínimo necesario para la movilización, manejo y almacenamiento de cadáveres.
En el turno de la mañana es cuando asisten la mayor cantidad forenses y personal técnico, quienes dentro de sus limitaciones, agilizan la entrega de cadáveres en el centro hospitalario.
En la actualidad, la autopsia solo se realiza en casos médicos legales por no contar con guantes, herramientas quirúrgicas, químicos y técnicos, por lo que muchas veces se desconocen las causas reales de la muerte de las personas.
Y aunque la situación es precaria, en la morgue continúan recibiendo cadáveres de otros centros asistenciales del estado Mérida, como aquellos que operan en los pueblos del norte y los pueblos del sur. A pesar de que fue una morgue modelo en su momento por su apropiado servicio, hoy la situación es caótica.
Ha habido intentos de mejorar las condiciones de esta área, con la instalación de 18 cavas de refrigeración, con tres compartimientos cada una, pero el mal cálculo de su remodelación no contó con el manejo adecuado del voltaje requerido, y aunque se instalaron las cavas, solo una de ellas con tres compartimientos se logró poner en funcionamiento, mientras las otras 17 están fuera de uso, deteriorándose al paso de los días.
Lo cierto es que la morgue aún sigue en funcionamiento por la mística de los trabajadores que se mantienen allí resistiendo, a pesar de las condiciones laborales tan adversas que enfrentan todos los días.