Como un refugio para las afganas silenciadas, la Radio Begum emite desde un barrio popular de Kabul programas para mujeres, clases para las niñas privadas de educación y consejos psicológicos con el permiso oficial de los talibanes.
El nombre, “Begum”, es un título nobiliario. “Es así como llamamos a las mujeres de los marajás. Este nombre fue elegido para sublimar a la mujer”, explica Hamida Aman, la fundadora de esta radio donde no hay más que voces femeninas en antena.
Fue lanzada el 8 de marzo, en el Día Internacional de los Derechos de la Mujer. Apenas cinco meses después, a mediados de agosto, los talibanes entraban en Kabul y las mujeres desaparecían casi por completo del espacio público.
“No tiramos la toalla”, proclama Hamida Aman, que creció en Suiza después de que su familia huyera de Afganistán. En 2001, con la caída del primer régimen talibán, volvió a Kabul.
Este espacio de libertad se ha convertido en más indispensable que nunca, especialmente para las jóvenes. Dos veces al día, el estudio se convierte en un aula para compensar el cierre de las escuelas públicas para chicas en estudios secundarios.
Nueve jóvenes de 13 o 14 años, seis chicas y tres chicos, siguen aplicadamente su libro mientras la presentadora lee en antena. La temática del día es la justicia social.
“La justicia social se opone al extremismo”, diserta la mujer de 19 años que estudiaba periodismo hasta hace unos meses. “¿Qué es la justicia en el islam?”, afirma.
Mursal, de 13 años, acude desde hace dos meses al estudio para seguir el curso. “Mis asignaturas preferidas son el darí, el inglés y las matemáticas”, asegura. “Me siento mal desde que las escuelas cerraron: nos privaron de estudiar”, añade.
– El “privilegio” de trabajar –
La chica tiene un mensaje para las afganas de su edad: “escuchad esta emisión atentamente para aprovechar esta oportunidad inesperada de continuar aprendiendo”.
Y otro para los talibanes: “les pido que reabran nuestras escuelas”, dice Mursal, con mirada determinada.
En antena ofrecen también lecturas para adultos. Saba Chaman, la directora de la radio y admiradora de Michelle Obama, leyó su libro “Mi historia” en darí.
Un programa del que Saba Chaman está particularmente orgullosa es el respaldo psicológico a las oyentes. Estas pueden llamar para hacer preguntas o sincerarse.
Ese día, Saba, de 24 años, habla de la importancia de la educación. En 2016, solo un 18% de las mujeres afganas saben leer y escribir, contra un 62% de los hombres, según el antiguo ministerio de Educación.
Una mujer analfabeta llama a la emisora: “las personas que no han aprendido a leer son como ciegos”. “El farmacéutico me da siempre medicamentos caducados. Si supiera leer, no lo haría”, protesta.
“Esta radio, es un lugar de encuentro de las voces de las mujeres, de su dolor y de sus frustraciones”, explica Hamida Aman.
“Mi única razón de esperanza en estos momentos es saber que hago algo importante en mi vida para ayudar a las afganas”, se suma Saba Chaman.
La decena de trabajadoras de la emisora son muy conscientes del “privilegio” de trabajar mientras tantas mujeres no han podido volver a sus empleos desde el regreso talibán.
Pero sí que pueden en Radio Begum, que obtuvo la autorización de los nuevos dirigentes en septiembre.
– Buscando financiación –
La radio tuvo que adaptarse, pero sin cambios profundos. En agosto, las empleadas de Begum trabajaban con sus colegas masculinos en una radio para jóvenes y ahora están separados en diferentes plantas. Frente a la redacción femenina se ha instalado una enorme cortina opaca.
Y la música es “más tranquila”, con canciones tradicionales en vez de pop, dice Hamida Aman.
La fundadora de Begum se reunió a finales de noviembre con el portavoz del gobierno talibán, Zabihullah Mujahid. “Trabajamos para dar la palabra a las mujeres, para hablar de sus derechos”, le explicó.
“Estuvo muy alentador, dijo que era importante”, dice Hamida. “Hay que mostrar que no debemos tener miedo. Hay que ocupar el espacio público. Mucha gente, sobre todo jóvenes, están aterrorizados por los talibanes”, insiste.
La radio, cuyos programas se retransmiten en directo en Facebook, emite en Kabul y sus alrededores, pero su objetivo es expandirse a zonas rurales.
Pero como para otros medios afganos, el tiempo corre en su contra. A mediados de septiembre, un mes después de la llegada de los talibanes, la televisión privada Tolo News anunció que más de 150 medios habían cesado su actividad por las dificultades económicas y las restricciones.
Begum se ha quedado sin publicidad. Hamida Aman busca fondos. Si no lo consigue, en tres meses cortarán la emisión y las afganas perderán uno de sus raros espacios de libertad, aunque sea en las ondas.
AFP