Esta semana se cumplen 80 años de la primera vez que un grupo de soldados estadounidenses entró en combate en la Segunda Guerra Mundial. Pero este primer combate tiene una particularidad: no fue con la insignia de las fuerzas armadas norteamericanas en el pecho, sino peleando para China en su guerra contra Japón. El grupo se hacía llamar el Grupo de Voluntarios Americanos (AVG, por sus siglas en inglés) hasta que la prensa los bautizó Los Tigres Voladores, y habían llegado al gigante asiático como contratistas para asistir a sus relativamente débiles tropas.
Por Infobae
El grupo participó en combates durante siete meses, pero ese tiempo le alcanzó para dejar su huella en los libros de historia gracias a sus impactantes victorias frente a una fuerza aérea mejor preparada y equipada como lo era la japonesa. Victorias que llegaban en un momento en el que las fuerzas imperiales parecían imbatibles y brindaban algo de esperanza no solo para los chinos que presenciaban en carne propia las batallas sino también para los ciudadanos de Estados Unidos que se enteraban de cómo avanzaba la guerra desde el otro lado del mundo. Larry Jobe, presidente de la Organización Histórica de los Tigres Voladores, afirmó en una nota al medio NPR que “Los AVG fueron un punto brillante en la historia cuando todo era sombrío y negro, y han recibido mucho reconocimiento por ello”.
En 1937 China se encontraba inmersa en una guerra civil entre los nacionalistas de Chiang Kai-Shek y las fuerzas comunistas, pero ambos grupos cesaron el combate y dejaron de lado sus diferencias para concentrarse en la amenaza japonesa que se volvía inminente. Asi, en julio de ese año, comenzó la guerra china japonesa. Pero el ejército chino tenía poco con lo que hacerle frente a los bombarderos japoneses, por lo que tuvieron que encontrar ayuda externa. Así es como aparece en escena Claire Lee Chennault.
Chennault era un aviador, instructor y estratega que había tenido que retirarse de la Fuerza Aérea por problemas de salud y problemas con sus superiores. Su retiro también fue en 1937, cuando solo tenía 43 años. Pero rápidamente le llegó una muy tentadora oferta de trabajo: ir a analizar la capacidad de combate de la flota china a cambio de una buena suma de dinero. Pero cuando llegó al país se encontró con una sorpresa: las condiciones de los vehículos no eran las que le habían comentado. “Chiang Kai-shek pensaba que tenía 500 aviones”, dice a NPR Nell Chennault Calloway a, que es nieta de Chennault y directora general del Museo Militar y de Aviación Chennault, “Y Chennault le dijo: ‘Tenes 500, pero sólo hay 91 que vuelan’. Así de atrasados estaban en la aviación”.
Conformes con su trabajo inicial y presionados por la declaración oficial que dio inicio a la guerra con Japón, el gobierno chino lo contrató como asesor de la fuerza armada y Chennault se convirtió en el jefe de esta. Para 1940 la falta de aviones era tal que el gobierno tuvo que ir a pedirle ayuda a Estados Unidos, que tenía a Franklin Delano Roosevelt como presidente. Si bien Estados Unidos no se había involucrado oficialmente en el conflicto bélico aún, estaba preocupado por los avances japoneses y temía lo que una posible victoria suya por sobre China significaría para el futuro escenario internacional. Por eso Chennault fue autorizado a viajar de vuelta a América y se llegó a un acuerdo para que China compre 100 aviones de combate Curtiss P-40.
Con respecto al personal que operaría los vehículos, Chennault tuvo que enviar reclutadores a las bases estadounidenses ya que los pilotos chinos no contaban con la suficiente formación para realizar la tarea. Así fue como decenas de pilotos y de personal militar renunciaron a sus puestos, con el aval gubernamental, y se fueron a China a prestar sus servicios bajo contratos privados. “Al utilizar fondos chinos para comprar los aviones y los suministros y pagar los salarios de las tripulaciones propuestas, el gobierno estadounidense podía mantener una fachada de neutralidad, mientras ayudaba a China contra los japoneses”, explica el libro publicado por la Fuerza Aérea “Los Tigres Voladores”.
El reclutamiento fue un éxito debido a que los pilotos y mecánicos eran ofrecidos sueldos mucho mayores que los que percibían trabajando directamente para el ejército. Y así fue como a mediados de 1941 99 pilotos y 200 operarios viajaron a China para comenzar sus nuevas tareas. Uno de los pilotos, Gregory “Pappy” Boyington, declaró en la década de 1980 a la revista Aviation History que “Renuncié a mi comisión y acepté el trabajo con el AVG en septiembre de 1941, ya que el rango tardaba en llegar y necesitaba el dinero. … Y con una ex mujer, tres hijos, deudas y mi estilo de vida, realmente necesitaba el trabajo”.
Pero no fue sencillo armar una base allí, con todo lo que una base militar para tantos equipos y militares necesita. Kunming, la ciudad donde se asentó el grupo, ni siquiera tenía pistas de aterrizaje que se pudieran utilizar para los nuevos vehículos. Asique miles de ciudadanos chinos tuvieron que ponerse a trabajar en esto a mano, y construyeron las pistas. “El pueblo chino -los campesinos y en particular la gente de la clase trabajadora- se ofreció para ayudar a construir esas pistas y aeropuertos y también para proporcionar servicios a los pilotos estadounidenses”, dice Yue-him Tam, un profesor de historia del Macalester College que estudia China y Japón, a NPR. “No tenían herramientas, herramientas modernas. En realidad, utilizaron sus propias manos para construir esas pistas”, agregó.
Así comenzaron a realizar los entrenamientos, que al principio fueron más complicados que lo que Chennault se esperaba. Los pilotos que habían aceptado el desafío eran menos experimentados de lo que suponía y en los primeros meses el grupo sufrió 3 bajas y varios vehículos fueron dañados en accidentes.
Su primera batalla llegó poco después de su llegada al país: el 20 de diciembre de 1941, 13 días después del ataque japonés a Pearl Harbor y 12 días después de que Estados Unidos le declarara la guerra a Japón. Ese día los bombarderos japoneses atacaron la base de los Tigres en Kunming, pero su respuesta fue implacable. Derribaron 9 de 10 aviones enemigos, según la nieta de Chennault, y solo perdieron un avión que se cayó luego de quedarse sin nafta pero el piloto salió ileso.
El grupo de los Tigres tenía incluso otra desventaja frente al ejército japonés, que estaba mejor preparado y tenía una flota bastante mayor: los aviones Curtiss P-40 de los AVG eran de menor calidad que los de su contraparte japonesa. Pero aquí es donde el ingenio de Chennault adquirió el centro de la escena, ya que gracias a sus distintas estrategias los pilotos de AVG pudieron explotar algunas debilidades claves de la Fuerza Aérea japonesa.
Los combates continuaron durante los primeros meses de 1942, en los que, según Calloway, oficialmente tiraron abajo 299 aviones japoneses, tiraron varios más que nunca se oficializaron, y solo perdieron 12 de su propia tropa. No obstante, las fuerzas japonesas superaron en número y poder a los AVG y a los británicos y conquistaron Rangoon, que era el centro de los enfrentamientos entre ambas fuerzas aéreas. De todas formas, los esfuerzos realizados por los Tigres Voladores lograron ralentizar el avance japonés y mantuvo líneas de suministros abiertas para que China continuara luchando.
Pero para este momento Estados Unidos ya estaba formalmente metido en la guerra y no había más necesidad de aparentar. Los líderes militares estadounidenses pidieron absorber a los AVG al ejército norteamericano y, junto con el grupo completo, Chennault fue reingresado al cuerpo militar en abril de 1942. El 4 de julio de 1942, el AVG se integró oficialmente en el nuevo 23º Grupo de Caza. Un puñado de pilotos y personal de apoyo se quedaron, pero la mayoría de los hombres del AVG original se reincorporaron a su anterior rama del ejército. Otros se convirtieron en pilotos de transporte civil en China o regresaron a los Estados Unidos para trabajar como civiles.
Chennault fue nombrado brigadier general y se puso al frente del Grupo de Trabajo Aéreo de China, que incluía a la unidad 23º y a otras, antes de ser promovido a comandante de la Fuerza Aerea numero 14 en China en marzo de 1943. Allí se quedó, en China, hasta el final de la guerra. Poco tiempo después, antes de que termine 1945, volvió a retirarse del ejército.
El grupo comandado por Chennault rápidamente adquirió fama y prestigio al interior de Estados Unidos, gracias a la cobertura de la prensa de sus tempranas y heroicas participaciones en la guerra que sirvieron como una inyección de ánimo cuando la guerra parecía estar yendo para el lado de Japón. Hoy en dia hay varios monumentos, plaquetas y exhibiciones de museos que conmemoran a los Tigres Voladores tanto en China y Estados Unidos pero también en Taiwán y Tailandia -donde tuvieron algunas batallas. El último sobreviviente del grupo original, Frank Losonsky, falleció el febrero de 2020 a los 99 años de edad.