La escalofriante historia del niño que fue torturado en un hogar religioso de Colombia

La escalofriante historia del niño que fue torturado en un hogar religioso de Colombia

En esta fundación en Chocontá habrían ocurrido los vejámenes contra un niño. FOTO: Archivo particular

 

Es simplemente indignante. Un niño de solo nueve años dice haber sido torturado en la fundación Hogar Monserrate, ubicada en la vereda Tilatá, del municipio de Chocontá. Su pene fue amarrado con cabellos humanos, era golpeado con ortiga y obligado a aguantar frío en pantaloneta en la madrugada. Pese al duro testimonio este hecho tiene que ser investigado y corroborado a partir de las pruebas y testimonios que se logren.

Por eltiempo.com





Por ahora la única versión que se conoce  es la de sus familiares.  Llegó a este lugar desde el 5 de julio de 2021 sin imaginar lo que le esperaba. La madre del menor había recibido buenas referencias del lugar por parte de una vecina y pensó que allí su hijo iba a poder superar sus problemas de comportamiento y de lenguaje de los que fue diagnosticado en la EPS Famisanar, también que iba a poder avanzar académicamente pues se encontraba algo atrasado para su edad.

“Él estuvo de acuerdo y como una decisión de familia confiamos en el tratamiento que allí se impartía”, contó la tía, Paola Morales Castillo.

Cuando lo matricularon le dijeron que solo podía recibir visitas cada seis meses y que únicamente los días jueves a las 5:30 de la tarde podría comunicarse por teléfono con el menor. Nunca pensaron que el supuesto tratamiento incluiría tratos tan aberrantes como el que recibió este niño pues además habían conocido buenas recomendaciones del lugar y con el visto bueno del pequeño confiaron su cuidado al sitio de religiosos.

Supuestamente, además de ser un centro de ayuda, también formaban en valores a los internos.

Durante la pandemia, con la excusa de evitar contagios, la madre del niño solo había podido ver a su hijo por videollamada. La última vez que compartió tiempo con él fue para el día de su bautizo que se concretó en el mismo lugar en donde estaba internado.

Para ese momento, el pequeño no les había comentado nada a sus familiares pues, precisamente, uno de sus problemas es la imposibilidad de comunicarse. De hecho, tiempo después, en octubre de 2021, pasó tres días con su familia pues en el internado les habían pedido que lo vacunaran contra el covid-19. “Nosotros le preguntábamos si estaba bien y él no mencionaba nada raro”, cuenta la familia quien lo llevó nuevamente al internado.

Pero esta historia dio un giro dramático el 12 de diciembre cuando la madre del menor, Yuli Vargas, fue a recogerlo feliz de que le dieran vacaciones y porque ya terminaba el contrato. Para estas fiestas decembrinas su familia no se lo quitaba de la cabeza y por eso quisieron pasar con el niño las celebraciones así tuviera que suspender el tratamiento. “Yo quería estar con mi hijo en estas fechas tan especiales y apenas supe que lo podía recoger, no lo dudé”, dijo su madre.

Pero, ese día, el niño comenzó a enfermarse. Manifestaba que le dolían sus genitales, pero no permitía que su madre lo mirara. “Por eso llamamos a un tío para que hablara con él. Lo que pasó fue que quedó conmocionado porque su pene estaba inflamado. Lo llevamos de inmediato al médico”.

Entró por urgencias del hospital de Engativá y luego lo vieron los médicos del hospital San José Infantil. Luego de superar la primera etapa de la emergencia llamaron a los padres de familia para que se hicieran presentes el martes 14 de diciembre. “Los médicos hallaron que el pene de mi hijo estaba amarrado con cabellos largos de una persona. Habían amarrado su miembro desde la base y eso le impedía orinar”, contó la mamá de la víctima a las autoridades al momento de poner la denuncia.

El niño les dijo a sus padres y familiares que una monja a la que le decían ‘Cata’ era la que le había hecho eso debido a que se orinaba en la cama. También que un profesor de nombre Ferney le gustaba mucho pegarles a los niños cocorrones, palmadas en la cabeza y que cuando el castigo era mayor los golpeaba con ortiga.

Luego de semejante revelación la familia del niño puso la denuncia ante la Fiscalía General de la Nación el día 16 de diciembre de 2021 con la esperanza de que se investigue que más hay detrás de estos escalofriantes vejámenes de los que el niño dice haber sido víctima y quien no solo tendrá una larga recuperación física sino quien también tendrá que ser tratado psicológicamente.

Este hecho indignó al gobernador de Cundinamarca Nicolás García Bustos, quien ordenó una visita de inspección inmediata por parte de las secretarías de Desarrollo Social y Salud a la fundación mencionada, para verificar las condiciones de los menores, así como el cumplimiento de todos los requisitos de la entidad. Además, la Gobernación está articulando con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) Cundinamarca y Bogotá para respaldar a la víctima y garantizar sus derechos.

La Fiscalía ya se encuentra investigando el caso a través de un grupo experto en temas de infancia. “Esto no se puede quedar así. Deben investigar qué más vejámenes han sufrido todos los niños que se encuentran allí”, dice la madre del menor.

¿Qué se sabe de esa fundación?

El Hogar Monserrate es una institución católica, que dice brindar asistencia, promoción y protección integral a niños y niñas en condición de riesgo o amenaza, a través de la orientación a familias, garantizando el adecuado desarrollo del derecho fundamental a la educación, la vivienda, la alimentación, la salud y el desarrollo integral.

Pretenden ser una institución líder en asistencia, promoción y protección integral de los a partir de la orientación a familias y el acompañamiento cotidiano de los valores evangélicos. Están ubicados en la vereda Tilatá – El Sisga en el municipio de Chocontá (Cundinamarca).

EL TIEMPO intentó comunicarse con ellos pero,  hasta el cierre de esta edición,  fue imposible obtener una versión de su parte y aunque en este momento están en el ‘ojo del huracán’ hay también quienes defienden su gestión en favor de los niños que han pasado por este lugar.  La última palabra la tendrán los entes investigadores y luego, un juez.